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"Skogsrået" ("La ninfa del bosque"), canción JS.171 (1888/1889)

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El encuentro con una ninfa es un tema bastante recurrente entre las inspiraciones poéticas Sibelius. No cabe duda que la razón de este interés tiene que ver mucho con el peso que tienen los seres mágicos de la naturaleza en la literatura nórdica en general (y que en Sibelius están presentes tanto por el lado sueco como por el de la lengua finesa), y que todo compositor nórdico romántico y postromántico (Gade, Grieg, Stenhammar, etc.) de la fennoscandia se haya acercado también al tema. Pero la recurrencia en nuestro autor de las ninfas tentadoras y normalmente perversas quizá tenga otra connotaciones, que algunos expertos - de obvia influencia psicoanalítica - han apuntado como de origen sexual, como ya veremos a la hora de hablar del poema sinfónico. La primeriza "Näcken" JS.138, para un drama de 1888, es un ninfa seductora, pero no terrible, al contrario que la que quiere ahogar a un muchacho en "Under stradens granar" ("Bajo los abetos de la orilla") opus 13 nº1, canción de 1892 con texto de Runeberg, que se hace eco del motivo popular nórdico de la ninfa que arrastra a sus víctimas al fondo de las aguas. En "Snöfrid" opus 29, un coro con parte narrada de 1900, el héroe no cede ante la tentadora, mientras que la bellísima "Kaiutar" opus 72 nº4 (1915) nos introduce en el tema desde su interior, explicando la traición amorosa por la cual la ninfa-eco sufre, y en venganza confunde a cuantos se topan con ella.

La sång, que en el catálogo de Dahlström recibe el número 171, musica por completo el extenso texto de Rydberg, publicado junto a "Snöfrid", que como hemos dicho también musicaría Sibelius años después. Y el tema, como ya hemos explorado, refleja a la perfección el motivo folclórico, dándole además un cariz muy moral a la historia. 

La obra musical pertenece a un periodo juvenil, en el último curso de Sibelius en el Conservatorio de Helsinki, momento en el que ya ha estrenado alguna obra en público, se ha convertido en una promesa que incluso ha llamado la atención fuera del círculo inmediato de la futura "Academia Sibelius", y en el que explora, tanto a nivel de estudios como por sí mismo, el terreno de la composición de una forma ya totalmente comprometida. Aunque la mayor parte de las obras de esta época todavía está subordinada al terreno de la experimentación y el estudio, el futuro compositor ya ha empezado a asomar su talento, y en esta prometedora, imperfecta y demasiado ambiciosa canción, descubrimos algunos rasgos del próximo genio, no solo compositor de obras maestras de la canción de concierto, sino también del de poemas sinfónicos inmortales. Sin embargo, aun su estilo no es "sibeliano", pero de la misma manera no está imitando expresamente la obra de ningún autor.

Se desconoce las circunstancias exactas de la composición, que se encuentra en medio de otras piezas del mismo periodo, muchas de las cuales no pasaron de esbozos, lo cual indicaría efectivamente que se trata de una obra escolar. Ni siquiera sabemos si "Skogsrået" JS.171 se llegó a interpretar en su día: no tenemos noticia de ello, pero se nos hace difícil pensar que una pieza de este tamaño y en la que sin duda el músico puso toda su pericia no pasara del manuscrito. Lo único cierto es que no salió de esas hojas pautadas, y no ha sido hasta la era de las ediciones completas discográficas y de música impresa hasta cuando la canción ha salido a la luz.


Jean Sibelius, fotografía de la época de estudios en Berlín (1889/90)

La forma de esta sång está a mitad de camino entre una balada durchkomponiert y cierta forma da capo. Cada estrofa del texto tiene un carácter diferente: la magia de la primera, el tono grotesco de la segunda - con una segunda parte danzable -, en parte variación de la inicial, la tercera un tono romántico y sensual, para una vuelta a la firmeza y rotundidad inicial en la estrofa de cierre, con repetición musical no del todo literal (que quizás no se justifique bien de acuerdo al texto, pero que permite unificar la dispersión). Sibelius llena de detalles descriptivos la música, sin duda con poca sutileza y cierta candidez compositiva, propia de esta época y que raramente repetirá después.

La canción abre con unos amplios arpegios menores, ascendiendo y descendiendo, una caracterización atmosférica que podría simbolizar tanto el bosque como su aura mágica, o más posiblemente ambos: el bosque lleno de magia del folclore. La voz se superpone a ella libremente, entonando un arioso solemne, alargando con expresión algunas palabras, dando un aspecto también de cierta sobrenaturalidad. La armonía es un continuo modular a tonalidades diversas, hasta que la evocación de las huldras provoca casi una sensación de terror solo por nombrarlas. La voz se detiene, el ritmo sugiera la danza (por el baile al que acude Björn) y el arpegio inicial parece trasladarse a la voz para sugerir la idea del viento, mientras el piano sostiene un acompañamiento más elaborado.

La mención de lo "embrujado" ("trolsk") desemboca en un pasaje lleno de ansiedad, de nuevo modulante (lleno de atrevimiento juvenil por parte de Sibelius antes que de pericia técnica), marcado por la subida progresiva de registros en el piano, sosegado por la contundencia de la frase final de la estrofa.

Aún es muy pronto para que el compositor haya desarrollado grandes dotes para la continuidad, y tras un rapsódico, casi rapsódico solo de piano, hace para comenzar la segunda estrofa reiterando el esquema inicial. Pero ya tenemos, sin embargo, al Sibelius que aborrece las repeticiones literales, y lo evita con unos ritmos más marcados por acordes, mientras la voz torno a un tono más recitativo y dramático para señalar la orden de las criaturas del bosque. También la segunda parte de la estrofa reproduce en parte la música de la primera. Los enanos son dibujados de manera muy visual, imitando las figuraciones que no muchos años antes habían creado Liszt (Gnomenreigen, su Estudio de concierto S.145 nº2) y las populares piezas de Grieg en su "Peer Gynt"(En la gruta del Rey de la Montaña) o en las Piezas líricas opus 54 (la Marcha de los trolls), aunque el carácter más siniestro de la pieza casi nos acerca más a Liszt. La recitación acompaña al pasaje, insinuante y hasta retorcida, hasta las disonancias que entrecortan el discurso. 

El discurso se recupera con un tono más lírico, y mientras los animales son acompañados por acordes dactílicos, la ensoñación de Björn adquiere una sonoridad más amplia, hasta que la frase final, con efecto de eco en la voz, se convierte en un susurro repleto de sobrenaturales y susurrantes auras. 

El viento que calla se simboliza al comienzo de la tercera estrofa con su extinción al entrar el canto, y el piano doblando la voz cuando lo hace, ahora bastante más lírica y con un tono muy melódico y anhelante. Tras la frase a capella "en la sombra se escucha el ruido de un crujido", la aparición fantasmal de la Rå se hace a ritmo de vals (aunque anotado en 6/8, como leemos en Barnett), sin demasiados disimulos, con si el baile de los salones románticos fuese efectivamente para Sibelius una buena manera de evocar la tentación femenina...

La dulzura un tanto operística con la que termina la tercera estrofa contrasta dramáticamente con la final. Ahora sí se regresa más literalmente a la atmósfera inicial, solo que con mayor dureza, y la voz se vuelve más solemne, mientras que la referencia a la mirada nocturna de la Skogsrået vuelve al son del vals. No obstante, la estructura general de la primera estrofa se reproduce incluso con los dibujos del viento, ahora convertidos en una subjetiva visión de aquella soledad provocada en la víctima de la magia de la ninfa. La frase final es memorable, con la palabra "ve" ("dolor", como la intraducible "Weh" del alemán) entona como terrible clímax. La coda del piano es rotunda, muy típica del género balada pero no por ello menos efectiva. 

"En el agua", óleo del pintor finlandés Albert Edelfelt

Pocos años más tarde "Under stradens granar"opus 13 nº1 reproducirá un esquema incluso algunos parámetros musicales muy parecidos, con recursos muy cercanos, pero esta última canción sin embargo está muchísimo más lograda y refinada, aun con su impetuosidad dramática, casi brusquedad, y sus marcadas disonancias resulta mucho más sofisticada y acabada. Sin embargo era preciso pasar por "Skogsrået" para llegar a la canción de Runeberg.

Como decíamos lo más probable es que la canción no se llegara a interpretar en su día, y hasta donde sabemos la grabación de Otter y Forsberg, directamente de una copia del manuscrito es la que la ha dado vida (aunque no se ha anuncia en el disco como primera grabación, lo que hace posible - pero muy poco probable - algún raro disco local como precedente). La partitura ya ha sido editada por Breitkopf & Härtel (en la serie JWV), pero no hemos podido acceder a ella para el análisis, expresado aquí de manera más descriptiva que entrando en detalles. Tampoco hemos encontrado un video o audio en línea, así que el aficionado deberá acudir a la discografía para conocer esta obra.

Cuando años más tarde (entre 1894 y 1895) Sibelius vuelva al poema, como veremos en una próxima entrada del blog, no tendrá en cuenta en absoluto la música de esta canción, pero sí su versión del poema, ya que mantiene las mismas alteraciones al mismo en la versión del melodrama, lo que hace pensar que tuvo esta partitura delante, sin volverse hacia su música. En esta misma época (es de pensar que en los mismos días) también empezó a esbozar una canción basada en otro poema de Rydberg, "Höskväll" ("Tarde de otoño", conservado en la Biblioteca de la Universidad de Helsinki con la signatura HUL 1180), que años más tarde musicaría como el sensacional opus 38 nº1, pero de nuevo no guarda relación musical alguna con el boceto una docena de años anterior. El maestro finlandés vuelve pues a sus primigenias inspiraciones poéticas, pero musicalmente está claro que existe un Sibelius antes de "Kullervo" y después de "Kullervo", el punto de inflexión de su creatividad entre la juventud y la madurez. 

Como curiosidad, hay que señalar que también musicaron en forma de canción el poema varios músicos suecos: la pionera compositora Elfrida Andrée (1841−1929) en 1878 (antes de la publicación de la compilación, con acompañamiento orquestal o piano), Andreas Hallén en 1888 (también con orquesta) y el "archi-enemigo" de Sibelius, Wilhelm Peterson-Berger en 1899 (con piano, después de la obra de Sibelius justamente).


Discografía 

Como la mayor parte de la música de la juventud de Sibelius, la discografía es escasa, y como en la mayoría de esos casos tenemos una grabación en la Sibelius Edition de BIS y alguna otra suelta (que justamente coincide aquí con el mismo sello sueco).



Anne Sofie von Otter, mezzosoprano
Bengt Forsberg, piano
- BIS (1994/95) - también en Sibelius Edition VII

La voz enorme de Otter y su acompañamiento siempre emocionante de Forsberg ya serían suficiente para asegurarnos que esta versión será más que adecuada para perpetuar el nombre la canción si además no fuera de por sí un registro imponente y de un dramatismo desgarrador, con excelentes toques de patetismo y un sentido dramático y de la narración para hacer brillar a la partitura incluso por encima de su valor. Otter, arrebatadora, se ha tomado muy en serio la partitura, y es capaz de matizar cada frase, y de captar la voz mística del bosque, la sordidez de las huldras, la liviandad del amor de la ninfa y todo su sentido moral. ¿Excesiva incluso? Sí, pero un exceso que se agradece en la misma medida. 

Interpretación: 9  • Estilo: 7  • Sonido: 7



Camilla Tilling, soprano
Paul Rivinius, piano
- BIS (2015)

Como para marcar la diferencia, el enfoque de Tilling es evidentemente lírico, como todo su disco de diferentes canciones en sueco, aunque sin obviar el carácter dramático de la canción, donde la soprano acomete cada pasaje con su expresión correcta. Todo de hecho logro su cometido, pero aun así hay una sensación de ligereza, más en los momentos más livianos de la segunda y tercera estrofa. Un registro bello, que consigue resaltar que esta es una obra de juventud pero destacada, aunque daría mucho más si se buscara... como sucedía en el caso de Otter.

Interpretación: 7  • Estilo: 8  • Sonido: 8,5  


Las listas de obras con número de opus de Jean Sibelius

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Un lector del blog nos remitía recientemente una cuestión: ¿por qué hay obras de Jean Sibelius con un número de opus bajo (como el 6 o el 8) que están compuestas, según los datos, muchos años - hasta más de una década - después de las obras contiguas en el catálogo (como el 7 o el 9)? ¿Acaso Sibelius sólo publicó estas obras mucho más tarde?

En verdad el catálogo de obras de nuestro autor presenta muchas problemáticas. Por una parte, en efecto, el número de opus "oficial" no refleja en algunos puntos la cronología de su trayectoria compositiva. Por otra, gran parte de sus trabajos están fuera de ese listado, y solo modernamente han recibido un número gracias a Fabian Dahlström (Jean Sibelius: Thematisch-bibliographisches Verzeichnis seiner Werke, Breitkopf & Härtel, 2003), el "JS". La cantidad y entidad de obras en el catálogo de Dahlström guarda una proporción muy semejante a las del catálogo beethoveniano con número de opus y las que reciben una cifra "WoO": estas últimas más del doble, en general obras breves y/o menores, pero también en ocasiones obras de primera magnitud que incluso llegaron a ser publicadas en su día. 

En cualquier caso, el catálogo de Dahlström presenta sus propias dificultades añadidas: está simplemente ordenado alfabéticamente, siguiendo su denominación en alemán, lo que hace muy difícil "predecir" donde puede estar una obra si no se conoce directamente su número.

Además existe un grupo de manuscritos que quedaron fuera de ambas cifras: en su mayoría son las versiones, fragmentos y esbozos - con alguna obra completa de cierta importancia - que la familia Sibelius donó a la Biblioteca de la Universidad de Helsinki (que es también la Biblioteca Nacional) en 1982, y que no recibieron otros números (gran parte de ellas sí que son obras conocidas en los catálogos anteriores). Estos quedan referenciados directamente con la signatura de la institución (HUL). Por último hay alguna obra pequeña obra, como  Andantino para piano dedicado a"Emma Kristina Marie-Louise Berndtson – Lulu"(de 1889), redescubierto tan recientemente como en 2012, que por el momento permanece fuera de toda numeración.

Edificio histórico de la Universidad de Helsinki (en la Plaza del Senado), sede de la Biblioteca Nacional.

Pero volviendo al asunto en particular que nos ocupará en este post, el listado de obras con número de opus, hemos de mencionar que en primer lugar no fue hasta 1896 (aunque un Tempo di valse JS.193 de 1887, para cello y piano, ya fue numerado en el manuscrito como "opus 1") cuando Sibelius empezó a asignar sistemáticamente un número de catálogo a su obra junto con un año de composición, que curiosamente no coincide siempre con el año real. Pero fue en el año 1905 cuando las cosas se complican: nuestro músico firmó un contrato con el editor alemán Lienau, mientras que otro editor alemán, Breitkopf & Härtel, compró a los editores finlandeses (principalmente Helsingfors Nya Musikhandel), las obras ya publicadas en su país natal para realizar su propia publicación. Entre estos cruces comerciales Sibelius debía mostrar qué obras postulaba como dignas de recibir una edición "oficial", mientras llegaban las nuevas y previsiblemente exitosas composiciones en el futuro. Lienau le exigía cuatro grandes obras anualmente, nuevas, mientras que B & H aparte de inéditas también estaba dispuesto a prublicar algunas de las antiguas si eran inéditas.

Fue entonces cuando el compositor realizó un primer listado que tiene una serie de sorpresas para el que conozca la lista definitiva: por una parte incluye partituras, sobre todo de la época de estudiante, que no solo no recibirán un número de opus después, si no que ni siquiera llegarían a ser publicadas finalmente. Y sobre todo: hay "huecos", números sin asignar a obras. En 1909, una lista del puño y letra del músico, realizada al parecer tras su estancia en Berlín y contacto con sus editores, llega hasta el número 58. Reproducimos aquí la misma parcialmente (dado que no tenemos la referencia completa de la misma - aunque los números faltantes en su mayoría coincidirían con los finales -, indicando qué obras permanecen con el número idéntico, y cuales variarían su posición en el catálogo o salen de él, supliendo entonces la ausencia con el número JS correspondiente).

Opus 1 — Variaciones para cuarteto de cuerda en do# menor (1888) —} JS.195
Opus 2 — Cuarteto de cuerda en la menor (1889) —} JS.183
Opus 3 — Cuarteto de cuerda en Sib Mayor (1890) —} opus 4
Opus 4 — Trío [Suite] de cuerda en La Mayor (1889) —} JS.186 
Opus 5 — Seis impromptus para piano (1893)
Opus 6 — Obertura en Mi Mayor, para orquesta (1891) —} JS.145
Opus 7 — Scène de ballet, para orquesta (1891) —} JS.163
Opus 8 — Kullervo, sinfonía / poema sinfónico  (1892) —} opus 7
Opus 9 — En saga (Una saga), poema sinfónico (1892. rev. 1902)
Opus 10 — Quinteto para piano y cuerda en sol menor (1890) —} JS.159
Opus 15 – Cantata para las Ceremonias de Graduación de la Universidad de 1894 —} JS.105
Opus 19 – Cantata para la Coronación de Nicolás II (1896) —}  JS.104
Opus 20 – "Jungfrun i tornet" ("La doncella en la torre"), ópera en un acto (1896) —}  JS.101
Opus 21 – Obertura en la menor (1902) —} JS.184
Opus 25 – Fantasía, para cello y piano (1900) —} Malinconia, opus 20
Opus 26 – Música para las celebraciones de la prensa, para orquesta (1899) —} JS.137 [nº7 rev. = opus 26 definitivo]
Opus 28 —Sandels, para coro masculino y orquesta (1898. rev. 1915)
Opus 29 — Snöfrid, para recitador, coro y orquesta (1900)
Opus 30 — Islossningen i Uleå älv (La ruptura del hielo en el río Uleå), para recitador, coro masculino y orquesta (1899)
Opus 31 — Athenarnes sång (1899) —} opus 31 nº3
Opus 40 — Cassazione, para orquesta (1ª vs. 1904. 2ª vs. 1905) —} opus 6 (opus 34 en la lista de 1911)
Opus 41 — Kyllikki, tres piezas líricas para piano (1904)  
Opus 58 — [Diez piezas], para piano (1909)

Los primeros números de la lista que finalmente serán sacados de ella se refieren de hecho a obras de cierta importancia, que tuvieron su estreno público, y con cierto éxito. Muy posiblemente, junto con otras como las cantatas ceremoniales, el autor pensara en revisarlas y editarlas de verdad... De hecho sabemos que esa intención, la de revisar y editar obras juveniles, le recorrió muchas veces en su vida. Pero prácticamente no llegaría a cumplirlo (excepto algún pequeño arreglo), y en cambio llenaría esos números de opus y los "huecos" con obras nuevamente compuestas... ¿por qué? Existe una razón muy sencilla y práctica en ello: su contrato con B & H le obligaba a venderles la mayoría de sus nuevas composiciones. Camuflar una nueva partitura con un viejo número de opus (como el Arioso opus 3, una canción compuesta en 1911, 21 años después del Cuarteto opus 4 que le sigue en el catálogo) le permitía especular con la venta de la obra a otros editores. Esa es la principal razón por la que algunos números de opus iniciales se otorgan a una cifra tan baja. 

Del verano de 1911 nos ha llegado otro listado que alcanza hasta el número 67. También incluye numerosas obras que se desplazarían finalmente:

Opus 1 — [Dos piezas], para violín y piano —} opus 2
Opus 18 nº1 – "Rakastava", para coro masculino a capella —} JS.160a
Opus 20 – Malinconia, para violoncello y piano (1900)
Opus 25 — Scènes historiques I, para orquesta (1899. rev. 1911)
Opus 26 — Finlandia, para orquesta (1899. rev.1900)
Opus 40 — Cassazione, para orquesta (1ª vs. 1904. 2ª vs. 1905) —} opus 6
Opus 59 — "Ödlan" ("El lagarto"), música incidental (1909) —} opus 8
Opus 64 —"Die Sprache der Vögel": Marcha nupcial (1911) —} JS.62
Opus 67 — Tres Sonatinas, para piano (no compuestas hasta 1912)

Portada del manuscrito de Rakastava opus 14, para orquesta de cuerda. Fue compuesta muchos años después (1911-12) a lo que su número de opus sugiere, pero se basa en una obra coral escrita en 1893 (JS.160a)

Una nueva lista, de otoño de 1915, nos ofrece más curiosos cambios junto con algunos números definitivos:

Opus 1 — [Cinco canciones de Navidad], para voz y piano
Opus 7 — Kullervo, sinfonía / poema sinfónico (1892)
Opus 8 — Tres Canciones para las Escuelas Americanas, para coro y piano (1913) —} JS.199
Opus 14 – Rakastava (El amante), para orquesta de cuerda (1911-12)
Opus 19 – Impromptu, para coro femenino y orquesta (1902. rev. 1910)
Opus 28a —Sandels, para coro masculino y orquesta (1898. rev. 1915) —} opus 28
Opus 28b — Snöfrid, para recitador, coro y orquesta (1900) —} opus 29
Opus 28c — Islossningen i Uleå älv (La ruptura del hielo en el río Uleå), para recitador, coro masculino y orquesta (1899) —} opus 30
Opus 29a — "Ödlan" ("El lagarto"), música incidental (1909) —} opus 8
Opus 29b —"Die Sprache der Vögel": Marcha nupcial (1911) —} JS.62
Opus 30 — Cassazione, para orquesta (1ª vs. 1904. 2ª vs. 1905) —} opus 6
Opus 70b —El bardo, poema sinfónico —} opus 64

El listado que no es familiar, estuvo listo en 1930-31 (recogido en la biografía de Ekman o en el libro de Cecil Gray), manteniéndose prácticamente definitivo hasta la última lista (1950-51), donde desaparecen alguna imprecisión como la de las Antífonas opus 107, número que quedará sin asignación definitiva.

Reservaremos el próximo post, que se publicará al día siguiente a este, para el listado completo y final de las obras con número de opus de Jean Sibelius.

Listado de obras de Jean Sibelius con número de opus

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Este es el listado final de obras con número de opus del propio compositor, tal como lo dejó reflejado en un documento de 1950/51, su última palabra sobre el tema.

Entre corchetes están los nombres con los que suelen encontrarse la obra, pero que no se deben al autor. Estas son en general colecciones cuyos trabajos particulares se han publicado por separado, que se unifican habitualmente solo por comodidad. Si es así, se acompañan también de un asterisco (*). No se indican arreglos o versiones de las obras, salvo que sea necesario.

• Opus 1 — [Cinco canciones de Navidad] (*), para voz y piano
   1. Nu står jul vid snöig port (1913), 2. Nu så kommer julen (1913), 3. Det mörknar ute (1897), 4 Julvisa. Giv mig ej glans, ej guld, ej prakt (1909), 5. On hanget korkeat, nietokset (1901)
• Opus 2 — [Dos piezas] para violín y piano
   Romanza opus 2a (1890, rev.  1911), Epilogue opus 2b (1892. rev.  1911)
• Opus 3 — Arioso, canción para voz y piano/cuerda (1911)
• Opus 4 — Cuarteto de cuerda en Sib Mayor (1890)
• Opus 5 — Seis impromptus para piano (1893)
• Opus 6 — Cassazione, para orquesta (1ª vs. 1904. 2ª vs. 1905)
• Opus 7 — Kullervo, sinfonía / poema sinfónico para barítono, mezzosoprano, coro masculino y orquesta (1892)
• Opus 8 — "Ödlan" ("El lagarto"), música incidental (1909)
• Opus 9 — En saga (Una saga), poema sinfónico (1892. rev. 1902)
• Opus 10 — Karelia: obertura, para orquesta (1893)
• Opus 11 — Karelia: suite, para orquesta (1893. rev. 1893/1900)
• Opus 12 — Sonata para piano en Fa Mayor (1893)
• Opus 13— Siete canciones, para voz y piano (J. L. Runeberg)
   1. Under strandens grana, 2. Kyssens hopp (1892), 3. Hjärtats morgon, 4. Våren flyktar hastigt, 5. Drömmen (1891), 6. Till Frigga (1892), 7. Jägargossen (1891)
• Opus 14 – Rakastava (El amante), para orquesta de cuerda (1911-12)
• Opus 15 – Skogsrået (La ninfa del bosque), melodrama para recitador, piano, dos trompas y cuerda (1894-95)
[Opus 15] – Skogsrået (La ninfa del bosque), poema sinfónico (1894-95) [esta versión de la obra no fue publicada ni aparecerá en la lista oficial como número de opus, pero suele aparecer con él]
• Opus 16 – Vårsång / Kevätlaulu (Canción de primavera), para orquesta (1894. rev. 1895. rev.1902?)
• Opus 17 – [Siete canciones] (*), para voz y piano
   1. Se'n har jag ej frågat mera, 2. Sov in! (1891-92), 3 Fågellek (1891), 4. Vilse (1898), 5. En slända (1904), 6. Illalle (1898), 7. Lastu lainehilla (1902)
• Opus 18 – [Seis coros masculinos a capella] (*)
   1. Sortunut ääni (1898) [también como op.18 nº7; otro opus 18 nº1 = JS. 98], 2. Terve kuu (1901) [también como op.18 nº8; otro nº2 = JS. 217], 3. Venematka (1893) [también como op.18 nº9], 4. Saarella palaa (1895) [otro nº4 = JS. 129], 5. Metsämiehen laulu (1899), 6. Sydämeni laulu (1898)
• Opus 19 – Impromptu, para coro femenino y orquesta (1902. rev. 1910)
• Opus 20 – Malinconia, para violoncello y piano (1900)
• Opus 21 – Natus in curas, himno para coro masculino a capella (1896. rev. 1898)
• Opus 22 – Lemminkäinen, [Cuatro leyendas o Suite] para orquesta (1896. rev. 1897. nos. 2 y 4. rev. 1900, nos. 1 y 3. rev. 1939)
• Opus 23 — [Cantos para coro mixto] (1897) [Arrs. de Cantata universitaria JS.106 ] 
• Opus 24 — [Diez piezas para piano] (*, publicadas antes por separado, y como colección en 1904)
   1. Impromptu (1895), 2. Romance en La Mayor (1895), 3. Caprice en mi menor (1898), 4. Romance en re menor (1896/98), 5. Vals en Mi Mayor (1898?), 6. Idyll en Fa Mayor (1897-98), 7. Andantino (1899-1900), 8. Nocturno en mi menor (1900), 9. Romanza en Reb Mayor (1901), 10 Barcarola (1903)
• Opus 25 — Scènes historiques I, para orquesta (1899. rev. 1911)
• Opus 26 — Finlandia, para orquesta (1899. rev.1900)
• Opus 27 — Rey Cristian II, música escénica / suite para orquesta (1898)
• Opus 28 —Sandels, para coro masculino y orquesta (1898. rev. 1915)
• Opus 29 — Snöfrid, para recitador, coro y orquesta (1900)
• Opus 30 — Islossningen i Uleå älv (La ruptura del hielo en el río Uleå), para recitador, coro masculino y orquesta (1899)
• Opus 31 nº1 — Laulu Lemminkäiselle, para coro masculino y orquesta (1896) 
• Opus 31 nº2 — Har du mod? , para coro masculino y orquesta (1904. 3 revs. 1911-14),
• Opus 31 nº3 — Athenarnes sång, para coro infantil y masculino al unísono y orquesta (1899)
• Opus 32 — Tulen synty (El origen del fuego), para barítono, coro masculino y orquesta (1902. rev. 1910)
• Opus 33 — Koskenlaskijan morsiamet (Las novias del barquero), para barítono o mezzosoprano y orquesta (1897)
• Opus 34 —  [Bagatelas] para piano
   1. Valse, 2 Air de danse, 3. Mazurka, 4. Couplet, 5 Boutade (1914), 6. Rêverie (1913), 7. Danse pastorale, 8. Joueur de harpe, 9. Reconnaissance, 10. Souvenir (1916)
• Opus 35 — [Dos Canciones], para voz y piano
    1. Jubal, 2. Teodora (1908)
• Opus 36 — [Seis canciones] (*), para voz y piano
   1 Svarta rosor, 2. Men min fågel märks dock icke, 3. Bollspelet vid Trianon (1899), 4. Säv, säv, susa, 5. Marssnön, 6. Demanten på marssnön (1900)
• Opus 37 — [Cinco canciones] (*), para voz y piano
   1. Den första kyssen (1900), 2. Lasse liten, 3. Soluppgång, 4. Var det en dröm? (1902), 5 Flickan kom ifrån sin älsklings möte (1900-01)
• Opus 38 — [Cinco canciones] (*), para voz y piano
   1. Höstkväll, 2. På verandan vid havet, 3. I natten (1903), 4. Harpolekaren och hans son, 5. Jag ville, jag vore i Indialand (1904)
• Opus 39 — Sinfonía  nº 1 en mi menor (1899. rev. 1900)  
• Opus 40 — Pensées lyriques, para piano
   1. Valsette (1912), 2. Chant sans paroles, 3. Humoresque, 4.Menuetto, 5. Berceuse (1913), 6. Pensée mélodique, 7. Rondoletto (1914), 8. Scherzando, 9. Petite sérénade (1915), 10 Polonaise (1916)
• Opus 41 — Kyllikki, tres piezas líricas para piano (1904)  
• Opus 42 — Romance en Do Mayor, para orquesta de cuerda (1904)
• Opus 43 — Sinfonía nº2 en Re Mayor (1901-02. rev. 1902-1903)
• Opus 44 — [Dos piezas de "Kuolema" ("La muerte")](*), para orquesta
   1. Valse triste (1903. rev. 1904), 2. Kurkikohtaus (Escena con grullas) (1903. rev. 1906)
• Opus 45 nº1 — Dryaden (La dríade), para orquesta (1910)  
• Opus 45 nº2 — Tanz-Intermezzo, para piano/orquesta (1904, orquestado 1907)
• Opus 46 — Pelléas et Mélisande, suite para orquesta de cámara (1905-1906)
• Opus 47 — Concierto para violín y orquesta en re menor (1903-1904. rev. 1905)
• Opus 48 — Vapautettu kuningata" (La reina cautiva), balada para coro mixto y orquesta (1906)
• Opus 49 — Pohjolan tytär (La hija de Pohjola), fantasía sinfónica (1905-06)
• Opus 50 — [Seis Lieder], para voz y piano (1906)
   1. Lenzgesang, 2. Sehnsucht, 3. Im Feld ein Mädchen singt, 4. Aus banger Brust, 5. Die stille Stadt, 6. Rosenlied    
• Opus 51 — Belsazars gästabud (El festín de Baltasar), suite para orquesta de cámara (1906-1907)
• Opus 52 — Sinfonía nº3 en Do Mayor (1904-1907)
• Opus 53a — Pan y Eco, danza-intermedio (nº3) para orquesta (1906)
• Opus 54 — Svanevit (Cisneblanco), suite para orquesta de cámara (1908)
• Opus 55 — Öinen ratsastus ja auringonnousu (Cabalgata nocturna y amanecer), poema sinfónico para orquesta (1908)
• Opus 56 — Cuarteto de cuerda en re menor "Voces intimae" (1908-1909)
• Opus 57 — [Ocho Canciones], para voz y piano (1909)
   1. Älven och snigeln, 2. En blomma stod vid vägen, 3. Kvarnhjulet, 4. Maj, 5. Jag är ett träd, 6. Hertig Magnus, 7. Vänskapens blomma, 8. Näcken
• Opus 58 — [Diez piezas], para piano (1909)
   1. Rêverie, 2. Scherzino, 3. Air varié, 4. Der Hirt, 5. Des Abends, 6. Dialogue, 7. Tempo di minuetto, 8. Fischerlied, 9. Ständchen, 10. Sommerlied
• Opus 59 — In memoriam, marcha fúnebre para gran orquesta (1909, rev. 1910)
• Opus 60 — [Dos canciones de  "Trettondagsafton" ("Noche de Epifanía")](*), para canto y guitarra / piano 
   1. Kom nu hit, död, 2. Hållilå, uti storm och i regn 
• Opus 61 — Ocho Canciones, para voz y piano (1910) [publicadas en cuaderno]
   1. Långsamt som kvällskyn, 2. Vattenplask, 3. När jag drömmer, 4. Romeo, 5. Romans, 6. Dolce far niente, 7. Fåfäng önskan, 8. Vårtagen
• Opus 62 — [Dos piezas de "Kuolema" ("La muerte")](*), para orquesta de cuerda
   Canzonetta opus 62a, Valse romantique opus 62b (1911)
• Opus 63 — Sinfonía nº 4 en la menor (1909-11)
• Opus 64 — Bardi / Barden (El bardo), poema sinfónico (1913, rev. 1913/14)
• Opus 65 — [Dos canciones para coro mixto a cappella] (*) 
    Män från slätten och havet opus 65a  (1911), Kellosävel Kallion kirkossa opus 65b (1912)
• Opus 66 — Scènes historiques II, para orquesta (1911-12)
• Opus 67 — Tres Sonatinas, para piano (1912)
   Sonata nº1 en fa# menor, Sonata nº2 en Mi  Mayor, Sonata nº3 en si bemol menor  
• Opus 68 — Dos Rondinos , para piano (1912)
   Rondino nº1 en sol#menor, Rondino nº2 en do#menor 
• Opus 69a — Serenata para violín y orquesta nº1 en Re Mayor (1912)  
• Opus 69b — Serenata para violín y orquesta nº2 en sol menor (1912-13)
• Opus 70 — Luonnotar, poema sinfónico para soprano y orquesta (1913)
• Opus 71 — "Scaramouche", pantomima, para orquesta (1913)
• Opus 72 — [Seis canciones] (*), para voz y piano
    1. Vi ses igen, 2. Orions bälte (1914) [perdidas!], 3. Kyssen, 4. Kaiutar, 5.Der Wanderer und der Bach (1915), 6. Hundra vägar (1907)  
• Opus 73 — Aallottaret (Las Oceánidas), poema sinfónico (1913-14, recompuesto 1914)
• Opus 74 — Piezas Líricas, para piano (1914) 
   1. Ekloge, 2. Sanfter Westwind, 3. Auf dem Tanzvergnügen, 4. Im alten Heim   
• Opus 75 — Cinco piezas, para piano ("Los árboles") [publicadas primero por separado, en cuaderno en 1922]
   1. När rönnen blommar , 2. Den ensamma furan , 3. Aspen (Álamo temblón) , 4. Björken , 5. Granen  
• Opus 76 — [Trece piezas], para piano
   1. Esquisse (1917), 2. Etude (1911), 3. Carillon (1914), 4. Humoresque (1916), 5. Consolation (1919), 6. Romanzetta (1914), 7. Affettuoso (1917), 8. Pièce enfantine (1916), 9. Arabesque (1914), 10. Elegiaco (1916), 11. Linnaea (1918), 12. Capriccietto (1914), 13. Harlequinade (1916)
• Opus 77 — [Dos Melodías Serias] (*), para violín/violoncello y orquesta/piano
   1. Cantique (Laetare anima mea) (1914), 2. Devotion (Ab imo pectore) (1915)
• Opus 78 — [Cuatro piezas] (*), para violín/violoncello y piano
   1. Impromptu, 2. Romanza en Fa Mayor (1915), 3. Religioso (1917), 4. Rigaudon (1915)
• Opus 79 — Seis Piezas, para violín y piano
   1. Souvenir, 2. Tempo di menuetto (1915), 3. Danse caractéristique, 4. Sérénade (1916), 5. Tanz-Idylle, 6. Berceuse (1917)
• Opus 80 — Sonatina para violín y piano en Mi Mayor (1915)
• Opus 81 — Cinco Piezas, para violín y piano
   1. Mazurka (1915), 2. Rondino, 3. Valse (1917), 4. Aubade, 5. Menuetto (1918)
• Opus 82 — Sinfonía nº5 en Mi bemol Mayor (1915, rev. 1916 [desaparecida], rev. 1917-19)
• Opus 83 — "Jokamies" / "Jedermann" ("Cada uno"), música incidental (1916)
• Opus 84 — [Cinco coros masculinos a capella] (*)
   1. Herr Lager och Skön fager (1914), 2. På berget, 3. Ett drömackord, 4. Evige Eros (1915), 5. Till havs (1917)
• Opus 85 — Cinq Piezas, ("Las flores"), para piano
   1. Bellis (1917), 2. Oeillet, 3. Iris (1916), 4. Aquileja, 5. Campanula (1917)  
• Opus 86 — Seis canciones, para voz y piano
   1. Vårförnimmelser, 2. Längtan heter min arvedel, 3. Dold förening, 4. Och finns det en tanke, 5. Sångarlön (1916), 6. I systrar, I bröder, I älskande par! (1917)
• Opus 87 nº1 — Humoreske [nº1] en re menor, para violín y orquesta (1916-17, nueva parte orquestal 1940)
• Opus 87 nº2 — Humoreske [nº2] en Re Mayor, para violín y orquesta (1917)  
• Opus 88 — Seis canciones ("Las flores"), para voz y piano (1917)
   1. Blåsippan, 2. De bägge rosorna, 3. Vitsippan, 4. Sippan, 5. Törnet, 6. Blommans öde
• Opus 89a — Humoreske [nº3] en sol menor, para violín y orquesta de cuerda (1917)
• Opus 89b — Humoreske [nº4] en sol menor, para violín y orquesta de cuerda (1917)
• Opus 89c — Humoreske [nº 5] en Mi bemol Mayor, para violín y orquesta (1917)
• Opus 89d — Humoreske [nº6] en sol menor, para violín y orquesta de cuerda] (1918)  
• Opus 90 — Seis canciones de J. L. Runeberg, para voz y piano (1917)
   1. Norden, 2. Hennes budskap, 3. Morgonen, 4. Fågelfängarn, 5. Sommarnatten, 6. Vem styrde hit din väg?
• Opus 91a — Jääkärien marssi (Marcha de los Jäger), para coro masculino y piano (1917, vs. orqtd. 1918) 
• Opus 91b— Partiolaisten marssi (Marcha Scout"), para coro mixto y piano (1918, vs. orqtd. 1918)   
• Opus 92 — Oma maa (Mi tierra), cantata para coro mixto y orquesta (1918)    
• Opus 93 — Jordens sång (Canción de la tierra), cantata para coro para coro femenino, coro mixto y orquesta (1919)  
• Opus 94 — [Piezas] (*),  para piano
   1. Danse (1919), 2. Novellette (1914), 3. Sonnet, 4. Berger et bergerette, 5. Mélodie, 6. Gavotte (1919) 
• Opus 95 — Maan virsi (Canción de la tierra), cantata para coro mixto y orquesta (1919-20)
• Opus 96a — Valse lyrique, para piano/orquesta (1919, orqtd. 1920)
• Opus 96b — Autrefois, para dos sopranos (/clarinetes) y orquesta de cámara (1919, rev. 1920)  
• Opus 96c — Valse chevaleresque, para piano/orquesta (1921, orqtd.  1921-22)  
• Opus 97 — Bagatelles [II], para piano (1920)
   1. Humoreske I, 2. Lied, 3. Kleiner Walzer, 4. Humoristischer Marsch, 5. Impromptu, 6. Humoreske II
• Opus 98a — Suite mignonne, para orquesta de cámara (1921)  
• Opus 98b — Suite champêtre, para orquesta de cuerda (1922)
• Opus 99 — 8 Pequeñas Piezas, para piano (1922)
  1. Pièce humoristique, 2. Esquisse, 3. Souvenir, 4. Impromptu, 5. Couplet, 6. Animoso, 7. Moment de valse, 8. Petite Marche  
• Opus 100 — Suite caractéristique, para orquesta de cámara (1922)  
• Opus 101 — Cinco Piezas Románticas, para piano (1923-24)
   1. Romance, 2. Chant du soir, 3. Scène lyrique, 4. Humoresque, 5. Scène romantique  
• Opus 102 — Novellette, para violín y piano (1922)  
• Opus 103 — Cinco impresiones características, para piano (1923-24)
   1. The Village Church, 2. The Fiddler, 3. The Oarsman, 4. The Storm, 5. In Mournful Mood
• Opus 104 — Sinfonía nº6 en re menor (1922-23)  
• Opus 105 — Sinfonía nº7 en re menor (1923-24)  
• Opus 106 — Danses champêtres, para violín y piano
   I. Largamente assai – Vivace, II. Alla polacca (1924), III. Tempo moderato, IV. Tempo di menuetto, V. Poco moderato – Allegretto (1925)
• Opus 107 [no usado por Sibelius]
      [Utilizado en algún listado para las Antífonas JS.110]
• Opus 108 — [Dos coros masculinos a capella] (*) (1924/1925)
   1. Humoreskit, 2. Ne pitkän matkan kulkijat
• Opus 109 — Der Sturm / Stormen (La tempestad), para orquesta (1927, opus 109 nº2/V rev. 1929)
   1. Ouvertüre, 2. Suite nº1, 3. Suite nº2
• Opus 110 — Väinön virsi (Canción de Väinö), cantata para coro mixto y orquesta (1926)
• Opus 111a —  Intrada, para órgano (1925)
• Opus 111b — Surusoitto (Música fúnebre), para órgano (1931)  
• Opus 112 — Tapiola, poema sinfónico (1926)
• Opus 113 — Rituaalimusiikki / Musique religieuse, para canto (tenor), coro masculino y armonio (u órgano)
     [el orden y la inclusión de algunas pieza varía de acuerdo a las ediciones]
   1. Avaushymni (Himno de apertura) (1926-27, rev. 1948), 2. Alttarin valmistus: Suloinen aate (Ajustando el Altar: "Sean los pensamientos nuestro sosiego"), 3. I°. Kulkue ja hymni: Näätkö, kuinka hennon yrtin (Primer grado. Procesión e Himno. "Aunque las jóvenes hojas sean verdes"), 4. III°. Kulkue ja hymni: Ken kyynelin (Tercer grado. Procesión e Himno. "Aquel que nunca haya alimentado su pan con lágrimas") (1926-27), 5. On kaunis maa ("Qué bella la tierra") (1926-27, rev. 1948), 6. Salem, 7. II°. Kellä kaipuu rinnassansa (Segundo grado: "Quien tuviera un amor")  (1926-27), 8. Veljesvirsi (Oda a la Fraternidad), 9. Ylistyshymni (Himno de alabanza) (1946, rev. 1948), 10. Marche funèbre(1926-27, rev. 1948), 11. Suur' olet, Herra (1927, añadido en 1936), 12. Finlandia-hymni (Himno de "Finlandia) (1899, arr. 1938)
• Opus 114 — Cinco esbozos, para piano (1929)
   1. Maisema (Paisaje), 2. Talvikuva (Escena invernal), 3. Metsälampi (Lago del bosque), 4. Metsälaulu (Canción en el bosque), 5. Kevätnäky (Vision primaveral)
• Opus 115 — Cuatro piezas, para violín y piano (1929)
   1. Auf der Heide, 2. Ballade, 3. Humoresque,. 4. Die Glocken (Capricietto)
• Opus 116 — Tres piezas,  para violín y piano (1929)
   1. Scène de danse, 2. Danse caractéristique, 3. Rondeau romantique
• Opus 117 —  [ninguna obra]
     [Sibelius lo asignó provisionalmente a la Suite para violín y cuerda JS185. pero lo descartó en su lista defintiva de obras con número de opus en 1951/52.  También ha sido usado con la Marcha académica JS155, el Andante festivo JS.34 y "Karjalan Osa" JS.108

Los melodramas de Jean Sibelius

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Bajo la etiqueta de "melodrama" en Sibelius reunimos una serie de obras de muy difícil clasificación en cuanto género, puesto que a pesar de que todas ellas tienen la voz recitada como elemento común, en realidad el grado de participación de esta, y el papel de la música varía. No es, al menos en Sibelius, un género o un subgénero de su producción, al menos propiamente dicho, sino una denominación transversal que sí reúne a varios títulos de los que sí es posible hablar en conjunto, y así destacarlos frente a las otras etiquetas donde normalmente acaban clasificados.

La idea de unir un poema recitado, hablado, sin la entonación propia del canto (que después de todo ha sido casi toda la historia la forma habitual de la poesía), a una música normalmente instrumental, posiblemente sea antiquísima, pero de manera formal, esto es, una música expresamente compuesta para acompañar a un poema recitado, no se sitúa hasta el último tercio de del siglo XVIII, cuando Rousseau pidió al compositor Horace Coignet (1736-1821) piezas para acompañar a su "Pygmalion"en una representación de 1770, añadiendo música de su propia pluma. Surge entonces la idea de partituras instrumentales que acompañaban, realzaban, e intensificaban el drama, siendo un vehículo expresivo de la acción teatral. Desde entonces el melodrama queda unido al teatro, y junto con él también se convierte en una de las opciones dentro del género de la "música incidental", además de preludios, interludios, canciones dentro de la acción, etc. 


"Melpomene" (musa de la tragedia - y  del canto-) del pintor norteamericano Edward Emerson Simmons (1852–1931). El mural (1896) puede contemplarse en el Edificio Thomas Jefferson de la Biblioteca del Congreso, en Washington, D.C. 

En el siglo XIX, bajo la idea romántica de la fusión de las artes, hay representaciones en las que los melodramas de una música incidental llegaban a abarcan una parte considerable de la obra teatral, hasta el punto que "melodrama" se convertía en la descripción en sí del tipo de obra. Así, en "La Arlesiana" de Bizet para el drama de Alphonse Daudet, ejemplo paradigmático del "melodrama", la música llega a cubrir casi toda la acción teatral. Ni que decir tiene que en el siglo XX tal grado de participación de la música se ha convertido en algo característico del cine, donde la llamada "banda sonora" ha llegado a ocupar también casi toda una producción, y llega a ser tan importante como la propia actuación (o incluso llega a superponerse dramáticamente, simbólicamente o como guiño al espectador).

Pero aquí nos referimos al melodrama dentro de la música incidental (o los tableaux vivants), que sí que se merece el título de género dentro de la producción sibeliana, sino a las piezas individuales, no teatrales, que se ponen al servicio de un poema lírico, sin que medie en principio un escenario o una representación teatral en ellas. Este tipo de partituras, sin ser muy habitual, presenta unos cuantos antecedentes, sobre todo en el repertorio alemán:  un primigenio experimento de Schubert y varios melodramas de Schumann, lo atestiguan, además de, años después, el sensacional "Enoch Arden" de Richard Strauss. El músico viajero por excelencia, Franz Liszt, además de usar el alemán, escribió melodramas extensos para acompañar poemas en ruso y en húngaro...

En todo caso, el ascendente germánico explica el que este tipor de melodramas poéticos no sean nada raros en el siglo XIX de los músicos nórdicos, incluyendo el propio Sibelius, que nos legó casi una docena de obras. Como es muy difícil generalizar sobre ellas, demos unas pocas notas sobre cada caso. Indicaremos los datos de la obra (título, poeta, plantilla, etc.), y además daremos cuenta si la obra es interpretable sin la recitación o la requiere, y en qué grado:

"Trånaden" ["Deseo"] (Erik Johan Stagnelius) JS.203, para recitador y piano (verano de 1887), para uso privado. No está especificado en el manuscrito si la recitación debe hacerse simultánea a la música o alternarse entre los distintos movimientos. Tawaststjerna apunta a esto último. Es interpretable sin recitación como suite para piano.

"Den lilla sjöjungfrun" ["La sirenita"] (Hans Christian Andersen, en traducción al sueco) JS.59, para recitador y cuarteto de cuerda (febrero? de 1888). Inacabada, perdida excepto por el primer violín de la primera de cuatro partes, pero utiliza principalmente piezas para cuarteto (previamente?) compuestas (y conservadas). Posiblemente la recitación alternara, al menos parcialmente, con el texto. De haberse terminado la duración sería muy extensa, lo que haría muy difícil su ejecución.

"Näcken" ["La ondina"] (Gunnar Wennerberg) JS.138, para soprano, recitador, violín, violoncello y piano (estrenada el 9 de abril 1888). Técnicamente es una canción para una obra de escena, de la que Wegelius compuso el resto, reservando este número a su alumno. La recitación alterna con las estrofas de la canción, sin música, hasta que esta acaba, y entonces es el momento del auténtico melodrama, basado en el ritornello de la sång, que modula al final, para dar paso a la pieza de Wegelius que eventualmente la seguía. Si se prescinde de esta última parte, la canción podría interpretarse sin la recitación.

"O, om du sett" ["Oh, si hubieras visto"] (Ellen Hackzell) JS.141, para recitador y piano. Un caso muy semejante al "Trånaden" JS.203, compuesto también en verano, pero del año siguiente, 1888. El texto se alterna entre pasajes instrumentales y es muy posible, como apunta Andrew Barnett, que en origen se trate de una pieza para piano que se hubiera adaptado para tal fin (y por lo tanto puede ser revertida a la supuesta disposición original e interpretarse sin recitación).

"Svartsjukans nätter" ["Noches de celos"] (Runeberg) JS.125, melodrama para recitador, soprano, violín, violoncello y piano. Estrenada el día 5 de febrero de 1893, supone una plena ejemplo paradigmático del género, en el que la narración y la música se fusionan con toda perfección. La plantilla instrumental, que recurre a una maravillosa vocalise, crea atmósferas y sonoridades perfectas para reproducir la totalidad del poema del bardo finlandés en lengua sueca, lo que hace que la composición llegue a durar 15 minutos. La música no es interpretable sin el poema, pero Sibelius rescató parte de la sensacional partitura - objetivamente difícil de programar en un recital - en dos sus Impromptus para piano opus 5 (los dos finales, los nos. 5 y 6), que a su vez arregló para orquesta de cuerda (Impromptu para cuerda, sin número de catálogo). No obstante este melodrama merecería un puesto destacado en cualquier recital camerístico del maestro.

Runeberg y Topelius, una imagen para la historia de la literatura finlandesa del siglo XIX. Fotografía del 19 de febrero de 1863, conservada en la Sociedad de Literatura Sueca en Finlandia.
  
"Skogsrået" ["La ninfa del bosque"] (Rydberg) opus 15, melodrama para recitador, piano, dos trompas y cuerda. Estrenada el 9 de marzo de 1895 (aunque la composición pudo comenzarse el otoño anterior), constituye una de los dos formatos para la pieza, siendo la otra un poema sinfónico del doble de compases en extensión. Aunque el propio autor afirmó que el melodrama dio origen a la versión orquestal, hoy en día creemos que trabajó en ambas partituras a la vez y con la vista más puesta en el poema sinfónico. En todo caso, esta versión fue finalizada y estrenada antes. La música, con una plantilla propia de una orquesta de cámara, se ajusta a la perfección al texto (sus secciones se corresponden con las de la partitura), y es en teoría interpretable por separado, aunque la existencia del poema sinfónico hace esta posibilidad superflua. Dedicaremos a esta obra (en todas sus versiones) un próximo post. 

"Islossningen i Uleå älv" ["La ruptura del hielo en el río Oulu"] (Topelius) opus 30, para recitador, coro masculino y orquesta. Esta pieza patriótica fue estrenada el 21 de octubre de 1899. El poema, lleno de alusiones políticas veladas, está declamado entre intervenciones musicales. En el centro de la pieza el coro canta los versos del poeta finlandés, que vuelven al recitador para concluir, dando como resultado una pieza inclasificable en cuanto a género. No es interpretable por separado: la música inicial y final consta de pequeños fragmentos, muchas veces solo acordes, y perdería su continuidad sin la narración que le sirve de base. El coro central sí podría ser interpretado parcialmente, de hecho el propio autor seleccionó una estrofa ("Nejden andas") para arreglarla como coro a capella en 1913.

• "Snöfrid" (Rydberg) opus 29, improvisación para recitador, coro mixto y orquesta. Estrenada el 20 de octubre de 1900 es un caso inverso al anterior: la recitación, acompañada solo de acordes, se intercala en medio de una gran pieza para coro y orquesta. Así, el efecto es más cercano al de una escena teatral que al de un melodrama salonístico. En teoría este impromptu podría suprimir la parte declamada (que no es demasiado larga), pero no tendría mucho sentido dramático, justamente en una pieza magnífica de fuerte impacto emocional.

"Grevinnans konterfej" ["El retrato de la condesa"] (Anna Maria Lenngren, ampliado por Zacharias Topelius) JS.88, para recitador y cuerda. Escrito en diciembre de 1906 para una sociedad lingüística femenina, cumple a la perfección su misión, con una música atmosférica y muy suave, que permite recitar el corto poema a la vez que la realza. Si no fuera por la fecha, bien podría pasar como una pieza de música de cine de lo más característico (y mejor). A pesar de su textura liviana, puede ser interpretada por separado, como una partitura para orquesta de cuerdas, y así ha sido de hecho grabada (Osmo Vänskä además la ha incluido como "propina" de alguno de sus conciertos). 

"En glad musikant" ["Un músico feliz"] (Ture Rangström) JS.70, para violín solo con texto sobre la partitura. Escrita en un algún momento entre 1924 y 1926, se trata de una obra escrita para el instrumento de cuerda sin acompañamiento, sin indicar si el poema debía ser recitado con la música o simplemente formar parte de su escritura. En todo caso es un obra de ámbito personal: una dedicatoria de un compositor a otro compositor, del compositor sueco Rangström a su amigo Sibelius, en la que reflexiona sobre la plenitud que consigue el músico solo a través de la música. Las dos grabaciones de la obra hasta ahora (Jaakko Kuusisto para BIS y Fenella Humphreys) prescinden de la recitación (aunque el disco con el violinista finlandés nos trae el poema en su folleto).

El compositor sueco Ture Rangström (1884-1947)

•  "Ett ensamt skidspår" ["Una solitaria pista de esquí"] (Bertel Johan Sebastian, Barón Gripenberg) JS.77a, para recitador y piano. Escrito en diciembre de 1925, este bellísimo melodrama consiste en una pieza de piano para acompañar al poema de Gripenberg, y puede ser interpretado sin declamación. La textura de la música casi parece demandar la instrumentación de un amplio grupo de cuerdas, y en efecto, Sibelius arregló la partitura para cuerda y arpa en 1948, un trabajo en medio del "silencio de Ainola". La pieza puede ser interpretada sin recitación, pero hasta donde sabemos todas las grabaciones (en su mayoría de la cristalina, casi mágica versión orquestal) no prescinden de los melancólicos versos de Gripenberg.
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Ilustraremos este singular grupo de obras con esta última, el poema "Una solitaria pista de esquí" con el acompañamiento orquestal de Sibelius. A continuación podrán escuchar una grabación en vivo desde el Centro Finlandés de París, con Vincent Figuri recitando el poema y la Ensemble Calliopée acompañando (2004):




60 aniversario de la muerte de Jean Sibelius

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Como anualmente, recordamos la efeméride de la muerte de Jean Sibelius con una sugerencia musical. En esta ocasión acudiremos a una de las piezas que sonó durante el funeral de estado que se celebró 10 días después en honor al compositor más célebre y reconocido de Finlandia. 

Si han pasado 60 años desde aquellos días, vamos a recurrir a una composición escrita cuando el autor tenía justo 60 años. Se trata de la Berceuse de la música para "La tempestad" de Shakespeare (1925, en la versión como nº7 de la Suite nº1, opus 109 nº2 de dos años después), una partitura de una extraña, ciertamente esotérica (como la obra teatral) evocación mística, que solo tras oirse puede entenderse por qué fue elegida (al parecer por el compositor) para el funeral. 

La interpretación del siguiente video de youtube se debe Charles Gerhardt dirigiendo la National Philharmonic, un raro registro publicado c.1986.


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Skogsrået (La ninfa del bosque), poema sinfónico y melodrama opus 15 (1894-1895): 1. Historia de la obra

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La ninfa del bosque, poema de Viktor Rydberg que años antes había inspirado una canción (con que la cual las partituras de las que vamos hablar no guardan relación musical), daría lugar en 1895 a una  obra presentada en una doble versión, poema sinfónico y melodrama con recitación (a las que añadir un arreglo de piano de una de sus secciones). El trabajo, hermoso e impactante, tuvo un gran éxito en su momento, pero tras su Lemminkäinen opus 22, esta música parecía objetivamente más juvenil, liviana e imperfecta y, sin retirarla explícitamente se dejó de interpretar - con una ocasional excepción - hasta que fue rescatada nada menos que un siglo después de su estreno. Desde la década de los 90 el aprecio hacia esta obra ha aumentado considerablemente y, aunque no es en verdad el mejor Sibelius orquestal, estamos sin duda ante una obra hechizante y llena de misteriosa, heroica y dramática emoción, y de una fantasía espectacular. 

Como tantos trabajos importantes de Jean Sibelius, La ninfa del bosque, en su doble versión, tiene una historia complicada y no del todo aclarada, en la que el punto de partida no parece corresponder a la partitura que se estrenó finalmente, como sucedió con Lemminkäinen, La hija de Pohjola opus 49, y aun alguna de sus sinfonías (como la Segunda). Esto es debido en gran parte al momento y las circunstancias en la que nace: justo después de la llamada "crisis wagneriana" - de la que precisamente este trabajo podría considerarse como consecuencia más directa -, que afianza a Sibelius como "pintor musical", autor de poemas sinfónicos antes que de dramas musicales u óperas.

Sin extendernos sobre aquella ocasión, ya tratada, apuntaremos tan solo el clima emocional y estético en el que se sentía el genio nórdico tras su particular peregrinación a Bayreuth y a Munich en busca de sumergirse en el wagnerismo al que le impelían su maestro Wegelius y su amigo (y cuñado) Armas Järnefelt: Sibelius siente una mezcla de decepción y admiración hacia la música y la estética de Wagner, catalizando algunos elementos melódicos, atmosférico, armónicos o tímbricos de su obras, pero rechazando el conjunto y el efecto que producían. Y, sobre todo, fuera de la consideración puramente musical, el autor finlandés sentía que aquello no "iba" con él, que las monumentales partituras del profeta de Bayreuth pertenecían a una sensibilidad muy distinta a la suya. 


Ilustración de Otto Henning a partir de los decorados de Max Brückner para la escena final de "Götterdämmerung", en el Festival de Bayreuth de 1894.

La primera consecuencia de la crisis fue el progresivo abandono de "Veneen luominen" ("La construcción del barco"), la ópera de orientación wagneriana con texto del poeta J. H. Erkko. Con este libreto había estado trabajando desde 1893, aunque parece que nunca tal trabajo fuera mucho más allá de esbozar varios temas. Hasta no hace mucho los estudios sibelianos habían vinculado la crisis y la nueva visión propia del "pintor musical" como el nacimiento de Lemminkäinen opus 22 porque, aunque se ha conservado apenas nada de esos esbozos, parece demostrado que Sibelius usó esos bocetos temáticos para el ciclo de poemas sinfónicos (el propio Sibelius lo afirmó, diciendo por ejemplo que El cisne de Tuonela opus 22 nº2nace del preludio de la ópera). Sin embargo, cuando La ninfa del bosque reemergió del olvido, el escenario parecía algo menos evidente, al ponerse de relieve que de hecho esta partitura era el primer poema sinfónico del renacido "pintor musical". ¿Podría haber usado también pentagramas del proyecto en su nuevo trabajo? Después de todo existe en ambas inspiraciones temas mitológicos en común (a pesar de las diferencias entre la criatura del folclore sueco y el relato del Kalevala)

Pero también es posible que el punto de partida sea también (o solo) otro proyecto operístico que le rondó a Sibelius la cabeza en aquel verano de 1894, y que no debió de ir mucho más allá de la idea que menciona a Aino en una carta tras mencionar su batalla con "Veneen luominen"(28 de julio de 1894): “pero si no tengo el estado de ánimo adecuado, inmediatamente reacciono y quiero apartarla por una ópera verista ordinaria. Ya he trabajado en un argumento para ella: se sitúa en siglo XVII. Un joven estudiante se compromete con una campesina. Se va estudiar al extranjero y allí ve a una danzadora de la que cae enamorado; es infiel. A su regreso describe danza y danzadora tan vívidamente que su mujer sospecha lo que ha ocurrido y se ve vencida por el dolor. Sin embargo, se encuentran más tarde en el bosque. En el último acto él se encuentra con una procesión fúnebre y se da cuenta de que es su prometida la que va a ser enterrada. Y el padre de ella se vuelve hacia él y le dice: ¡estás maldito!”


"Bailadora gitana", óleo del pintor Albert Edelfelt. En el mismo podemos observar la fecha y el lugar que rememora el viaje del pintor: Granada, 1881.

Tawaststjerna y otros han reconocido en esta idea (que hasta donde sabemos se debe exclusivamente a Sibelius, no a ningún libretista) ecos de sus propios devaneos amorosos en sus años de estudios en Berlín y en Viena, a pesar de estar oficialmente enamorado y más tarde prometido a Aino Järnefelt. Es ciertamente posible que aquello pudiera estar en su sensibilidad. En todo caso hay también evidentes ecos del "Tannhäuser" de Wagner, a pesar del "verismo" que propone el argumento (en verdad hay ecos también de "Carmen" de Bizet - aunque no oiría la obra hasta semanas después, o incluso de "Le villi" de Puccini, aunque menos verista y poco probable que Sibelius conociera). 

Pero es obvio que este argumento tiene un paralelo indiscutible con la tentadora del poema "Skogsrået" de Rydberg y su engañado caminante Björn, sumergido en un bosque extraño antes de volver a la civilización con el corazón robado para siempre. Por ello es fácil comprender que el momento en el que abandona la ópera por el poema sinfónico ("me he reencontrado con mi viejo yo, musicalmente hablando", en la carta del 19 de agosto tantas veces mentada) no abandona del todo sus inspiraciones literarias: solo las trasladaba. Si la ópera "La construcción del barco" se basaba en las pruebas amorosas de Väinämöinen en el Kalevala, incluyendo su descenso a Tuonela, en el traslado de los esbozos al poema sinfónico, se conservaron el mismo mundo mitológico, el pretendiente, el viaje a Tuonela... Skogsrået recogía el esquema de proyecto verista. 

Y quizá lo hacía incluso con las implicaciones autobiográficas. Según un artículo del experto Veijo Murtomäki (en Sibelius Studies, 2001) La ninfa del bosque es una confesión de la vida sexual "no oficial" del músico. Aquí postularemos que, sin llegar a ser algo tan directo o explícito, es perfectamente lógico que en el compositor existiera esa sensibilidad, y que esa sensibilidad llegó a ser un importante aliciente en su inspiración poético-musical. Después de todo, el tema de la ninfa tentadora es frecuente en el catálogo sibeliano. Pero no hemos de olvidar que tampoco es raro en el romanticismo/realismo de la época, ni en los folclores nórdicos. 

Lo que desconocemos es hasta qué punto hay relación musical entre la proyectada ópera verista, con su estudiante y su tentadora danzarina, y La ninfa del bosque. Tuija Wicklund, en su prefacio a la moderna publicación de la partitura (Partitura de Estudio, Breitkopf & Härtel, 2006), aparte de la semejanza de ideas ("amor, deseo peligroso y castigo"), señala que el tema final del tema sinfónico, ese lamento con reminiscencias de marcha fúnebre, bien pudiera ser reminiscencia del destino o sin ir más lejos de la marcha fúnebre de la ópera. Siguiendo la línea de la musicóloga finlandesa, quizá la "danza seductora" prefigurara la tristanesca sección amorosa del opus 15. En todo caso, y según las cartas a Helsinki, el músico llegó a "trabajar" en la ópera. ¿Llegó a escribir algunos temas? ¿Y esos temas se usaron en La ninfa del bosque? Aunque probable, sin pruebas o documentos, es imposible pasar de la especulación.

Wicklund apunta a otro posible esbozo diferente (¡en principio!) como fuente de la música del poema sinfónico/melodrama. El 10 de agosto en una carta a Aino Sibelius, el músico ahonda en sus dudas sobre "La construcción del barco", que llegan a acentuar sus dudas sobre sus capacidades como compositor (enfrentado a los monumentales pentagramas de Wagner): “he hecho algunos ligeros progresos en orquestación. Si pudieras, querida mía, leer una partitura completa [esto es, orquestal] te enviaría una página o dos para que pudieras verlos por ti misma. He realizado una pieza al estilo de una marcha (bastante nueva y corta incluso, aunque no sé cómo podría verse en su contexto adecuado)”. Unos días más tarde (el 19) escribe sobre una nueva composición. O es quizá la misma: “el punto de  vista musical de Liszt es el que más cercano me es. De ahí mi interés en el poema sinfónico. Estoy trabajando en un tema con el que estoy muy satisfecho. Lo escucharás cuando vaya a casa; eso si he llegado tan lejos con él y no empiezo a tener demasiadas dudas.”

Puede entonces que el tema de marcha pueda estar pensado para un poema sinfónico en lugar de para una ópera o para una tercera pieza que nunca llegó a nada. Puede, según Wicklund, que dicho tema sea de hecho el tema inicial de La ninfa del bosque, identificable como el leitmotiv del joven Björn. Puede que el músico comenzara la pieza sin un tema definido, o todavía con la "ópera verista" en mente. Pero puede que simplemente Sibelius ya había desplazado la idea de la ópera al poema de Rydberg, y en ese momento ha empezado de manera más o menos consciente la composición del poema sinfónico. 

Como vemos, barajamos unas cuentas especulaciones sobre los prolegómenos de la composición de esta pieza. Pero tampoco tenemos muchos más datos sobre la composición en sí de La ninfa del bosque. Tras esas cartas, y Bayreuth y Munich, Jean Sibelius visita brevemente Venecia y después hace escala en Berlín antes de volver a Finlandia, donde se entusiasma por los cuadros de un pintor de imágenes, Böcklin, al tiempo que estudia con admiración la Sinfonía Fausto del "pintor musical" Liszt, afianzándose en su camino compositivo. 



No tenemos apenas noticias del trabajo del músico en otoño de 1894 y el siguiente invierno de 1894-1895. El Menuetto JS.127 para orquesta (por lo demás una revisión y orquestación de una pieza escrita años antes en Viena) es la única pieza que sale a la luz hasta el estreno de la partitura de la que estamos hablando. Sin tener que dar clases ya y aparte de los sucesos que le ocuparan en su vida familiar (Ruth Sibelius nacería el 23 de noviembre), nuestro músico debió dedicarse intensamente a La ninfa del bosque (quizás también a Lemminkäinen, o a trabajar al menos los temas heredados de "Veneen luominen").

Finalmente, el estreno de la primera versión de la partitura, un melodrama acompañado de cuerda, dos trompas y piano, se produjo en un evento para recaudar fondos (una lotería benéfica) en el Teatro Finlandés del Hotel Seurahuone, en Helsinki, el 9 de marzo de 1895. Unas semanas después, el 19 de abril, se estrena una nueva versión de la obra. Según las palabras del autor (en la biografía de Ekman): “descubrí que el material pedía un tratamiento más extenso y amplié la recitación musical a poema sinfónico”.


Ilustración de Kajanus dirigiendo un concierto popular en el Seurahuone, en 1888. Como vemos el ambiente es un poco distinto al de un concierto habitual.

Esta afirmación del autor sobre la relación de ambas redacciones, tenida en un principio lógicamente por buena, ha sido puesta en duda de forma rotunda cuando ambas redacciones han salido a la luz. El sentido común nos dice, como afirma Andrew Barnett, que el periodo entre ambas es demasiado breve para haber efectuado la ampliación del melodrama solo entonces (el poema sinfónico dura algo más del doble). Por lo tanto Sibelius tuvo que haber trabajado durante algún tiempo en ambas versiones a la vez (o haber apartado una de ellas durante un corto periodo de tiempo mientras acababa la otra). Pero las fuerzas más reducidas del melodrama hacen más probable que haya concentrado la orquesta (toda la madera al piano, las trompas recogerían su parte y el resto del metal) que en el sentido inverso.

Wicklund, a la luz de los distintos manuscritos y particellas conservadas (la mayoría autógrafos), nos ofrece unos argumentos prácticamente conclusivos: Sibelius habría trabajado principalmente en el poema sinfónico y el melodrama sería más bien un derivado, que ya fuera por el compromiso del evento en que se estrenaría - ver más abajo - o por sus menores dimensiones pudo acabar antes: el autógrafo del poema sinfónico (HUL 01o2) contiene numerosas correcciones, alteraciones, y tachaduras, al contrario que el del melodrama HUL 0106). En una particella para el piano (también autógrafa, HUL 0103), el músico escribió “arr. Stråkorjester, 2 Horn, Piano”, es decir “arr[eglo] orquesta de cuerda, 2 Trompas, Piano”.

El estreno del poema sinfónico, como decíamos, se celebró el 17 de abril de ese mismo año de 1895. El propio autor dirigió un programa dedicado en exclusiva a sus obras, todas estrenos, en el Gran Salón de la Universidad, que incluyó movimientos de Karelia (la suite "oficial"opus 11 aún no se había formalizado), la Sonata para piano en Fa Mayor opus 12 (tocada por Oskar Merikanto), La canción de primavera opus 16, y la Serenata para barítono y orquesta JS.168 (con la figura de la ópera de Helsinki Abraham Ojanperä). La ninfa del bosque fue el plato principal y final en el concierto, que se repetiría dos días después. El programa incluyó el poema de Rydberg para que los asistentes pudiesen seguir la historia musical.

El concierto fue exitoso. Oskar Merikanto en su crítica en el Päivälehti (a pesar de la amistad, el músico solía ser bastante objetivo en la prensa):  “la más hermosamente colorada de todas los pequeños cuadros musicales de Sibelius”,  “la sección final es una de las más atractivas músicas que Sibelius haya escrito”.  Según apunta Eikja Kurkki en las notas al programa de la primera grabación mundial de la pieza - ver más abajo -, la prensa comparó las dos versiones de la pieza (por tanto se conocía el melodrama), el uso admirable de los timbres de la orquesta y de las atmósferas, pero también su larga duración. 

Ese mismo año Ferruccio Busoni, amigo del compositor, medió con el editor Belyayev (conocido promotor de los Cinco y otros compositores rusos) para la publicación del poema sinfónico y la La canción de primavera. La iniciativa no llevó a ningún sitio (quizá más consideraciones políticas, aunque Sibelius era nominalmente un músico ruso, su activismo finlandés no era propio del prototipo del catálogo de Belyayev precisamente...). 

Lo que sí que se procuró el propio compositor es de proporcionar el arreglo para piano de parte de la pieza, que realizó en ese verano en la localidad de Vaania, y publicó el editor local Lindgren con el título "Ur  Skogsrået" ("De La ninfa del bosque"). Tal vez animado por la mención de Merikanto, o simplemente porque su textura acórdica era más adecuada para el piano, Sibelius eligió la sección final, el Molto lento con carácter de música fúnebre. En la partitura orquestal hay anotaciones para esta transcripción, aunque sin duda fueron efectuadas en el momento del arreglo (y nos hace comprobar que para Sibelius el poema sinfónico era la obra en sí). El original está perdido, pero la edición ha asegurado que, aunque poco habitual, esta haya sido una pieza a la que han recurrido alguna vez los pianistas finlandeses.

La partitura fue interpretada dos veces en conciertos populares semanas después, en Åbo (Turku) en 1897y en 1899, en el mismo concierto en el que se estrenó la Primera sinfonía. Entonces las críticas siguieron siendo buenas, pero el influyente Richard Faltin acusó debilidades en la pieza debido a que la obra ya pertenecía a un periodo "Sturm und Drang" pasado del músico (¡a pesar de haber pasado apenas 5 años!). Sibelius era sensible a las críticas cuando estas tenían su punto de razón, y parece claro que a partir de ese concierto perdió interés en la obra,. Obra que ya no volvería a interpretar, aunque parece ser que en más de una ocasión tuvo intención de revisarla.

Como muestra de esa falta de interés, el poema sinfónico no apareció en ninguno de los catálogos del autor con número de opus, mientras que si lo fue en cambio la versión del melodrama, a la que asignó oficialmente el número 15. Es por ello que escrupulosamente solo esta versión debería llevar ese número de catálogo, aunque las superposiciones de redacciones convierten en frecuente su utilización (incluyendo en este mismo blog) también para el poema sinfónico. Hay que apuntar también, relativo a la denominación de la obra, que en al autógrafo de la versión para orquesta completa Sibelius la titula "balada", pero tal título no apareció en el programa del estreno ni en ninguna de las otras ocasiones en las que la interpretó.

Aunque el melodrama tampoco se publicaría y/o revisaría, al formar parte de sus obras "oficiales" pudo ganar un poco más de difusión, pues se tiene noticia de otras ejecuciones del mismo en 1898 y en una fecha más lejana como es 1911, interpretaciones en principio sin el autor.

En los años 30, en el pináculo del reconocimiento del compositor dentro y fuera de las fronteras de Finlandia, Skogsrået volvió a salir del bosque del olvido durante un evento ceremonial, nada menos que la reunión de Norden, la agencia de cooperación entre las naciones nórdicas, que el 27 de octubre de 1936 organizaba un acto de apertura con discursos de los participantes. Georg Schnéevoigt, entonces ya director en la Filarmónica de Helsinki, heredero de Kajanus, dirigió el poema sinfónico en el Centro Ferial de la capital del país. Como los discursos iban a ser retransmitidos por radio, la organización pidió al director que la pieza no durara más de 15 minutos, por lo que Schnéevoigt practicó cortes en la partitura, que son conocidos gracias a copias de la particellas del evento. 

Se desconoce si Sibelius fue consultado sobre qué cortes practicar o incluso si autorizó desde su aislamiento en Ainola los mismos. Tampoco sabemos por qué el director pensó en esta partitura para el evento político-económico-cultural. Quizá, podemos especular con esta posibilidad: la leyenda de partida de La ninfa del bosque es un tópico folclórico común en los distintos países del norte. En todo caso, el rescatar la partitura se explica también en un periodo en el que Sibelius no proporcionaba nuevas partituras a estrenar, y los directores se interesaron por los antiguos éxitos que se guardaban en los cajones, como fue el caso también de Lemminkäinen opus 22 o incluso "Kullervo" opus 7.


Georg Schnéevoigt (1872–1947). Fotografía dedicada a la violinista americana Ruth Posselt en febrero de 1939.

En todo caso La ninfa del bosque quedó en los cajones hasta muchos años después de la muerte del compositor, al contrario que otras obras semiolvidadas. Con excepción del arreglo parcial de la sección final (como decíamos en realidad una rareza), no se volvió a interpretar hasta los años 1990s. No fue hasta el proyecto del sello sueco BIS de grabar la obra completa del músico y la labor encomiable de Osmo Vänskä (y de Folke Gräsbeck y otros muchos artistas y expertos del sello en otros trabajos) de rescatar las notas del autor finlandés cuando volvió a emerger la obra. En un disco sin duda histórico de la fonoteca sibeliana, Vänskä presentó de nuevo al mundo ambas versiones de la obra. Tras consultar con la familia del compositor, el propio director reunió y transcribió ambas versiones, que grabó en enero de 1996 y presentó en abril de ese año en concierto al mundo. El disco fue una sensación, siendo los responsables de un inesperado entusiasmo por la pieza y en parte de la renovación del aprecio de la música de Sibelius. Lo cual no deja de ser paradójico, pensando en que las debilidades objetivas de la obra; pero en cualquier caso sus por otra parte extraordinarias cualidades y ese toque "especial" lo justifican.

La obra ha seguido tocándose en concierto a pesar de su longitud, y otros directores, como veremos en la discografía, se han atrevido a intentar replicar la magnífica primera grabación. Curiosamente el propio Vänskä la volvió a grabar una década después, y en parte por un pequeño detalle musicológico: la edición de Wicklund rescataba un único compás que a Vänskä se le había traspapelado en su recopilación de la partitura. Tal compás pasa completamente desapercibido al oyente, salvo que consulte muy atentamente la partitura. Pero lo escribió Sibelius, y esta soberbia composición no podía prescindir de ella. La ninfa del bosque robó a todos el corazón, y no lo devolverá jamás...
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capítulo siguiente (2): análisis
capítulo (3): discografia

¿Alguna vez estuvieron en guerra españoles y finlandeses?

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No cabe duda que entre Finlandia y España existe una buena relación, dentro del seno de la Unión Europea. Antes de eso las relaciones directas entre ambos países nadie podría recordar que no fuesen cordiales. Distantes, esporádicas, limitadas a determinados intereses, como los comerciales, los académicos, el turismo... pero los vínculos nunca parecen haber sido más que positivos, de cierta atracción aun en la distancia. Desde las Cartas finlandesas de Ángel Ganivet (testimonio de la Finlandia del final del dominio ruso desde el punto de vista de un autor noventayochista) ha habido esfuerzos por un conocimiento mutuo entre ambos países, que habitan en los límites extremos de la geografía europea. 

Pero ese conocimiento, suplido muchas veces por tópicos en su mayor parte incorrectos cuando no muy injustos, todavía es mínimo. Muchos de nuestros lectores se verán sorprendidos de la anécdota histórica (eso es, una anécdota que no se puede magnificar) de que españoles y finlandeses llegaron a enfrentarse en batalla. Fue en el marco de la Guerra de los Treinta Años (la lucha entre católicos y protestantes de... ¡ya hace 4 siglos!), en terreno alemán, siendo los efectivos finlandeses parte de las tropas suecas (pues fue una época en la que Finlandia era parte de la corona de Suecia), que formaban el cuerpo de caballería de los hakkapeliitta, un nombre que en el país nórdico es sinónimo de heroismo (Sibelius recoge esa época en uno de la Música para las celebraciones de la prensa, donde traslada al pentagrama una evocación de esa guerra, escogiendo, y no por casualidad, un ritmo curiosamente de bolero...)


¿Quién ganó esa batalla? Dejemos la narración al siguiente artículo de Àlex Claramunt, muy interesante, sobre todo para los interesados en la historia militar:


Desde entonces los caminos de finlandeses y españoles no parecen haberse cruzado en el campo de batalla. Existen referencias de que efectivos finlandeses y españoles (de la División azul) pudieron coincidir en la batalla de Leningrado, en una situación de la II Guerra Mundial en la que ambos países participaron de manera muy tangencial. Hasta donde hemos podido encontrar no existe confirmación de tal coincidencia más que alguna nota de prensa propagandística (y posiblemente falsa), aunque sí que parece más verosímil el testimonio de algún militar español trasladado a Helsinki para ser operado de heridas de guerra durante la contienda. Pero no parece haber una investigación en profundidad. Si el lector conoce alguna, sería interesante que la comportiera.

En todo caso, todo aquello queda en el pasado y para los libros de historia y las anécdotas. Celebremos en el Día de la Hispanidad, en el año del centenario de la independencia de Finlandia, que ambos países son amigos, y que la historia nunca merece la pena ser recordada para dividir, sino para conocernos mejor y reforzar la fraternidad, y ayudar,antes que a separar, a unir los diferentes pueblos .

Skogsrået (La ninfa del bosque), poema sinfónico y melodrama opus 15 (1894-1895): 2. Análisis

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En los poemas sinfónicos de Sibelius la relación entre los programas literarios de la mayoría de estos trabajos y sus partituras es tenue: la idea extramusical es "inspiradora" de la atmósfera de la obra programática, y raramente ofrecen términos narrativos. No suelen "contar historias", sino ofrecer un retrato global. Internamente la música se organiza con una forma clásica o con una forma que fluye a partir de la naturaleza de los temas o, más comúnmente y como es propio del autor, una solución entre ambos extremos. Solo quizá el devenir musical de La hija de Pohjola opus 49, o de Lemminkäinen opus 22 sigan algo más de cerca su programa, pero en cualquier caso éste está lejos de determinar el discurrir absoluto de la música, como puede suceder por ejemplo, con Así habló Zaratustra, Don Quijote o Una vida de héroe de Richard Strauss, que en sus partituras cada una de sus respectivas secciones lleva un texto descriptivo. Los poemas sinfónicos de Sibelius vienen acompañados a modo de sugerencia de su solo título (como en Una saga opus 9) hasta unos pocos versos de talante evocador antes que descriptivo (como en Tapiola opus 112).

La ninfa del bosque opus 15, como poema sinfónico, supone una excepción, una rareza entre las obras de dicho género, porque estructuralmente está delimitado por el poema que lo inspira (que de hecho se hizo repartir a los primeros oyentes de la obra en su estreno). El marco formal de la partitura se corresponde con los episodios de los versos de Rydberg, sin que exista una estructura musical prefijada que los encauce. 

La forma, la estructura de hecho de la obra sigue casi literalmente la secuencia del poema, aunque no verso a verso ni entrando en detalle, aunque si su progresión dramática. Ni en los poemas sinfónicos compuestos antes (En saga y Canción de primavera opus 16, que carecen de programa, o en los movimientos orquestales de "Kullervo" opus 7) ni mucho en los trabajos posteriores (donde primará la expresión libre de los temas y las búsquedas formales, sonoras, etc.) compondrá una obra con esta disposición. 

¿Cuál es la causa de este hecho? Como habitualmente en nuestro autor no existe una explicación única e inmediata. Tras postularse a sí mismo como "pintor musical" en el verano de la "crisis wagneriana", Sibelius ha optado por seguir el modelo de Liszt. Pero al aproximarse al modelo del genial compositor húngaro quizá lo ha hecho casi de una manera naïf, primando el contenido poético de un modo mucho más literal de lo que el propio compositor centroeuropeo había hecho de facto. Esos días estudió la Sinfonía Fausto, y es muy posible que en Viena o en el propio Helsinki (con la orquesta de Kajanus), hubiera podido escuchar alguna de las míticas obras lisztianas, pero está claro que en estos momentos no había sido capaz de aprender en profundidad la profunda relación motívica y los procedimientos de unidad que contienen el propio Fausto (que parte de los mismos temas para sus tres tiempos), la Sinfonía Dante o Los preludios. Algo que sí asumirá como propio de su proceder en las obras posteriores, desde el Lemminkäinen que terminará al año siguiente del estreno de Skogsrået.

El hecho de la existencia del melodrama puede haber influido también en la falta de estructura musical de la obra. Aunque como sabemos, a pesar de la afirmación del propio autor, la balada fue la versión primordial, y el melodrama un derivado contingentemente concluido antes, quizá la idea de tal versión narrada pudo influir en la arquitectura que imprimió en el poema sinfónico. Pero lo más probable es que fuera la situación inversa: que la total adecuación del poema sinfónico a la obra literaria pudiera sugerirle a Sibelius la idea de emplear los versos de Rydberg de manera mucho más directa (como de hecho se sirvió de ellos como "programa de concierto").

Apenas se pueden establecer, salvo si queremos forzarlo mucho, relaciones motívicas entre los distintos temas de la obra, algo que Sibelius sí cultivará con pasión en todas sus grandes obras (aun en obras más modestas), desde los poemas sinfónicos hasta las sinfonías, poniendo en la búsqueda de la unidad sus mayores esfuerzos. 

Cuando posteriormente contempló esta debilidad de la obra, parece ser que la contempló por encima de sus notables logros expresivos, sonoros, y el impacto que sí consiguió. Esto explicaría por qué retiró a la balada el número de opus, dejándoselo al melodrama, y por qué atribuyó la primacía al melodrama en su relato de los hechos: las demandas de una obra con narración explicaría la estructura poética de la obra, y haciendo derivar la obra para gran orquesta de ella, se entendería esa dependencia del poema mejor que si reconocía que simplemente siguió fielmente los versos siempre.

No obstante, como apuntábamos, la obra, sobre todo en su versión primigenia como "bala", es indiscutiblemente una obra de grandes logros. Los defectos no superan a unos ojos mucho menos hipercrítico que los de su propio autor a sus virtudes. Al igual que sucede con "Kullervo" opus 7, vemos a un Sibelius desbordado por la inspiración y por la búsqueda expresiva por todos los medios. Ambiciosa, y quizá en extremo, sí es esta Ninfa del bosquepero una vez que se tenga en cuenta que se trata de una obra primeriza, y obviando la comparación con éxitos posteriores, encontramos una partitura soberbia, que tiene capacidad para emocionar al oyente, transportarlo a un mundo de fantasía donde conviven naturaleza y magia, y emocionarlo profundamente ante la desgraciada suerte de joven Björn.


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Yéndonos definitivamente a esa estructura sobre la que hemos discutido en extenso, este sería el esquema formal de la obra

    Alla marcia / Do Mayor → Björn
    Vivace assai — Molto vivace / la menor → El bosque, su magia y las criaturas que lo habitan
        [Tempo primo / Do Mayor modulando a do menor-Mayor]
    Moderato / Do Mayor-menor → La ninfa y el encuentro amoroso 
    Molto lento / do♯ menor → Lamento de Björn por el corazón robado

Cada sección de la obra obedece un sector del texto: la primera mitad de la primera estrofa a la sección inicial, la segunda mitad y la segunda estrofa a la segunda sección musical, y la tercera y la cuarta a las respectivas localizaciones de sendas partituras (no hay una correspondencia de cada estrofa con cada sección estrictamente, como se puede leer en algún comentario). 

La orquestación de la versión es amplia, romántica, incluyendo una amplia sección de percusión no muy habitual en el Sibelius maduro (excepto en alguna música incidental o similar). No obstante, vemos un progreso enorme respecto a "Kullervo". Sibelius ya es en La ninfa del bosque un buen orquestador, aunque aún tendrá que refinar y ahondar en su propia personalidad orquestal, única. El viento, en especial el metal, es prominente, aunque la cuerda se permitirá grandes despliegues, incluyendo divisi de muchas partes y notables solos, un rasgo ya muy sibeliano. La plantilla de la orquesta, una gran orquesta en suma, es la siguiente:

   2 flautas (y piccolo), 2 oboes, 2 clarinetes (y clarinete bajo), 2 fagotes
   4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones
   timbales, percusión (triángulo, bombo, címbalos, pandereta)
   cuerda

Armónicamente la obra tiende a ser bastante sencilla, más allá de la peculiaridades sibelianas (fundamentalmente la modalidad destacada y acordes con funciones distintas a las tradicionales). Llama sumamente la atención su estatismo, ya que cada sección no solo tiene un tono casi único, sino que incluso hay en la partitura cadenas de decenas de compases basadas en un único acorde, dejando los cambios a la motívica y los distintos tejidos de figuras e instrumentaciones. Este hecho casi parece acercarse al minimalismo según el experto Veijo Mutomäki, que le hacen pensar incluso hasta la célebre Tercera sinfonía de Henryk Górecki.


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La primera sección del poema sinfónico corresponde con el retrato del joven Björn. Reproducimos los versos del poema de Rydberg que se corresponden con esta sección, tanto en la balada como en el melodrama:


Björn era un fuerte y guapo muchacho,
con poderosos y anchos hombros,
con un talle más estrecho que otros hombres,
tales cosas molestan a las sórdidas huldras.

El retrato musical se hace a modo de una marcha (el tempo inicial se indica de hecho con un Alla marcia), en un diáfano Do Mayor y ritmos con tresillos. La sección tiene un único tema, entonado fundamentalmente por los metales y acompañado por la cuerda en trémolo. La elección de una marcha de tintes heroicos puede explicarse por la supuesto origen del tema musical en el boceto para otra obra, pero lo cierto es que años antes, en su primeriza suite para piano Florestan JS. 82 de 1889, ya había caracterizado al joven que acude al bosque, donde se encontrará con una ninfa acuática, con una marcha. Allí la música sería melancólica, como corresponde al personaje de esa obra, pero Björn es en cambio asume un rol al que Sibelius quiere dar un porte más heroico. No hay que rechazar tampoco la influencia wagneriana o listziana al elegir esta caracterización musical. 

La partitura se inicia con un breve pasaje de cuerda que prepara el camino con motivos de fanfarria, que se van sumando entre sí para lograr un efecto de clímax con la llegada del tema (notas reales siempre en todos los ejemplos):

(cliquea en los ejemplos para verlos a mayor tamaño)

Mientras la cuerda acompañará de la manera indicada, los trombones y clarinetes expondrán el tema principal de la sección, con su indudable toque fanfarria, un tema amplio y dispuesto a imponer su fuerza:


Este tema, el "tema de Björn", se expande notablemente, como una melodía infinita, sumándosele más secciones del metal y también instrumentos de la sección de las maderas para darle un toque más suave. La armonía como decíamos permanecerá estática, sin salirse nunca del Do Mayor y sin ni si quiera un solo cromatismo. Pero de vez en cuando, cuando sus acordes son los menores de la escala, aporta cierto son melancólico:


La crítica unánimemente ha relacionado esta marcha con Karelia (en especial con su Obertura opus 10), donde encontramos dibujos muy parecidos, los paradigmáticos tresillos y su rotundo y luminoso diatonismo. 

Con solo mínimos giros melódicos y suaves cambios de orquestación y de dinámicas, la música se prolonga hasta que el tema en sí vive una repetición (coloreada con flautas - y el piccolo -, oboes y clarinetes), justo en el momento en que la entra la narración en la versión de melodrama. Esta repetición será completa, pero que se irá apagando sonoramente poco a poco. Toda esta primera sección de la balada, por cierto, es prácticamente idéntica, salvo algún detalle y lógicamente la instrumentación, a la versión con recitador. 

Mientras las trompas en triple piano aletargan el final del tema con un morendo y una nota prolongada, las cuerdas se desplazan de su perpetuo acompañamiento hacia un muy sencillo enlace, un simple arpegio que pasa del Do Mayor anterior a su relativo, la menor. Lo que podría ser una transición casi ligera, Sibelius la ha transformado a base de persistir en ella en un aura que prepara el camino a la atmósfera agitada de la segunda sección:


La segunda sección del poema sinfónico y del melodrama se corresponderá con los siguientes versos del Rydberg:


A una fiesta iba una tarde de otoño,
cuando la luna brillaba sobre árboles y rocas,
y el viento soplaba, 
con su jey y su jo,
sobre el pantano y el bosque,
sobre la arboleda y la landa;
entonces él sintió algo embrujado en su ánimo,
mira al bosque y no tiene reposo, 
mira hacia la bóveda del cielo
pero los árboles señalan y se inclinan,
y las estrellas parpadean y miran:
"¡entra, entra a la aullante foresta!"

Él va, obedeciendo el oscuro mandato,
voluntariamente, pero forzado;
pero los enanos del bosque, bajo el más negro atuendo,
con peligrosa astucia en el brezal,
tejen una red de rayos de luna
y de la sombra de balanceantes ramas y tallos,
una red temblorosa
entre el ramaje y el matorral,
en pos de los pasos del caminante,
hasta que él llega
y se burlan con voz muy ronca del cautivo.
En sus escondrijos despiertan el lobo y el lince,
pero Björn sueña con el canto
que suena entre los ruidosos pinos,
y suspiran, le llaman y le invitan:
"¡ve a las profundidades, a las profundidades de la ilimitada foresta!"

Correspondiendo con la extensión de los versos, es esta la sección más extensa de la partitura (302 compases de los 639 totales, y alrededor de un tercio del total en la ejecución), y quizá la más dramática y rica en elementos.

El primero de ellos es un tema, con un tempo mucho más acelerado, que parece dibujar los seres misteriosos que habitan la foresta. Por ello lo denominaremos tema "de las criaturas del bosque". Su música, una célula de danza variada y repetida hasta la saciedad, se toca en los clarinetes de sonoridades ásperas, acompañados por pedales y demás auras del resto de la cuerda, y manteniendo siempre el mismo acorde de la menor:


El tema como decimos conserva la misma disposición rítmica repetida que le da un indudable carácter de danza popular obsesiva, con una escala menor melódica que acentúa el ascendente folclórico. Por sus características síncopas se le ha asociado con una danza rusa (sin que podamos ver ninguna maligna referencia política a los dueños de la Finlandia de entonces). Por paralelos (Grieg, Wagner, Liszt y su propia canción de juventud) no es difícil adivinar en esta música una caracterización de los dvergar, los enanos u otros entes elementales similares que habitan el bosque. Pero también es de señalar la presencia desde el principio de esas auras de la cuerda como representadoras del sonido y la presencia del bosque mismo, como iremos confirmando a lo largo de toda la sección.

Inmediatamente a la hosca música de los clarinetes responde un segundo tema en la cuerda, con un inconfundible modo dórico: 


Sin perder figuraciones de danza, el tema acentúa su toque ancestral por su manifiesta modalidad. En este caso no es posible concretar al punto la referencia extramusical para este tema, aunque su diseño recuerda vagamente al tema de Björn. Sí vemos cómo las texturas de acompañamiento se vuelven más tensas y variadas (sin salir del acorde de la menor). 

Hemos de fijarnos especialmente en la figura de blanca con doble puntillo — blanca con amplios saltos de octavas en las violas, que se encontrará como veremos constantemente a lo largo de la sección, en ocasiones como protagonista en solitario. Esta figura parece corresponderse bien con las evocaciones de los sonidos sobrenaturales del bosque, en especial en lo referido al "aullido de la foresta". Es posible que tenga su ascendente en El holandés errante de Wagner (como otros momentos de la sección), que Sibelius habría escuchado en Berlín (aunque no disponemos de ningún comentario del autor en la bibliografía sobre lo que opinaba de la obra).

A partir de la presentación de los dos temas, y tras oír la figura del "aullido" en solitario, todos los elementos se van a suceder, superponer, y fragmentar entre distintos instrumentos de la orquesta. Las diferentes figuras de aura, que cobran figuras cada vez más destacadas y fantásticas, con extensas pedales y la presencia de un aterrador redoble de bombo en el fondo de la sonoridad. El acorde de la menor tampoco va a cambiar durante buena parte de esta sección, casi minimalista como comentábamos, pero las distintas disposiciones de los mismos elementos, incluyendo la imaginativa orquestación y el ritmo trepidante, van a alejar hasta hacerla imposible toda monotonía. 

El tema de las criaturas del bosque y el aullido, se mezclarán finalmente entre sí y con grandes escalas cromáticas tormentosas, mientras las trompas y sus notas a contratiempo apuntalan los ritmos sincopados desenfrenados:


La armonía alterna ahora la tónica con la subdominante dórica (Re Mayor) para evitar la saturación de la tonalidad y acentuar el toque de danza. El tema "de las criaturas del bosque", que hasta ahora había estado en manos de la madera, alcanza toques casi grotescos cuando es tocado por fagotes y contrabajos, o con enloquecidas variantes canónicas en los oboes, mientras que el tema dórico alcanza su paroxismo cuando es entonado por la parte aguda de los violines (acompañados de los contratiempos del metal). La orquesta en pleno, con sus escalas cromáticas y todo tipo de figuras, como las agudas pedales de la madera, retratan de manera plástica y espeluznantemente el mundo sobrenatural del bosque primordial.

Un primer clímax de la sección llega con unos heladores trinos de violines y violas, en torno a la armonía del acorde de séptima con séptima, o más correctamente teniendo en cuenta el estilo modal del autor, una tónica con sexta dórica añadida:


Este ambiguo acorde superpone por tanto las armonías escuchadas hasta ahora, pero logra un efecto en verdad siniestro, al que se suman ecos, como malignos comentarios o risas, de los "seres del bosque" en las trompetas, un pasaje realmente sobrenatural e inhumano que consigue electrificar al oyente... 

Lejos de cesar, la agitación se transforma en frenesí cuando el tema dórico alcanza su delirio, y la orquesta en pleno (incluyendo los platos) suma y suma voces a la red de brujería que ha trazado el bosque viviente sobre el infeliz Björn. 

El "aullido" se hace unánime en toda la orquesta y en triple forte, en un fragmento de nuevo cargado de una energía espectral absoluta. Pero todo el hechizo del bosque se ve contrarrestado cuando aparecen súbitamente unas redentoras fanfarrias:


El pasaje tiene cierto ascendente wagneriano (pensamos en Tannhäuser o más probablemente el segundo acto de Lohengrin), pero ya se ha incorporado al lenguaje sibeliano. Más que fijarnos en los antecedentes de estos dibujos, nos resultarán más proféticas en cuanto a que aparecerán en las más momentos señalados del futuro, como en las Scénes historiques opus 25, en Cisneblanco, El bardo opus 64, de forma muy destacada en los primeros movimientos de la Cuarta sinfonía y el de la Quinta, con su enorme valor dramático. Pero sin duda el paralelo más directo se encuentra con un pasaje casi análogo de El cisne de Tuonela opus 22 nº2, donde aporta un mismo rayo de humanidad y heroísmo terrenal, en la espesura de un mundo de irrealidad y pesadilla (Ej. IId en el post enlazado). 


Todo este desarrollo de la sección no se encuentra en la versión del melodrama. En realidad allí no lo hará desde poco antes del pasaje de los trinos de violines y violas hasta el final de la sección, que en la partitura con recitación se apaga con repeticiones de los motivos principales.

Volviendo a la balada, tras este ataque victorioso, vuelve el tema en Do Mayor de la primera sección. No puede encontrarse un momento del poema que justifique esta "victoria" y este retorno del héroe, aunque quizá Sibelius simplemente quisiera hacer notar su presencia en medio de la trama de hechizos del bosque. Puede que aquí sí que estuviera pensando en términos puramente musicales y no programáticos, logrando así el efecto de una maravillosa y dramática reexposición. 

Sin embargo, la fanfarria de Björn, como afectado por la enorme agitación anterior se ha sumergido en un frenesí del que no puede escapar, adopta una derivación un tanto extraña (metales): 


La orquesta, incluyendo un redoblante timbal, es más plena y mayestática que en su aparición inicial, y ciertamente da sensación de triunfo frente a las perversidades de la foresta... 

Tras extinguirse el tema de fanfarria y sobre la pedal de do que había acompañado el final de este Tempo I, surge un nuevo motivo en la cuerda, nervioso, y agitado, que jugando con la escala menor melódica (como con el tema "de las criaturas del bosque"; Ej. 5), introduce armonías para un viaje a futuras tonalidades:


Las maderas responden a este diseño de nuevo modal, para modular (a través de tritonos) a todos distantes, produciendo una variedad armónica hasta ahora inédita en el poema sinfónico, con dibujos extravagantes e imaginativos, y alternancias elípticas de acordes. No podemos dudar que estamos antes el compositor de la futura Cuarta sinfonía

Este motivo "retorcido" va fluyendo a otro motivo (ya anunciado en el este extenso desarrollo relacionado con el tema dórico - del Ej. 6 -), que mezcla una característica apoyatura inicial con un tresillo propio de la fanfarria de Björn (subrayada por las trompetas), y que en la armonía alterna sin acordes intermedios do♯ menor y la menor, su sexta minorizada (una relación favorita en Sibelius): 


En el último acorde del ejemplo anterior vemos como se arpegia el acorde de Do♯ Mayor, que habría queda definitivamente afirmado, hasta un tétrico acorde de la menor con sexta dórica añadida en el tutti de la orquesta que deja cierta sensación de indecisión armónica (casi bitonal).

Tras un silencio indicado con calderón (y la expresión "Lunga"), llega el momento de una  transición hacia la tercera sección, que ya en sí, como el silencio, parece integrarse en  lo descrito del poema, cuya tercera estrofa sirve de inspiración a toda esta tercera parte:


Súbitamente calla ahora el suspirante viento,
y encantadoramente veraniega es la noche,
y el aroma emana del floreciente tilo
junto a la hondura del estanque durmiente.
En la sombra se escucha el ruido de un crujido:
allá ondea una túnica cortada y blanca como la luna,
allá se agita un brazo,
tan suave y rollizo,
allá palpita un seno,
allá susurra una boca,
allá se sumergen dos ojos en los tuyos
y juegan, tan azules, a una fe eterna
que todo recuerdo aletarga;
te invitan al entumecimiento y al olvido,
te invitan a dormir y a soñar 
en el descanso del amor, en la acunadora y adormeciente foresta.

Este enlace (casi ausente en la versión del melodrama, siendo ahí dos simples acordes atmosféricos) consiste en una evocación descendente del "aullido del bosque", mezclado en las cuerdas divisi que plantea ya el singular acompañamiento sincopado (de nuevo favorito de Sibelius) del que será el tema principal de la tercera sección: 


En Do♯ Mayor, con pequeñas ambigüedades a do♯ menor y en un tempo tranquilo (Moderato), se expone un extenso tema (más extenso por sus largos valores incluso) que será el protagonista absoluto de la sección. Sin duda canta el encuentro amoroso con la ninfa del bosque, quizá incluso la propia ninfa.

El tema, entonado por un cello solo, doblado por una trompa no literalmente (con ciertos efectos de eco incluso), tiene un dibujo circular, con pequeños cromatismos y giros casi propios de una sensual danza (aunque a un ritmo infinitamente lento) y largas notas prolongadas que en ocasiones se convierten en tensas apoyaturas. Aún más singular es su sincopado acompañamiento, con las cuerdas divididas en tres partes de primer violín, dos de los segundos, dos de violas,  dos de violoncelli más una de un cello solo, y contrabajo solo. La última parte de ambos violines (en dobles cuerdas además), la segunda de violas y el contrabajo completan el acorde sincopado, mientras el resto de los violines (¡también en dobles cuerdas!), la primera de violas y la segunda de celli lo realizan en trémolo. Además la primera de cellos realiza en pizzicato un bajo de quasi-vals. Toda esta gran estructura para acompañar al languideciente tema y crear una sensación de vibrante sensualidad sonora:


La armonía permanece también estática, primero en la tónica (con el cello/trompa solistas alternando la séptima mayor y menor o mixolidia), luego en la dominante. Ese estatismo de insistencia armónica, unido a las sonoridades orquestales, crea una sensación impenetrable, de una voluptuosidad casi opresiva. 

Tras regresar a la tónica, la armonía imperceptiblemente (pues se mantienen las pedales de tónica) pasa al tritono y después  a un sexta napolitana como una prolongada apoyatura, con la nota característica del acorde (un re ) en la melodía del cello/trompa. El resultado es casi un acorde tristanesco, pero que lejos de la anhelante sonoridad wagneriana causa en esta obra una extraordinaria turbación y sensación inquietante, casi maligna incluso (aquí Sibelius logra reflejar de manera plena lo que implica psicológicamente esta escena amorosa en la realidad última: el vicio culpable).

El discurso musical deriva con fluidez (aunque no sin cierta sorpresa) a una atmósfera más ligera, y a un ritmo algo más rápido, para comenzar un nuevo pasaje, aunque derivado de todo lo anterior (de nuevo unos compases ausentes en el melodrama). El tono se verterá en la danza que hasta entonces solo estaba implícita. Y lo hace con un nuevo motivo en las maderas, más animado, con un indudable giro de melodía rúnica, respondido por el cello con nuevas formas de su propio tema: 


Este fragmento de danza se va a mover fundamentalmente en fa ♯ dórico o la tónica menor, y aun nutrido de tónicas y de la figura sincopada, expone una mayor variedad sonora y viveza, derivando ahora sí en un quasi-vals remarcado por el pizzicato de los celli, el diálogo entre ese motivo rúnico y las respuestas que rememoran el tema principal de la sección.

Un pasaje muy parecido (incluyendo su pizzicato) remonta esta música al Impromptu opus 5 nº6 para piano de 1893, que curiosamente retomaba material también de un melodrama"Noches de celos" JS.125, donde el pizicatto emulaba en sonido de un laúd y la vocalise la voz de una amada del pasado.

El frenesí de la danza, y esa mezcla de placentera dicha y melancolía infinita anticipa el Valse triste opus 44 nº1, pero cuando la música alcanza casi el stretto y la caída total en brazos del amor, un repentino Presto arroja un pasaje bizarre de grados descendentes:


El fragmento, completamente extraño y sorpresivo, está entonado en lo melódico por el unísono de las maderas y una percusión casi berloziana, y nos retrotrae al Sibelius más atrevido y experimental de la primeriza Scène de ballet JS.163, Kullervo opus 7 o la versión original de Una saga opus 9. Pero su carácter mismo es muy ajeno, orientalizante según algunos comentarios. Sin duda el compositor piensa aquí en el culmen de la relación amorosa, pero también en su carácter perverso y/o sobrenatural, quizá sugiriendo aquellas disonancias cognitivas de los relatos folclóricos que permitían al que lo oía descubrir que el personaje se hallaba ante un ser no humano (como una cola de animal o una espalda de árbol). De igual manera, no sería imposible que este presto procediera directamente de algún boceto para el proyecto de ópera verista que pudo alimentar parte de la música de esta obra (en concreto alguno referido a la danzarina exótica del argumento concebido).

Tras un brusco silencio y sin solución de continuidad continúa una simple vuelta al tema principal de la sección, con un acompañamiento muy similar. El cambio podría parecer sobre el papel un tanto tosco, tanto como la "desviación" anterior, pero lo cierto es que funciona, y lejos de acentuar la falta de unidad de la obra logra un efecto dramático de primer orden con la vuelta de la sensualidad etérea e irreal del tema, otorgando a la música un tono aún más onírico y alejado del mundo. 

En el acompañamiento como decíamos hay cambios mínimos: las dos primeras partes de los violines primeros en pizzicato realizan un arpegio de tónica con una séptima menor/mixolidia añadida, mientras la tercera parte de ese divisi entona una singular referencia al diseño del "aullido", mientras que el bajo en pizzicato adopta una figura menos "valseable". 

Finalmente el tema, que ha incorporado algo de la danza central (Ej. 15) en ocasiones,  se apaga congelándose, prologándose el acompañamiento desnudo unos cuantos compases, como desvaneciéndose. Su ritmo finalmente enlaza a la perfección, como un consecuente lógico, a un anuncio del tema de la sección final:


Este enlace es muy simple, como el encontrado entre la primera y la segunda secciones, pero igualmente efectivo (y en este caso sí aparece en la versión de melodrama). Llega el momento de la trágica estrofa final del poema:


Pero aquel cuyo corazón una ninfa del bosque roba
nunca más retorna:
en los sueños bajo la luz de la luna que su alma añora
no puede amar a una esposa.
Aquellos ojos azules en el bosque nocturno
han sacado su mente de la grada y el arado,
no puede sonreír
ni divertirse como antes,
y los años se ven
entrar a su puerta,
pero no encuentra ni niños ni flores;
tristemente envejece en una casa vacía,
alrededor del hogar los asientos permanecen desocupados,
y no espera nada de los años,
tan solo espera la muerte y el féretro,
atiende con inconsolable dolor al sordo sonido de la foresta.

La última parte de la obra, está dominada por un único tema, un tempo grave en do♯ menor, y acentos de marcha fúnebre:


Sobre un acompañamiento de amplios acordes (aunque de armonías sencillas) a ritmo marchable, se alza un lamento cromático con toques vocales en la melodía, entrecortado y de gran expresividad. Puede verse como un reverso del tema de Björn tanto por su tópico musical de marcha como por el dibujo del tema mismo, aunque la semejanza no sea muy directa. En su progresar vemos un intervalo característico de quinta rebajada en lo melódico, un acorde de sexta napolitana que enlaza, y sin duda no por casualidad, con aquella apoyatura de las prolongaciones del tema en la sección amorosa. 

La melodía es repartida, siempre al unísono, entre distintos registros de la orquesta, como también los acordes de acompañamiento. Tales acordes masivos serán poco frecuentes en el Sibelius maduro, y explican muy bien por qué esta sección pudo ser arreglada para piano. En todo caso, recordemos también la posibilidad de que esta marcha fúnebre estuviera concebida en origen para el proyecto de ópera nunca realizado del verano de 1894.

El tema se prolonga melódicamente con una sensación de absoluta libertad - o más bien abandonado a la desesperación -, adquiriendo un dibujo de cadenza vocal, de aliento trágico por su visita a tonos lejanos, acompañado de lacerantes sonidos en el resto de la orquesta:


Esos tonos lejanos son derivados de la sexta napolitana, permitiendo acentuar su color trágico sin alejarnos de la tonalidad (ciertamente hay cierto toque barroco en todo ello). Este pasaje de ampliación está ausente del melodrama, que enlaza en aquel con la nueva entonación del tema de esta sección en ambas partituras, presentada con el unísono de varios instrumentos.

Tema y acordes de acompañamiento van adoptando una dimensión en crescendo cada vez más masiva, del mezzopiano inicial hasta el fortissimo, con el bombo y los platillos (por una vez Sibelius prescinde de su percusión predilecta, los timbales), alcanzando la música una cota de absoluta desesperación y dolor.

Con acordes triádicos (evocando quizá las fanfarrias de Björn, con un sonido ineludiblemente fúnebre ahora), la música finaliza bajo un triple forte de toda la orquesta, dejando una sensación de absoluto fatalismo y dolor en el oyente.


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Sintetizamos y ampliamos lo que hemos comentado a lo largo de todo el aquí en torno a las diferencias entre la balada y el melodrama el melodrama. En general este último es mucho más episódico, sin pretender la unidad ni crear enlaces, sustituidos por silencios en su mayor parte. Además los desarrollos y ciertos temas secundarios están completamente ausentes de la versión con recitación, que así parece un "resumen básico" del poema sinfónico.

En cuanto a cada sección:
   I.  Acorta ligeramente la sección, aunque permanece como la más similar en la comparación entre ambas versiones.
   II. Muchas figuras colorísticas se ven simplificadas o sustituidas por escalas o arpegios. Se suprime todo el pasaje desde el trémolo hasta el final, incluyendo el "desarrollo" (la repetición del tema de Björn y todos los temas secundarios), enlazando con algunos pasajes del final. Se elimina completamente el enlace con la sección siguiente, que sustituye por una modulación de acordes "etéreos" de cuerda.
   III. Suprime toda la parte central del "vals", y muchas de las figuras de la orquestación (a su vez impone el tema en los violines, algo que en el poema sinfónico nunca se da). El resultado es bastante más redundante que en la versión para orquesta completa.
   IV. Está ausente toda la ampliación central, enlazando directamente con la coda, aunque la fluidez está más lograda. 

En cuanto al arreglo para piano, De La ninfa del bosque, recordar tan solo que se trata de un arreglo de la última sección del poema sinfónico, por lo tanto contiene también su prolongación central. Como afirmábamos antes la masa de acordes se adapta perfectamente al teclado, aunque solo melodía brilla más en los instrumentos de la orquesta. En todo caso es un arreglo acertado: la primera sección sería adaptable también, aunque sin los metales perdería mucho de su brillo. Puestos a imaginar, sería posible también una versión para cello y piano de la tercera, aunque en este caso perdería la magia de los divisi de la cuerda, de los que obtiene mucho de su genialidad.
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Para ilustrar este análisis, contamos con una magnífica y vibrante interpretación del poema sinfónico/balada en directo de Okko Kamu dirigiendo a la Sinfónica de Lahti (la orquesta que reestrenó la obra en tiempos modernos):



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Capítulo anterior (y 3): discografía [próximante]

Tolkien & el Kalevala: ensayo premiado por la Sociedad Tolkien Española

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Quisiera compartir con todos nuestros lectores la noticia de la concesión del primer premio de ensayo "Ælfwine" de la Sociedad Tolkien Española (STE) a un texto escrito por el autor de este blog, que vincula elementos de los relatos del Kalevala con los primeros textos del celebérrimo escritor inglés J. R. R. Tolkien en torno a su propio mundo de fantasía, la Tierra Media. 
En "La historia de Kullervo" (escrito probablemente a finales de 1914), Tolkien realizó su propia versión del relato del Kalevala

Dado que el Kalevala siempre ha sido uno de los fundamentos del blog, y aunque no esté relacionado directamente con la obra de Sibelius, creemos que puede ser de interés para los seguidores del blog:



Skogsrået (La ninfa del bosque), poema sinfónico y melodrama opus 15 (1894-1895): y 3. Discografía

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La resurrección de la partitura como ya hemos relatado es reciente, por eso no ha de sorprendernos que la discografía de esta obra sea escasa, y además el hecho de que el reestreno de 1995 produjese una grabación tan fabulosa, celebrada y premiada, ha apartado por el momento la gran necesidad de más grabaciones. Pero sin duda llegarán en los próximos años.

Dicho esto al referirnos a la versión de Skogsrået como poema sinfónico: la rareza de las versiones en forma de melodrama y del arreglo para piano del final ha producido solo un par de registros cada una, y en este sentido es más improbable que se amplíe mucho, aunque quizá en el caso de la versión pianística sí veamos alguna "propina" discográfica en el futuro.


Poema sinfónico (Balada)

Orquesta Sinfónica de Lahti
Osmo Vänskä
- BIS (1996)

La primera histórica e histórica grabación de la pieza. Director y orquesta están emocionados con el redescubrimiento, que interpretan como si fuera un estreno contemporáneo a la vez, sintiéndose identificados con el sentimiento de la pieza, y con la adoración de quien desentierra de la arena del tiempo un tesoro, que brilla como si hubiera sido labrado ayer mismo...  
La interpretación comienza con una serena exposición del tema de Björn, ilusionante y con un punto de candidez. La segunda sección es un puro delirio sonoro, con todos los instrumentos henchidos de la magia primordial del bosque. Vänskä hace explorar cada individualidad, cada nueva atmósfera, cada textura, animando el devenir musical además con un pulso incesante y siempre vital. El delirio de los trémolos llega a ser eléctrico, con un poder insospechado, atenazado por todo el rumor de fondo, que por supuesto el director finlandés sabe entender perfectamente. El acento dramático al contrastar la vuelta del tema del héroe es magnífico, y podemos sentir en efecto cómo estamos ante un extenso "relato", un recorrido por una verdadera leyenda. Las texturas del cambiante final de este episodio, al que el director sabe dar un aliento heroico, animan aún más si cabe la belleza de la música.
Si la fantástica segunda sección de la balada no fuera suficiente para sentir la magia, el solo doblado del cello en el aria amorosa consigue una atmósfera doliente, lánguida, morbosa incluso, llena de la sumisión ante el deseo... la danza central acentúa la melancolía, y la dota de cierto sentido ancestral, hasta el frenesí que ciertamente no tiene más adjetivos que el de perfecto. La parte final del episodio de nuevo es un acertado estudio de las texturas sibelianas, con el pizzicato mixolidio incesante y las apoyaturas excelentemente entonadas y realzadas. 
La parte final es de nuevo perfecta. El director finés sabe sacar todo su riqueza sonora y sus pequeños detalles antes de caer en la tentación de la masa de bloques, y revela todos los contornos dolientes del lamento del héroe, al que sabe sumergir en la desesperación y casi en la locura. Y aún en este dramatismo resulta enormemente bello. Magistral... un imprescindible de la discoteca sibeliana.

Interpretación: 9,5  • Estilo: 9,5  • Sonido: 8



Orquesta Sinfónica de Lahti
Osmo Vänskä
- BIS (2006) en distintos discos / también Sibelius Edition I

... y lo logró de nuevo. La segunda grabación de Vänskä y los de Lahti se basa ya en la edición JSW de Breitkopf & Härtel, que incorpora los cuatro compases "perdidos". Además se aprovecha de unos recursos de registro fonográfico muy superiores a la versión del estreno, y los años de profundización en el maestro y aun en esta misma partitura, que en cierta forma es "ahijada" suya. Por todo ello, técnicamente, tanto en la parte artística como la tecnológica, esta grabación sería superior, y en esos términos lo es. Pero ha perdido a cambio una pizca de su fuerza, algo de su Sturm und Drang, y la misma emoción de director y orquesta se ve algo más calmada y madurada aquí. De este modo, por muy poco y no sin dudas, hemos de poner esta grabación en el segundo lugar de nuestra clasificación.

Desde los primeros compases de la fanfarria podemos sentir el enorme placer de escuchar todas las sonoridades sibelianas a la perfección, cada detalle de la orquestación, cada dinámica suavemente delineada, dando un aspecto heroísmo cándido, casi angelical, al tema de Björn, lleno también de encantadores pequeños espacios para la melancolía....
La entonación de los clarinetes para arrancar la segunda sección resulta misteriosa, turbadora incluso, pero es en el contratema de la cuerda donde vemos ya la magia primordial y la red de hechizos. Si Vänskä sabemos que va a resaltar cada sonoridad sin caer en generalidades, no debe sorprendernos que todas las auras, pequeños motivos, ostinati y figuras dispersas de la sección, hagan acto de presencia, dando como resultado una sensación de inmersión total en el bosque que conecta este mundo con realidades ancestrales y ajenas al hombre... La intensidad dramática no desfallece, aunque su toque es algo más suave y menos salvaje que en la versión de 1995. En esta, el gran momento climático se reserva a las fanfarrias triunfales que anteceden al retorno del tema de Björn, un pasaje sobresaliente que sorprende por el efecto logrado a pesar de la aparente simplicidad de recursos que leemos en la partitura. El final de la sección se muestra especialmente bella y segura, ilusionante incluso.
La finura inmaterial de la transición hacia la tercera parte de la balada anuncia ya su absoluta poesía, una canción hipnótica y eterna con un rumor de fondo lleno de encantamientos. El logro de estas atmósferas se hace casi visual. El pasaje valseado se muestra de nuevo sonámbulo, ajeno al mundo, ni siquiera la danza exótica con la que acaba es capaz de levantarnos del sueño erótico y bucólica perversidad que nos ha atrapado. 
El lamento final expone su canto agarrotado y derrota, su queja inconsolable y la desesperación en su grado máximo, sin caer en la tentación de la gran orquesta aunque haciéndola sonar a pleno pulmón para cantar el lloro de Björn, hasta el seco y fúnebre acorde final. Fabulosa grabación... insuperable, salvo por sí misma...

Interpretación: 9,5 • Estilo: 9,5   • Sonido: 9,5 (SACD)


Orquesta Filarmónica de Helsinki
John Storgårds
- ONDINE (2010)

La grabación de la orquesta de Helsinki muestra la partitura sibeliana en el gran formato, con una versión muy sinfónica, impactante y eficiente, aunque palidece ante las de Vänskä, y de por sí sola no con el enfoque más delicado y comprensivo, hay que tenerlo en cuenta, que requiere la balada. La versión más extensa en cuanto a duración de esta a día de hoy breve discografía, por una sección final más prolongada de lo habitual. Storgårds graba también edición JSW, con la totalidad de la partitura original.

La marcha se produce a un ritmo algo acelerado, lo que la emparenta bien con la música de Karelia. El director finlandés cuida bien los timbres, y el acompañamiento de los violines se escucha plenamente, dando relieve y atmósfera a la música.
La segunda sección se plantea de una manera más abstracta y sinfónica, aunque sin el perder el dramatismo, Storgårds se recrea de los distintos dibujos que se encuentra a lo largo del relato orquestal. Aunque de lectura eficiente, la música no acaba de ser todo lo emocionante que podría, ni se acerca a los poderos hechizos que sí ha sabido conjurar Vänskä. Los clímax incluso muestran las suturas de la escritura sibeliana con demasiado realismo.
La tercera sección quizá sea la más destacada de la interpretación, con un tono lírico, seductor pero también muy oscuro, que sabe también tornar en pesadilla en la aceleración de la danza y el peculiar y rompedor frenesí del Presto.
Para la última parte el director finlandés ha optado como señalábamos por una versión muy lenta, solemne y ultrarromántica del lamento fúnebre, agarrotada y densa incluso, emparentando este fragmento con las sinfonías del paso del siglo (las dos primeras) del autor. Aunque así se logra un efecto sorprendente y no del todo ajeno, quizá resulte un poco excesivo y ahonda de nuevo en poner de relieve los defectos de la partitura en lugar de realzar sus cualidades. 
Con todo una de esas grabaciones que sería buena... de ser la única. Y ciertamente no lo es.

Interpretación: 7   • Estilo: 7  • Sonido: 8,5

Orquesta Sinfónica de Kuopio
Shuntaro Sato
- FINLANDIA RECORDS (2002)

Una versión bastante menos lucida de la partitura, aun antes de la publicación de la partitura (por tanto la segunda y con aquellos "compases perdidos"). Sato conoce bien el estilo finlandés de dirección, ya que trabajó unos cuantos años con los músicos del país, y realiza un registro idiomático, pero falto de entusiasmo más allá de la corrección.
El japonés nos ofrece una lectura contenida y luminosa de la fanfarria de Björn, mientras que para la sección de los terrores del bosque explora los colores y la fantasía del pasaje, sin querer dar más dramatismo antes que color, aunque tampoco sabe extraerles todo el jugo. Los pasajes más siniestros tienen una frialdad especial, lo cual no es necesariamente negativo. Los instrumentistas están muy correctos, pero el director parece que no es capaz de sacar todo lo necesario de la orquesta en cuanto a su pulso trágico. El final de la segunda sección adquiere un toque un tanto ligero, haciendo de él un pasaje singularmente alegre.
La tercera sección no es aprovechada tampoco en cuanto a timbres, un poco empastados entre el cello y la trompa en cuanto a la melodía, muy melancólicos pero sin tensión. El frenesí orientalizante resulta curioso por su lentitud, lo cual nos acerca curiosamente más a la idea de la danzarina exótica. La segunda parte de esta sección también adolece de cierta palidez y falta de dramatismo.
El final de la pieza redunda en las mismas ideas, siendo Sato más languideciente que fúnebre. En fin, ajustado pero sin pasar a la posterioridad.

Interpretación: 6  • Estilo: 7  • Sonido: [no comentamos la calidad sonora al haber escuchado la grabación en un servicio streaming de música digital]


- Existe un registro más de la composición, debida a la Orquesta Filarmónica de Gotemburgo-Aarhus y dirigida por Douglas Bostock en el sello Classico, una grabación de 2007 (editada 2010). No hemos podido acceder por el momento a ella, así que el comentario tendrá que esperar. Solo podemos suponer, en todo caso, que por la fecha, se trata de una interpretación a partir de la nueva edición.


Melodrama

El recitador de ambas grabaciones será Lasse Pöysti, a quien dedicaremos unas líneas: Pöysti es un actor de teatro y cine muy célebre y multipremiado en Finlandia, todo un clásico con una carrera de más de seis décadas (empezó de hecho de niño). Tras él hay unas cuarenta películas, alguna como director, series de televisión, y multitud de obras de teatro, además de libros y colaboraciones de toda clase, como la presente. Domina a la perfección tanto el finés como el sueco, lo que le ha permite interpretar personajes en ambas lenguas con toda naturalidad.


Lasse Pöysti, recitador
Harri Karri, piano
Orquesta Sinfónica de Lahti
Osmo Vänskä
- BIS (1996) / también Sibelius Edition III

Grabada en las mismas sesiones que la balada, y como aquella una grabación de estreno mundial (aunque la partitura no estaba tan "perdida" como la del poema sinfónico). A grandes rasgos comparte la misma magnífica interpretación de su compañera de disco, expresiva, sobrenatural incluso, y en estado de gracia, por lo que nos remitimos al comentario anterior. Solo anotar que la lectura emocionante y emocionada de Pöysti está unida como un guante a la música, y permite seguir perfectamente el contenido literario. Quizá una sección de cuerda algo más pequeña (sin que la de Lahti fuera una orquesta precisamente muy numerosa) haría brillar un poco más las sonoridades de la música "de fondo", incluyendo las trompas y la destacada parte pianística. No obstante es la referencia absoluta de esta versión, y solo un planteamiento diferente (un conjunto más pequeño como decimo y/o un actriz recitadora) ofrecerían verdaderamente una oferta alternativa interesante. Pero nos quedamos con esta auténtica joya poético-musical.

Interpretación: 9,5  • Estilo: 9  • Sonido: 8


Lasse Pöysti, recitador
Tanel Joamets, piano
Orquesta Sinfónica Nórdica
Anu Tali
-WARNER CLASSICS (2004) / con obras de Tüür y Rachmaninov

Pöysti repite como narrador aquí después de la versión de Vänskä, aunque en esta ocasión lo hace en una toma independiente de la música. Dicho sea de paso, tampoco tendría demasiada importancia al ser un formato discográfico si no fuese porque se hace demasiado evidente, y por tanto artificial, sobre todo porque más que estar en el primer plano lo hace en un plano detalle, aplastando la música. 
Tali, por lo poco que hemos oído, es una músico interesante, y en esta grabación cumple con la obra. La directora estonia impone nervio y vivacidad a la partitura, cierto toco furioso, incluso Sturm und Drang a la descripción mágica del bosque y los ritmos vibrantes que lo acompañan, con un toque más del siglo XX que romántico. Quizá el conjunto instrumental suene un poco apelmazado, aunque a decir verdad gran parte del problema es la toma de sonido (perjudicada por la superposición de la voz). Las texturas del pasaje amoroso suenan dulces, y Tali de nuevo logra cierta mística y magia, sabiendo hacer hablar las dinámicas de las notas más prolongadas. El lamento final resulta muy intenso, más trágico que lacrimoso. Defectos de ingeniería de sonido aparte es una buena versión, pero no es rival para la de Vänskä.

Interpretación: 7  • Estilo: 7,5  • Sonido: 6,5


Arreglo para piano de la sección final


Folke Gräsbeck
- BIS (2003, ed. 2006) / también Sibelius Edition IV

Para la Sibelius Edition el especialista en la obra juvenil y los inéditos sibelianos Folke Gräsbeck nos deja una versión altamente satisfactoria, bien entendida en el piano (con sus martilleantes acordes y su polifonía descifrada), además de una expresión de gran patetismo y hondura, hasta casi demasiado seria para una pieza "aislada". Referencia absoluta (por el momento).

Interpretación: 8  • Estilo: 9  • Sonido: 8,5


Erik T. Tawastsjerna
- BIS (1987)

Dentro de la primera (quasi) integral de Bis de la obra para piano del autor, tenemos este disco dedicado a las transcripciones de obras propias, primera de dos partes que grabara Erik T Tawaststjerna, hijo del conocido biógrafo. En el folleto del disco se presenta la pieza como un extracto del melodrama (y no del poema sinfónico). Y es que en la fecha de la grabación la obra apenas se sabía que rondaba entre las partituras cedidas a la Universidad de Helsinki, aunque este arreglo ya era conocido desde hace tiempo por los pianistas finlandeses (aunque muy raro, y de hecho no podemos documentar grabaciones anteriores que hayan salido del país). 
En todo caso justamente el desconocimiento de su forma orquestal hace plantear a Tawastsjerna la pieza con un carácter plenamente pianístico, con sus firmes acordes y la melodía diluida entre ellos. La pieza no pierde un ápice de dramatismo, y el pianista logra ser más que efectivo sin sobresalir en exceso. Buen registro... pero poco más.

Interpretación: 6,5  • Estilo: 7,5  • Sonido: 6

Las cantatas de Jean Sibelius

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El término "cantata" en la obra de Jean Sibelius agrupa un conjunto de partituras muy diversas y, como habitualmente en nuestro músico, es difícil definir con exactitud los límites de este género, rebasados por parte de muchas de sus disposiciones.

Pero dada la utilidad o al menos de la necesidad de realizar estas clasificaciones, definiremos "cantata" como la obra coral, con solistas vocales o no, con orquesta, de amplio formato y duración (más de cinco minutos, por ejemplo), y que obedece a una forma multiseccional, o al menos evita la forma estrófica estricta, normalmente con un carácter dramático, descriptivo o narrativo al estilo de una balada vocal. Quedan por tanto fuera de esta clasificación los pequeños coros con orquesta, (por ejemplo, los del opus 31, "Laulu Lemminkäiselle", "Har du mod?" y "Athenarnes sång", de corta duración, estróficos, y sin carácter narrativo), muy semejantes a las obras a capella en cuanto a forma y pretensiones. 

Yéndonos en particular a cada trabajo, encontramos diferentes soluciones y formatos, determinados por la naturaleza del texto, los medios disponibles, el idioma, y la ocasión. Sin embargo, a pesar de todo ello, resulta curioso comprobar cómo nos resultará fácil agrupar por épocas la producción de cantatas, revelando además algo que une a casi todas ellas: las circunstancias exteriores. Sibelius compone cantatas sobre todo por encargos concretos o ceremonias especiales, aunque también en periodos de tiempo donde el público está especialmente receptivo (por el ambiente político y artístico en general) a este género. 

En cuanto a los encargos, sabemos que Sibelius tendía a no responder demasiado bien a presiones y fechas límites, pero si la iniciativa estaba de acorde con su propia sensibilidad, el trabajo resultante podía ser de primerísimo nivel. Esta circunstancia explica que en la lista haya partituras más bien convencionales, o al menos con medios desaprovechados, mientras que unas cuantas de estas cantatas se encuentran entre las obras maestras absolutas del compositor. 

A continuación daremos cuenta brevemente de cada una de estas piezas, agrupándolas además en periodos cronológicos.


"Kullervo" opus 7 (texto del Kalevala)  (1892), la piedra fundacional de la música de Sibelius, es un trabajo de difícil clasificación, oscilando entre la sinfonía, el poema sinfónico y la cantata, incluso en el oratorio: dos de sus movimientos son vocales, y separados de este opus 7 podrían corresponder muy bien al género cantata. Nos remitimos a la extensa serie que dedicamos a esta primeriza pero magistral y monumental obra.

Entre 1894 y 1897, nuestro autor escribe hasta tres grandes cantatas (amén de algún otro trabajo) para la Universidad de Helsinki, en un periodo en el que el músico se movió en el entorno académico. Todas ellas musicalizan textos en finés, y son obras muy prolongadas en cuanto a duración, de hecho las más extensas dentro del género, divididas además en varias secciones, con un importante aparato orquestal y con partes para solistas vocales. Si bien constituyen trabajos de gran ambición, sin duda son las cantatas menos logradas de su catálogo, dado el poco entusiasmo que puso el autor en ellas, debido a la banalidad de sus textos y su carácter de "obra de circunstancias". No volvieron a ser tocadas después de sus respectivos estrenos, pero de todas ellas realizó Sibelius algún extracto, siendo curiosamente alguno de esos fragmentos aislados partituras de mayor calado que la obra de origen.




Universidad de Helsinki, ilustración del libro "Finlandia en el siglo XIX por autores finlandeses, ilustrado por artistas finlandeses" (1894) editado por Leo Mechelin, político y uno de los cofundadores de Nokia

"Cantata para las Ceremonias de Graduación de la Universidad de 1894"o"Cantata de la Promoción" JS.105 (Kasimir Leino [Lönnbohm]) , para soprano, barítono, coro mixto y orquesta. En tres movimientos, el último una pieza orquestal interpretada por separado, con un trío protagonizado por la soprano solista (parte esta última que no se ha conservado en partitura). Una obra pomposa, de la que Sibelius extrajo tan solo el coro inicial, arreglado a capella como "Juhlmarssi" ("Marcha festiva") en 1896. La música del tercer tiempo la recicló en un tiempo de las Scènes historiques II opus 66 de 1912.

• "Cantata para la Coronación de Nicolás II" JS.104 (Paavo Cajander)para coro mixto y orquesta. De nuevo una obra pomposa, escrita sin ningún entusiasmo para celebrar la "coronación" (una ceremonia honorífica y en efigie) del nuevo zar de Rusia, a la sazón también monarca de la Finlandia de 1896.  Aunque el texto no deja de introducir sin mucho disimulo reivindicaciones nacionales, Sibelius no se mostró muy inspirado en esta obra, de la que se olvidó excepto por la parte orquestal del comienzo, interpretada simplemente sin coro (lo que denota que el compositor la concibió instrumentalmente) como Marcha de la coronación, interpretada en los conciertos de los siguientes años como "pieza popular".

• "Cantata para las Ceremonias de Graduación de la Universidad de 1897JS.106 (August Valdemar Forsman [Koskimies]), para mezzosoprano, barítono, coro mixto y orquesta. Muy semejante a la obra de tres años antes, aunque en esta ocasión Sibelius se mostró bastante más inspirado en la mejor partitura de las tres de este grupo. Paradójicamente se da la circunstancia de no haber sido preservada en su forma natural: la partitura se encuentra perdida, aunque ha sobrevivido la partitura con piano para los ensayos (tampoco del todo completa). Sin embargo, el autor convirtió casi toda la cantata en una colección de piezas a capella (una de ellos con percusión), los Coros opus 23, que al interpretarse juntos revelan su origen común (aunque el opus está concebido más bien como números separados). Toda la colección es bien conocida en Finlandia, en especial dos de sus números: el nº 6a "Soi kiitokseksi Luojan" ("Te alabamos, oh Creador"), que en una versión posterior ha entrado en el cantoral luterano del país o el número final, "Oi kallis Suomi, äiti verraton" ("Oh, hermosa Finlandia"), que adelanta musical y espiritualmente el famoso himno de Finlandia opus 26.


Entre 1898 y 1900 llegaron tres obras que el autor intencionalmente quiso agrupar dándolas tres números de opus conjuntos, los números 28, 29 y 30. En realidad son obras muy diferentes entre sí musicalmente, con plantillas muy distintas, aunque quizá les une el mismo momento de tensión nacional, el estar escritos en sueco, y su carácter de romanticismo nórdico propio de esos momentos de su carrera, que es el de su Primera sinfonía o la citada Finlandia opus 26. "Snöfrid""La ruptura del hielo en el río Oulu" fueron comentadas a la hora de hablar de los melodramas de Jean Sibelius, porque en efecto contienen una parte recitada, aunque también pueden considerarse cantatas, sobre todo el opus 29


El gobernador mariscal de campo Sandels (1764-1831). Sus gustos culinarios y por la cerveza, aparecen reflejados en la historia de Runeberg, y explican que hoy en día "Sandels" sea el nombre de una popular marca de cervezas en Finlandia, con el retrato del militar como etiqueta.

"Sandels"opus 28 (Johan Ludvig Runeberg), improvisación para coro masculino y orquesta (1898, rev. 1915). Basada en una anécdota histórica alrededor del general sueco Johan Sandels, durante la Guerra Finlandesa de 1808-09 (entre Suecia y el imperio de Moscú). Fue presentada para un concurso del coro Muntra Musikanter, que obtuvo el primer premio. El impromptu presenta un discurso narrativo, reproduciendo el tono conversacional y hasta ligero de parte del poema del genial Runeberg. No es un trabajo muy destacado, aunque algunos pasajes como el que reproduce la batalla - donde los versos se hacen casi inaudibles - y la magnífica marcha del final son de primer orden. Sibelius realizó un arreglo con piano, y una segunda versión revisada años después, con mínimos cambios, pensado más para agraciar al demandante (justamente el mismo coro) con una obra "nueva" que por necesidades del propio trabajo.

"Snöfrid"opus 29 (Viktor Rydberg) , improvisación para recitador, coro mixto y orquesta (1900). Un trabajo soberbio, lleno de una fuerza primaria y dramática, que narra el encuentro entre un héroe escandinavo y un espíritu femenino tentador, que le ofrece oro y fama. El héroe lo rechaza, y expresa la renuncia como base del heroísmo. La parte central de la obra, que sigue estructuralmente el poema (aunque el músico no lo reproduce tal y como fue escrito), las palabras de Snöfrid, está encomendada a un recitador. Además de la fantasía sobrenatural, la obra pudo interpretarse con cierto sentido político (pretendido o no por el autor). En todo caso fue un encargo de la Sociedad Filarmónica para recaudar fondos para la orquesta.

 • "Islossningen i Uleå älv" ["La ruptura del hielo en el río Oulu"] opus 30 (Topelius) (1899). Como reza el título, el poema trata de las fuerzas desatadas de la geografía finlandesa en el Oulujoki, unos versos muy "físicos" y descriptivos, pero que se convierte en una alabanza al paisaje natural y humano de Finlandia, y la lucha de los finlandeses contra las adversidades. Tanto en el momento de su escritura como en el de la composición musical hay ciertas alusiones políticas veladas. La estructura es la de un gran melodrama, en la que el narrador alterna o se superpone con acordes y motivos atmosféricos, que recuerdan y no por casualidad al comienzo de Finlandia opus 26, escrita muy poco después.  Pero en el centro de la pieza el coro adapta canta una decena de estrofas del poema, de forma intensa y muy plástica, lo que nos acerca más al resto de las cantatas de Sibelius... aunque en conjunto la obra se aproxime más a un melodrama. En todo caso un trabajo destacable, un tanto experimental y desde luego testigo vivo de su momento. Una estrofa (la final, "Nejden andas" ["El pasaje respira"]) de la parte coral fue arreglada como coro a capella en 1913, que aisladamente parece un fragmento perdido.

El siguiente grupo de cantatas en realidad está compuesto por obras que no pueden ser agrupadas más que por el género, siendo obras totalmente individuales. Son las siguientes. 

 • "Tulen synty" ["El origen del fuego"] opus 32 (Kalevala) (1902, rev. 1910), para barítono, coro masculino y orquesta. Ilustración de uno de los pasajes más mitológicos y sorprendentes del Kalevala, que Sibelius ilustrada con un solo de barítono inicial, seguido por el relato del coro. La forma es un compromiso entre una narrativa, muy viva y descriptiva, y la canción rúnica tradicional. Dedicamos ya una serie para hablar de esta obra maravillosa, por lo que nos remitimos a ella.


 • "Impromptu"opus 19 (Rydberg) (1902, rev. 1910), para coro femenino y orquesta. Un poema de inspiración clásica: un coro de jóvenes helenos que habla de forma delicada y muy evocadora (tomados líricamente los versos son muy hermosos) los placeres de la vida frente a los dolores de la existencia. Quizá no está muy lejos de coros como los opus 31, pero su mayor duración (5 minutos y medio en la versión original y 7 en la final), y el evitar la forma estrófica estricta hacen del Impromptu más ambicioso e importante que aquellos, al menos musicalmente. La versión final añade una introducción con un toque etéreo, y refina la orquestación. Ambas versiones fueron arregladas con piano. Una obra de aquellas que pasa desapercibida en el catálogo y hasta poco vinculable en un principio al Sibelius nacionalista (casi encajaría más en un músico como Fauré si no fuese por los versos suecos), pero que aporta momentos de gran belleza. 




Vista del Castillo de Häme, que da nombre a Hämeenlinna (literalmente), la localidad donde nació Jean Sibelius. La construcción data del siglo XVII, sobre una edificación medieval. El escudo de la ciudad representa justo la construcción

• "Vapautettu kuningatar" ["La reina cautiva"] opus 48 (Paavo Cajander) (1906), balada para coro mixto y orquesta. Escrita para las celebraciones del centenario de Johan Snellman,  uno de los padres del nacionalismo finlandés y del reconocimiento de la lengua finesa. La obra narra con tono medieval la liberación de una reina encerrada en un castillo por parte de un excelso héroe. "La madre de nuestra patria tiene que ser salvada, ¿quién me seguirá?", proclama el libertador: de nuevo tenemos una evidente simbología en torno a la dominación rusa. Fue estrenado con el título de "Allá canta una reina" para precisamente evitar la censura. La propia denominación de "balada" explica a las claras la forma, que se ajusta al texto. Una obra notable, y no sin pasajes de gran impacto, más caballerescos que belicosos. En 1910 fue estrenada una versión para coro masculino y orquesta (se desconoce la fecha exacta de la revisión), que no cambia nada salvo esas particellas (ni añade nada especial, es una opción simplemente práctica ante los numerosos coros masculinos que poblaban aquel ambiente musical). 


Tras la independencia de Finlandia en 1917, Sibelius compuso un grupo de cantatas que, como tal grupo, es el más notable de su carrera. Actuando ya como compositor "oficial" de la naciente República (aunque nunca tuvo un título de kapellmeister, por supuesto), nuestro músico compone una serie de trabajos de corte patriótico, aunque de carácter menos reivindicativo y más sereno, espiritual incluso. Fue tras la primera, "Oma maa", cuando tanto el interés del músico como el de las diversas autoridades hizo posible la reiterada demanda de obras en este género.  Aunque no todos los encargos sintonizan del todo con su sensibilidad, todas ellas comparten una gran aspiración musical, quizá mucho más abstracta y sinfónica que dramática.

• "Oma maa" ["Mi propia patria"] (Kallio [Samuel Gustaf Bergh] en versión modificada anónimamente) opus 92, para coro mixto y orquesta (1918). Aunque inicialmente un encargo del Coro Nacional, las circunstancias en las que Sibelius escribió la obra, en el Helsinki de plena Guerra Civil, y redacta sin más apoyo musical que de su propia mente y excitada sensibilidad, hicieron de ella una obra mágica y espectacularmente hermosa y sentida. Dedicaremos la subsiguiente serie del blog a esta obra precisamente.

• "Jordens sång" ["Canción de la tierra"] opus 93 (Jarl Hemmer), cantata para la fiesta de inauguración de la Academia [Universidad] de Åbo, para coro femenino, coro mixto y orquesta (1919). Para la reconstituida universidad de lengua sueca en Åbo (Turku), Sibelius recibió un extenso y solemne texto de un joven pero muy ambicioso poeta, divido en diversas secciones que habrían incluido arias y coros... El músico se sintió poco entusiasmado por esa imposición formal, y simplemente compuso una extensa obra de un solo trazo (aunque se perciben diferentes secciones). La más extensa de este grupo y quizá la menos destacable (por circunstancias muy parecidas a la sus cantatas universitarias de décadas antes) aunque con buenos temas orquestales. 

• "Maan virsi" ["Canción de la tierra"] opus 95 (Eino Leino), para coro mixto y orquesta (1919-20). Encargo del director coral Heikki Klemetti y con un texto de uno de los grandes poetas de lengua finesa del momento, la cantata acoge de nuevo el sentimiento nacional a través de los paisajes y sensaciones finlandesas (a pesar del mismo nombre en l traducción, nada tiene que ver con el opus 93). Quizá la insistencia de peticionario no ayudó a que Sibelius compusiera un trabajo más sobresaliente, con una obra algo más corta (a pesar de que el texto no lo es) y brillante de lo esperable. 


"El robo del Sampo"(1905), de Akseli Gallén-Kallela


• "Väinön virsi" ["Canción de Väinö"] opus 110 (Kalevala), para coro mixto y orquesta (1926). Petición de la Sociedad para la Educación Popular de la localidad de Sortavala (en la Karelia rusa en la actualidad), es una narración que corresponde a la recogida de Väinämöinen de los pedazos del Sampo tras su ruptura, y la petición a los dioses para traer fertilidad y prosperidad a la tierra. Como corresponde a los versos rúnicos, Sibelius entona un canto de un tono más popular y ancestral, con un estilo más homofónico en la parte vocal y de sencillo acompañamiento en la orquestal. A pesar de parecer bastante menos ambiciosa que las dos precedentes, el resultado artístico es mayor que aquellas, coronando de manera simple pero brillante su carrera en este género.

_______Este recorrido por las cantatas de Sibelius nos servirá de introducción, como hemos anunciado, a una serie sobre "Oma maa", que nos servirá además para conmemorar el centenario de la independencia de Finlandia, a celebrar en próximas fechas.

"Oma maa" ("Mi propia tierra") opus 92, cantata para coro mixto y orquesta (1918): 1. Historia de la obra

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"Oma maa" opus 92 (1918) es una cantata en la que Sibelius puso música a unos conocidos y sentidos versos de "Kallio", seudónimo del malogrado poeta en lengua finesa Samuel Gustaf Bergh, en los que ensalza patrióticamente Finlandia, de una manera nostálgica y evocadora de sus paisajes y su naturaleza. Sibelius pudo encontrar la inspiración de "Mi propia tierra" en medio de la cruenta Guerra Civil Finlandesa, en una pieza magistral, haciendo de ella no solo una de las mejores obras para coro y orquesta del autor, sino un título de los más importantes de toda su producción. En lugar de una obra belicosa, encendida o exaltada que podría esperarse de un trabajo escrito íntegramente durante el Helsinki ocupado por uno de los bandos de la guerra, el compositor nos ofrece una cantata exquisita en su tono, pacífica, serena, de una hermosura natural casi panteística... un retrato de la belleza misma de la tierra del norte, donde la misma idea de Finlandia se diluye en el pasaje, entre los colores de la aurora boreal, los lagos, los bosques y la nieve...

La historia que rodea a la composición es bien conocida, y la hemos narrado en más de una ocasión, pero aquí será el momento de mostrarla más en detalle.

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Tras la independencia de Finlandia, el país se encuentra en una situación de extrema tensión. A pesar de que justamente las diferencias con Rusia, con el nuevo gobierno bolchevique, les habían abierto las puertas de la libertad, la situación interna finlandesa parece en parte una prolongación, un contagio si se prefiere, de la situación en Rusia. A pesar de las profundas disparidades (por ejemplo, en Finlandia la servidumbre feudal no existía durante el dominio ruso, mientras que bajo los zares existió hasta 1861), la Revolución de 1917 había agitado los conflictos sociales particulares del país nórdico, enquistados pero dejados aparte durante la lucha por la independencia. Las posturas ideológicas se radicalizaron e se hicieron irreconciliables.

Como el propio Sibelius reflejó en su diario, la independencia en sí, que aprovechó el fin de los zares y hasta la buena disposición inicial de Lenin hacia la emancipación de Finlandia y otros territorios del antiguo imperio (hay que anotar que el líder de la futura URSS estuvo en Finlandia otras ocasiones, la última como paso final de su viaje desde el exilio suizo, en abril de 1917), no tuvo un clima nada triunfal. El músico, como otros muchos compatriotas, entrevió que aquello, aunque largamente anhelado y resultado lógico de décadas y décadas de reivindicaciones, contribuiría a elevar la temperatura radical del país. No por no esperada, sin embargo, la guerra civil dejó de sorprender a los ciudadanos de la nueva nación, que nacía bajo el dolor y el temor a la muerte.


Soldados del frente rojo (en Tampere) durante la Guerra Civil finlandesa

Como en toda Guerra Civil, la sociedad finlandesa desgarró en dos mitades la realidad cotidiana, y como en toda guerra civil esa división era completamente artificial para tantos y tantos compatriotas. Sibelius inicialmente podría haberse contado entre los "blancos", y una mirada superficial (algunos comentarios en su diario no muy positivos hacia el "terror rojo") podría hacernos pensar en un posicionamiento claro. Pero más que a favor de un bando y en contra de otro, el compositor albergaba un sentimiento mucho más profundo: un odio hacia la misma guerra, hacia el sufrimiento que iba a llenar de sangre su propia tierra. Él tenía amigos, familia y admiradores de todas las posiciones, de izquierdas, de derechas, suecoparlantes, finoparlantes, tradicionalistas y progresistas, radicales y moderados... Aunque se hubiera posicionado rotundamente en un bando, que nunca lo hizo realmente, sabía que desde el otro le iban a romper igualmente el corazón. La guerra, la sinrazón de la guerra, era su única enemiga, la locura sublimada en idea que llevaba al finlandés matar al finlandés. Similar al caso de nuestro Manuel de Falla, el único finlandés que sintió verdaderamente como enemigo fue la propia Guerra Civil finlandesa.

El compositor, como también es conocido, se fue envuelto en un episodio en el que pudo realmente perder su vida y la de los suyos. El aislamiento de Ainola, que daba un gran impulso a su creación musical, en cambio suponía un peligro en tiempos de conflicto. La zona, como la cercana Helsinki y la mayor parte del sur del país, fue zona ocupada por el bando rojo. Pero más que el bando en sí, lo que temía, y con razón, era el hecho que muchos de los proletarios y campesinos que componían sus milicias ignoraran de hecho quién era él y lo contemplaran como un paradigmático "blanco" que eliminar sin que realmente importara, o que en todo caso le vieran como el compositor de la "Marcha de los Jäger"(que de hecho era bastante popular entre esas tropas y otras del bando blanco), y por lo tanto un objetivo político, pero sin el suficiente peso como para ser intocable. En la guerra finlandesa, como sucede en tantas guerras inciviles, gran parte de los muertos no lo eran en combates en el frente, sino en asesinatos políticos, ajusticiamientos, etc., que en muchos casos no eran "política de partido", sino simples venganzas personales, odios atávicos, y violencia salvaje desatada. 

Por suerte y la intervención de Kajanus, nuestro compositor consiguió eludir la indefensa Järvenpää y retirarse al Helsinki ocupado que, aunque también dominado por el bando rojo (en la biografía de Ekman, escrita en unos años 30 nada "políticamente correctos, leemos expresamente "la capital del Terror Rojo"), ofrecía una garantía muchísimo mayor, un emplazamiento donde podría encontrar apoyos incluso entre las propias autoridades socialdemócratas.  

Jean y su familia son acogidos por la familia de su hermano Christian y los suyos en el Psiquiátrico de Lapinlahti, donde el mayor de los Sibelius trabajaba. Aunque las relaciones familiares fueron excelentes, la situación bélica les hicieron pasar penurias, empezando por las alimenticias (¡el compositor perdería 20 kilos!). Aparte de eso y las noticias de la guerra, el compositor vivió cierta tranquilidad ascética, con una vida cotidiana con paseos en torno al parque contiguo al hospital (que en la actualidad se llama Parque Sibelius, sede del célebre monumento al compositor), y en la que pudo trabajar en su música, aunque sin piano u otro instrumento en el que apoyarse. 


El hospital de Lapinlahti, la primera institución mental de Finlandia (1841). En la actualidad se encuentra sin uso, pero existe una iniciativa para recuperarlo y con su uso psiquiátrico.

Lo cierto es que fue el trabajo lo que le permitió sobrepasar lo mejor posible la guerra y la carestía. No era de extrañar el encontarnos en aquellos días al compositor absorto completamente en sus partituras, entre el humo de sus cigarros... Se cuenta una anécdota en la que un soldado de la Guardia Roja, que realizaba una de sus habituales inspecciones en la institución, pensó que Sibelius era uno de los enfermos mentales del hospital...

La principal obra de aquellas semanas del Helsinki bélico, aparte de ideas para su revisión de la Quinta sinfonía y de las dos sinfonías siguientes, fue justamente "Oma maa" opus 92.  El director coral Armas Maasalo fue quien le realizó el encargo, y al que le debemos el relato del momento que, aunque recogido en 1955 (en la publicación musical Suomalainen musiikilehti), reproduce con bastante probabilidad fielmente los hechos: “en 1918 el coro que dirigía, el Coro Nacional, se preparaba para celebrar su décimo aniversario y decidí - a pesar de los turbulentos tiempos - acudir a Jean Sibelius, nada menos, para una nueva pieza de concierto... Cuando, un par de semanas más tarde, una voz familiar al teléfono anunció que el trabajo solicitado por el coro estaba listo, me sorprendí enormemente — especialmente cuando el maestro, como si estuviera guiñándome pícaramente un ojo, me preguntó que si me era posible y tenía tiempo me pasara y le echase un vistazo... La partitura estaba sobre la mesa. Me pidió que la mirase y me explicó que el entorno tranquilo cerca del gran cementerio [el histórico Cementerio de Hietaniemi, en la misma área] era favorable a su trabajo. 'No tengo ningún instrumento a mi disposición, pero no importa', añadió.”

Si el músico terminó la composición tan rápido no solo es por las condiciones "irónicamente" tranquilas, sino porque estamos ante esos casos en los que el encargo se adapta a la perfección a la propia sensibilidad del músico. El poema de Kallio que constituye la base de la obra, fue escogido por el propio compositor: unos versos muy queridos por él, y a los que se volvió con frecuencia en esos años agitados de Guerra europea, Independencia y Guerra Civil... Según sus propias palabras es “un canto de alabanza al paisaje y a las noches luminosas de Finlandia” antes que una obras patriótica más convencional, alegórica o reivindicativa. Un canto a la Finlandia viva y eterna.

Maasalo consiguió que al compositor se le adelantara algo de dinero - aunque en la práctica se retrasó un poco -, lo que en esas circunstancias era más de agradecer, aunque los mil marcos prometidos, unos 350 euros actuales, no era una gran cantidad. Además debía devolverlos si la obra se fuera a publicar (cosa que eventualmente se haría): “en otras palabras, la consiguen por nada. Pero no tengo el valor de decir que no.”


La partitura estuvo concluida el 20 de marzo, día en el que anota en su diario: “se habla de un punto de inflexión en pocos días. Quizá esta noches. Bombardeos y demás”. Ciertamente un mes después las tropas blancas entraban en la capital, y en mayo la sangrienta guerra finalizaría. 
Fotografía (c.1910) de Armas Maasalo (1885-1960), actualmente en la colección de la Junta Nacional de Antigüedades

El estreno, con presencia del autor, tendría lugar unos meses después, el 25 de octubre en el espacio del Salón de la Universidad, cuando la vida musical comenzaba a normalizarse en Helsinki. El propio Maasalo dirigió a su coro, al que se unió el Coro Mixto de la Liga de la Juventud de Helsinki y la Orquesta Filarmónica. 

La obra, fue recibida tibiamente por la crítica en general, ya que en clima de patriotismo de esos días se esperaba algo más pomposo y directo. El propio compositor se muestra un poco decepcionado y contrariado: “Oma maa fue un éxito, aunque no para todos. Además, Madetoja y otros críticos fueron negativos. Están empezando otra vez. ¡¡Pero de Katila he recibido clemencia!”. Ciertamente Evert Katila fue algo más su positivo en su opinión en el Uusi Suometar del día siguiente: “Sibelius ha hallado una expresión convincente de la belleza de Finlandia, y el carácter modal del comienzo provocó un gran impacto”. Su antiguo discípulo Madetoja, deteniéndose en aspectos musicales (de su propio interés, sin duda) escribió en su crítica algo menos laudatoria que la obra “ofrece numerosos desafíos armónicos y requiere una buena entonación, lo que el coro logró con encomiable seguridad. El tono del sentimiento ceremonial del poema adquiere todo su sentido. La textura orquestal multifacética podría haberse dado, sin embargo, con una claridad mayor.” 

No se puede negar que la obra, como veremos en el análisis, está lejos de tener una disposición y una forma muy acabadas. Ciertamente podemos detectar su composición "abstracta", y su carácter hasta cierto punto improvisatorio. Pero dicho sea de paso, contemplamos una de esas "improvisaciones" geniales del autor de la que nacieron muchos de sus mejores temas y obras, porque "Oma maa" es inspiración y sentimiento en estado puro y espontáneo antes que una obra pulida y fijada. Tal vez el propio autor contemplara alguna de sus debilidades, pero la fuerza de sus cualidades sin duda le tuvo que afirmar en el convencimiento de publicarla y no revisarla nunca. Su música es Sibelius en estado puro: muy sinfónica (apuntando de hecho directamente a la Sexta sinfonía), y además fruto de una armonía muy modal, alejada de dramatismos postrománticos.



Aurora boreal en Marttila, suroeste de Finlandia, en la noche del 12 al 13 de abril de 2016. Fotografía de Timo Oksanen

De hecho, a pesar de la tibieza de la recepción, la carrera de "Oma maa" solo prosiguió hacia delante. Su amigo Carpelan le informó que una subsiguiente interpretación en Åbo (Turku en finés) había causado una gran impresión. Y de ahí que a finales de año, la junta de gobierno de la Åbo Akademi (la refundada Universidad de Åbo, que tras el gran incendio de 1827 había sido trasladada a la nueva capital, Helsinki) le encargara una nueva cantata - con mediación de Carpelan y el poeta, Jarl Hemmer -, convirtiendo así "Mi propia tierra" en la pionera de una serie magistral de cantatas en estos últimos años compositivos de Sibelius. 

Aunque discretamente, la obra se fue imponiendo con los años en el repertorio sinfónico-coral de las salas finlandesas, donde no es nada infrecuente. A la que a la vez que su belleza y su sentimiento nativo, se recuerda siempre el testimonio vivo de la época en la que fue escrita. No es raro por tanto su programación en eventos ceremoniales hasta hoy en día. Sin ir más lejos, este mismo año del centenario de independencia ha podido ser escuchada en varios conciertos en Finlandia y a lo largo de todo el mundo. Las grabaciones como veremos también han tenido la dificultad de toda "obra local", por el idioma, aunque la partitura de Westerlund trae una versión cantable en inglés (también ha sido cantada en sueco dentro y fuera de Finlandia). En todo caso, un trabajo sibeliano de aquellos que es bien reconocido en su propia tierra, pero de una belleza y un sentimiento que merecerían ser conocidos en todas las patrias.
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Próximos capítulos:
- (2). Texto. El poema de Kallio
- (3). Análisis
- (y 4). Discografía

"Oma maa" ("Mi propia tierra") opus 92, cantata para coro mixto y orquesta (1918): 2. Texto. El poema de Kallio

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En el día de hoy se cumplen 100 años de la proclamación de independencia de Finlandia. Desde este blog nos sumamos a las celebraciones del centenario con el hermoso texto en lengua finesa que dedicara el poeta Kallio a su tierra, y que Sibelius musicara unos meses después de esta proclamación. 

El poeta Samuel Gustaf Bergh nació un 2 de diciembre de 1803 en la localidad de Oulu, en noreste de Finlandia. Hijo de una familia adinerada (su padre era armador y comerciante), tuvo la desgracia de perder a ambos progenitores cuando era niño, el primero de los muchos infortunios que marcaron su vida. Gracias a su herencia pudo salir adelante. Estudió con excelentes calificaciones en la escuela elemental local, siendo uno de sus compañeros de pupitre nada menos que Johan Johan Vilhelm Snellman (1806-1881), filósofo y estadista, considerado uno de los padres de la patria, y uno de los máximos exponentes del movimiento fennoman. Gracias a su interés y sus notas pudo seguir estudiando, inicialmente en su Oulu natal. Pero en 1822 la ciudad sufre un gran incendio, y decide entonces acudir a la prestigiosa Universidad de Turku (entonces Åbo), donde inicialmente cultivó las lenguas clásicas. Un nuevo golpe a sus estudios llegó en el 1827 con otro incendio de nuevo, el de Turku (uno de los más grandes de la historia del Norte), que acabó con la mítica universidad y parte de la vieja capital. Bergh emprende entonces el mismo viaje que la institución hasta Helsinki, la nueva capital del país bajo dominio ruso. 

En Helsinki sus intereses se vuelcan hacia el derecho, graduándose en leyes finalmente en 1830. Durante su estancia en la ciudad comenzó a componer algunos poemas en lengua finesa (frente al sueco, que era la lengua universitaria y oficial única en aquellas fechas), al tiempo que mostró los primeros síntomas de una enfermedad en los ojos que gradualmente le dejaría ciego. Tras su titulación, obtuvo una plaza en el Tribunal de Apelaciones de Vaasa, pero se vio obligado a renunciar a ella debido a sus problemas de visión. En 1832, Bergh acude a Estocolmo para recibir tratamiento ocular, un cuidado médico que resultó infructuoso. No obstante, durante el viaje pudo conocer Carl Axel Gottlund (1796-1875), un destacadísimo folclorista, historiador y pionero de la lengua finesa, que le pidió algunos de sus poemas para su mítica publicación "Otava" ("Osa Mayor"). En el anuario de aquel 1832 aparecieron por primera vez sus textos más celebrados: "Ystävälleni" ("Mi amigo"), "Sirkka" ("El grillo"), "Runo" ("Poema"), "Soijin" y el texto que nos ocupa, "Oma maa".  Para esta publicación Bergh no firmaría con su nombre, sino que elegiría el seudónimo por el que pasaría a la historia: "Kallio" ("roca" en finés).

Sin embargo, Gottlund editó de manera incorrecta algunas palabras de sus poemas, no tanto por erratas sino porque el editor eligió conscientemente algunas modificaciones por un criterio más bien filológico: en la publicación se primaban unas variantes dialectales frente a otras, variantes que cuando décadas después el finés estándar fue definido, se mostraron como minoritarias. Es por ello por lo que en publicaciones posteriores el texto nunca coincidirá cien por cien con esa primitiva publicación. Una versión rectificada por el autor de "Mi propia tierra" se publicó en el semanario de Oulu ("Oulun Wiikko-Sanomia") del 19 de abril 1834 (que puede consultarse directamente en una copia digitalizada, con su grafía germánica). 

Los poemas de Kallio tienen resonancias clásicas (este mismo texto entona un horaciano "Beatus ille"), del romanticismo germánico (en especial Goethe), pero también un inconfundible sabor folclórico, muy directo y natural: vemos aquí como el poeta cita el Sampo y el canto de Väinö cuando aún no había sido publicada si quiera la primera edición de Kalevala

No pasó mucho tiempo antes de que la enfermedad de Kallio lo dejara completamente ciego, habiendo dilapido además su fortuna en curaciones inútiles. Bergh, caído en desgracia, pudo ganarse la vida como maestro particular en su Oulu natal, y en las poblaciones finoparlantes de suroeste donde pasó sus últimos años: Muhos, Urjala y Halikko, localidad esta última donde murió finalmente, antes de cumplir los cincuenta, el 5 de julio de 1852. 


Placa conmemorativa en Oulu, en el lugar de nacimiento de Kallio, que cita precisamente el verso final de "Oma maa". Fotografía del usuario de Wikipedia Estormiz

Su producción poética fue escasísima (solo nos han llegado siete poema y un ensayo sobre poesía) y apenas tuvo reconocimiento en vida. Pero a medida que la reivindicación de tanto el idioma finés como el de la identidad finlandesa fueron creciendo con el paso del siglo XIX, sus versos fueron más valorados progresivamente por su calidad y por su toque profunda y espontáneamente patriótico. Fueron republicados en multitud de ocasiones, y en numerosas antologías de versos fineses - incluyendo numerosas publicaciones educativas - en el final de siglo y principios del XX, cuando "Oma maa" ya era bastante popular (como otros poemas de Kallio), y uno de los más queridos en finés. Una fama con la que el autor no pudo ni soñar.

Como curiosidad, anotar que además de Sibelius, también Leevi Madetoja pondría en música el poema, aunque de forma más modesta como coro a capella (su opus 50 nº4, de 1921).

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Respecto al texto del poema en sí, creemos que habla por sí solo y no necesita ninguna presentación. De hecho tal naturalidad y la expresión tan directa de sus versos, que narran desde la lejanía y con potentes imágenes el recuerdo de la tierra natal en el norte de Finlandia, explican muy bien la fama que cosechó en un momento en el que la poesía en la lengua mayoritaria del país se relacionaba con los mitológico o folclórico (el "Kalevala"y el "Kanteletar" de Lönnrot), o con autores amateurs, mientras que la "gran" poesía estaba fundamentalmente expresada en el idioma de la élite, el sueco, como los versos de Runeberg. "Oma maa"(título traducible como "La propia tierra", o"La tierra de uno", antes que "Mi patria" o similares como puede verse a veces) como decimos reproducido en multitud de libros y revistas, era uno de sus poemas que demostraba que el finés era también una lengua de élite literaria. 



El problema de las variantes de algunos de sus palabras puede comprobarse consultando el texto en las diferentes páginas impresas. Aquí renunciamos, ya que se escapa con mucho a nuestro ámbito, a discutir cuál es el texto ideal y el por qué exacto de los cambios. Para ver la forma en principio atribuible a Kallio y una de las publicaciones de finales del XIX, pueden consultar este enlaceReproduciremos el texto según la disposición de la partitura de Sibelius, que altera ligeramente el orden de las palabras en las estrofas segunda y tercera (y hace algún mínimo añadido, como la palabra "valoisat"), y además damos cuenta de las repeticiones significativas. Además, dividimos en texto precisamente en estrofas para seguir la secuencia musical, una estructura que no está en el poema original, de una única y continua estrofa.

   Vallan autuas se, jok’ ei nuorena sortunu maaltaan,
   hyljetty onnensa kans’ urhoin haudoilta pois!
   Ei sopis miehenä näin mun nuhdella taivahan töitä,
   mutta mun syämeni taas tahtoopi huoata ees.
   Kun minä muistan sen yön, jona rakkailta rannoilta luovuin,
   nousevat silmiini nyt vieläkin viljavat veet.
   Ei mun mielestän’ ei mee Pohjolan tunturit, joilla
   lasna ma kuuntelin kuin sampo ja kantelo soi.
   Siel eli toimessa mies ja Väinöstä lausuivat miehet,
   poijat ja karhut puun juurella painia löit.

   Raittihit talviset säät,
   kaunihit katsoa
   revontult’ oli taivahat täynnä,
   kaunihit katsoa
   Talviset taivahat 
   kaunihit katsoa kuin aamun alkava koi.

   Oi te kesäiset Pohjolan yöt, joina aurinko loistaa myötään,
   päilyen veen vienossa taivahan kans!
   Oi, te kesäiset yöt, Pohjolan yöt, joina aurinko loistaa
   päilyen veen vienossa taivahan kans!
   Oi te Pohjolan yöt, joina aurinko loistaa myötään,
   päilyen veen vienossa taivahan kans!
   Oi, te kesäiset valoisat yöt, te valoisat Pohjolan yöt!

   Teille jos Onnetar sois mun vielä,
   niin tuntisin kaikki saaret ja salmet
   ja myös taivaalla tähdet ja kuun.
   Siellä mun mieleni on ja siellä mun muinoiset muistoin,
   sinne mun kultani jäi, sinne mun ystäväin myös.
   Huoleti kiitelkööt muut Alppien seutuja kauniiks,
   kauniimpi, kalliimpi on mulle mun syntymämaa!

   *******
   ¡Completamente dichoso aquel que en su juventud no es arrebatado de su tierra,
   rechazado por la fortuna o expulsado de las tumbas de los héroes de su pueblo!
   No me corresponde como hombre cuestionar las obras del cielo,
   pero mi corazón de nuevo desea suspirar al menos.
   Cuando recuerdo aquella noche que las costas que amaba dejé,
   las lágrimas aun ahora mis ojos siembran.
   No, no puedo olvidar los cerros de las tierras del Norte [Pohjola], donde
   de niño escuchaba cómo el sampo y el kántele sonaban.
   Allá un hombre hacía su tarea, y a Väinö [Väinämöinen] recitaban los hombres,
   niños y osos entre las raíces de los árboles luchaban.

   El fresco tiempo invernal,
   hermoso de contemplar;
   de las auroras boreales están los cielos repletos,
   hermosas de contemplar;
   los cielos invernales, 
   hermosos de contemplar, como del amanecer el alba incipiente.

   ¡Oh vosotras, noches de verano del Norte, cuando el brillo del sol se aletarga,
   y se refleja en las aguas tranquilas la bóveda del cielo!
   ¡Oh vosotras, noches de verano, noches del Norte, cuando el sol brilla
   y se refleja en las aguas tranquilas la bóveda del cielo!
   ¡Oh vosotras, noches del Norte, cuando el brillo del sol se aletarga,
   y se refleja en las aguas tranquilas la bóveda del cielo!
   ¡Oh vosotras, luminosas noches de verano, vosotras luminosas noches del Norte!

   Si la Fortuna me alcanzase de nuevo,
   reconocería así todas las islas y todos los estrechos,
   y también las estrellas en el cielo, y la luna.
   Allí está mi mente y allí están mis recuerdos más antiguos,
   allá mi amada permanece, allá mis amigos también.
   Que se preocupen otros de alabar la belleza de la región de los Alpes,
   más hermosa, más querida me es la tierra donde nací.
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Próximo capítulo (3): Análisis



"Oma maa" ("Mi propia tierra") opus 92, cantata para coro mixto y orquesta (1918): 3. Análisis

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El análisis de esta cantata representa un reto quizá algo distinto del que presentan otros análisis que hemos dedicado al maestro del norte: estamos ante una obra escrita con rapidez, pero a la vez desde lo más hondo de su corazón, casi como una arrebatada improvisación, por lo que el trabajo motívico, tan esencial en otros casos, no va a ser tan esencial como otros aspectos. La esencia de la grandeza de"Oma maa" reside en la espectacular y sentida relación entre el texto y la música. 

Hay un hecho en esta obra que puede sorprender en Sibelius y más en este periodo de "Serenidad sinfónica": la riqueza de descripciones o incluso madrigalismos (figuras musicales que describen con su dibujo el contenido poético) que pueblan esta cantata, y que la convierten en una verdadera balada vocal con toques de poema sinfónico. En general el autor huye de estos recursos incluso en sus canciones u obras programáticas - con la notable excepción de cantos de pájaro -, pero aquí los versos de Kallio son fuente inagotable de imágenes musicales. ¿Por qué Sibelius se muestra tan pródigo a la hora de dibujar con su música las imágenes de este poema? Quizá ahí mismo esté la respuesta: la poesía es enormemente evocadora, llena de imágenes de por sí capaces de conmover al autor y a tantos de sus compatriotas. Poner en música esos versos sin duda era también plasmar lo que evocaba, sin poder hacer un musicalización más objetiva o abstracta. Conociendo además la presteza del trabajo, es muy posible que esto no fuera si quiera del todo premeditado: el compositor simplemente se habría dejado llevar por su inspiración.

De su escucha pudiera desprenderse en un principio el que el autor ha priorizado la parte orquestal, ya que en muchas ocasiones el coro parece diluido entre los instrumentos. Pero deteniéndonos en profundidad en la partitura quedará claro todo lo contrario: el impulso del discurso musical nace de la parte coral, y la orquesta asume el rol de acompañar y dar color antes que de llevar el peso del devenir musical. Incluso en ocasiones su papel es de doblar (nunca estrictamente, Sibelius evitaba esa clase de superposiciones entre instrumentos o entre voces e instrumentos), o de rodear de figuraciones la marcha de la voz humana. Entonces, ¿por qué nos produce esa sensación? Sin duda porque la parte vocal no tiene una cantabilidad especial, sino que parece moverse con un tono sobrio y arioso. En general la parte vocal es una sucesión de acordes o motivos más próximos a la marcha de una composición orquestal. No estaba muy equivocado pues Madetoja en su crítica a la obra. 

Pero este aspecto no ensombrece en ningún momento la calidad misma de la composición, simplemente la hace más pura, y es explicada justamente como una obra redactada directamente de la mente (y sobre todo fondo del alma) del autor al papel pautado. En esta partitura vemos a un Sibelius como verdadero pintor musical, dibujando y coloreando los paisajes y sensaciones de su tierra natal, y poco importan la técnica o los materiales: la sensación final logra transmitir con pureza esas mismas sensaciones, como un paisaje natural pintado en medio de esa misma naturaleza salvaje. De hacer querido hacer por ejemplo un melodrama con fondo orquestal el resultado hubiera sido sin duda muy semejante. 

La orquesta es una orquesta sinfónica completa pero sin "extras" (sin duda la época de guerra exigía realismo de planteamientos), excepto un breve pasaje de campanas que toca el timbalista (un "color" que retrata el contenido poético): la madera habitual se dispone por pares; 4 trompas, dos trompetas y tres trombones por parte de los metales; timbales (y "campanelli", como decíamos) como única percusión; más la cuerda. En la orquestación como es habitual en Sibelius la sección de cuerda es protagonista, pero incluso en esta obra su predominio es nítido - solo desafiado quizá por algunos pasajes de clarinetes y otras maderas -, dando como resultado un color que anuncia muy directamente al de la Sexta sinfonía. Llamativamente, a pesar de este "cordofilia", si se nos permite el término inventado, no hay muchos pasajes de divisi, tan característicos del autor (¡aunque los hay, por supuesto!). Parece que en cambio que las secciones divididas se las va a atribuir el coro, particelle donde podremos ver pasajes a 6 o incluso a 8 voces, aunque de carácter más acórdico que polifónico.

Aunque en eso pasaje no se beneficie el contrapunto estricto, lo cierto es que toda la escritura de la pieza tiene una tendencia hacia la polifonía mayor de lo habitual en Sibelius, incluso pasajes con cierto carácter imitativo (nunca académico, ni siquiera a la manera libre de los últimos cuartetos de Beethoven), con texturas algo más complejas donde se entremezclan con cierta independencia distintas líneas melódicas. De hecho en muchas secciones de la cantata es difícil seguir un discurso melódico, ya que se privilegia más bien ese efecto polifónico de entremezclar motivos y melodías, en favor así de la sensación global. Sensación que finalmente será más armónica que otra cosa, pues es la armonía la que guía la parte musical de esta obra vocal.

La armonía en sí de "Oma maa" es uno de sus aspectos más interesantes. Más que por usos o fragmentos particulares lo es por su planteamiento general: el uso de la modalidad, en concreto del modo lidio, que domina como nunca la composición aun en el propio Sibelius. El modo lidio es, junto al dórico o el eolio, uno de los principales de la música folclórica finlandesa, perfecto pues para sugerir su espíritu patriótico. Pero apenas vamos a escuchar elementos populares reales (recordemos que Sibelius no es muy afín al uso del folclore típico del nacionalismo musical), ni siquiera se pretende que este modo lidio suene "típicamente finlandés". 

La modalidad de esta cantata es la que le da su color especial, y marca la diferencia para mimetizarse con el contenido descriptivo y sentido de los versos de Kallio. Este sobresaliente color modal enlaza también con la Sexta sinfonía, obra que en la que ya trabaja de forma embrionaria, al tiempo que con la Séptima, mientras revisaba la versión final de la Quinta. Paralelos estos que explica un tanto el carácter un tanto "sinfónico" del discurrir de la cantata.

En todo caso hay que señalar que el modo lidio (cómo el dórico en la Sexta) no es omniabarcador, y la composición incorpora el modo mayor, como así mismo abundantes pasajes modulatorios, que alternan con la pureza casi mística del modo lidio en perfecta simbiosis unos con otros.

La cantata no obedece a ninguna forma concreta, siguiendo un fluir durchkomponiert que sigue las imágenes del texto. Tampoco existe una gran unidad motívica, aunque muchos motivos mantienen una ligazón con los diseños del comienzo coral, como también entre sí. En todo caso la fluidez de la pieza (el compositor realiza un trabajo de orfebrería fina puliendo las transiciones y cambios al máximo) asegura su unidad sin necesidad de otros procedimientos más sofisticados. De nuevo hemos de recalcar aquí la sensación misma de "improvisación", en el mejor sentido de la palabra, que contiene esta cantata, y que es garantía misma, paradójicamente, de su fortaleza como composición.

Antes de que el coro entone los versos del poeta finés, la orquesta realiza unos compases de introducción, para definir simplemente la delicada y hermosa atmósfera de "Mi propia tierra":


Violines y violan desarrollan simples arpegios sobre la tónica, acompañados por el ostinato de violoncelli y la pedal de los contrabajos, juntos con acordes de clarinetes y trompas (y de fagotes después) y un suave redoble del timbal. A pesar de ser una simple introducción que podría resultar "guitarrística" al piano, con la orquestación del genio nórdico se crea un clima muy especial, que además de etéreo contiene un punto de nobleza. Al acorde de tónica se le suma a continuación una sexta añadida, como marca de estilo sibeliano. 

Bajo ese manto y sin ninguna elaboración temática se alza en piano las voces del coro, que cantan los primeros versos de Kallio:

   ¡Completamente dichoso aquel que en su juventud no es arrebatado de su tierra,



La armadura no tiene alteraciones, pero pronto queda establecido que se trata de un Fa lidio (escala de Fa a Fa, con si natural en lugar del sib que lleva la de Fa Mayor). En un comienzo los acordes son los de la tónica, lo que establece el tono. Su persistencia hace que el acorde que contiene el si natural (destacado con un becuadro en la partitura para no confundirlo con el Fa Mayor) no se desvíe hacia Do Mayor (el acorde de fa-sol-re-si becuadro sería su quinta con séptima del quinto grado) y se pierda la modalidad, como por ejemplo sucedía en la "Canción de acción de gracias a la divinidad"del Cuarteto opus 132 de Beethoven, que arranca también en el modo lidio.

Si con esa pureza modal se ha definido ya gran parte del carácter de la pieza, a continuación (en el mismo ejemplo) vemos como armonía se vuelve modulante, justo cuando el texto señala al héroe "arrebatado de su tierra", una de las numerosas evocaciones nostálgicas del poema. La persistencia de los elementos anteriores y la cadencia final de nuevo en la tónica hacen que sin embargo no se pierda la continuidad, aunque aquí el discurso ha aportado su primer toque de melancolía nórdica.

Además de anunciar los colores de toda la cantata, también podemos encontrar en estos compases lo que sería esas ideas germinales que se unen con otras de la pieza, de las que hablábamos. Por una parte la entonación inicial, que no va más allá del ámbito de una quinta (¡como sería propio de las melodías kalevalianas!). En segundo lugar tenemos ese giro de si natural (aquí con una nota intermedia) a do con el acorde de tónica en fa, un giro que será frecuente en la pieza. Incluso antes de eso, la entonación do - sol - la (compases 9 y 10 del ejemplo) se encontrará en más pasajes de la obra. Finalmente, esas ascensiones de tercera menor del pasaje más modulante se verán a menudo en numerosos motivos de la composición.

Con todos esos elementos la música recorre los siguientes versos del poema:

   rechazado por la fortuna o expulsado de las tumbas de los héroes de su pueblo!

Se apoya entonces la música en el acorde de re (menor o dórico). Después, los siguientes versos se alternan entre las voces masculinas y después la femeninas, en ambos grupos con divisi, sobre el mismo material temático (y sin perder el modo lidio en ningún momento).

   No me corresponde como hombre cuestionar las obras del cielo,
   pero mi corazón de nuevo desea suspirar al menos.
   Cuando recuerdo aquella noche que las costas que amaba dejé,
   las lágrimas aun ahora mis ojos siembran.

La orquesta se mantiene discreta, aportando poco más que sus atmosféricos arpegios de la cuerda, y algún colorido pasaje de los clarinetes para dar variedad y dulzura al timbre.

El primer cambio importante surgirá con el comienzo de una nueva idea poética. Para enlazar con ella la orquesta elabora un breve interludio en el que la cuerda aguda (apuntalada por un acorde de oboes con dolore y trompas) se eleva a grandes alturas, para descender hacia un manto de acordes sincopados:

   No, no puedo olvidar los cerros de las tierras del Norte, 

La frase se entonará con un pasaje homofónico y modulante, más intenso y melancólico de lo encontrado anteriormente (en la segunda mitad del ejemplo 1). La emoción sale a flor de piel:



Ahora el viaje finalizará en La bemol Mayor (que es el relativo mayor del homónimo menor de Fa Mayor...), tono que se sostendrá durante el verso siguiente. La melancolía da paso a la emoción del recuerdo de la niñez:

   donde de niño escuchaba cómo el sampo y el kántele sonaban.

Y ese recuerdo corresponde a un verdadero arrebato en la música, que adopta un gesto exaltado hasta formar un dibujo triádico de fanfarria. Tal motivo será la descripción sonora del "Sampo", la fuente mágica de grano cuya griálica búsqueda se convierte en una heroica gesta en el "Kalevala"(notas reales):




El Sampo en el poema de fuentes populares es un objeto un tanto indefinido, pero que parece ser un artilugio metalúrgico, quizá mecánico incluso, de metales preciosos que como una cornucopia generaba abundante grano (una parte para alimento, otra para comerciar, otra para almacenar), y según algunos versos también lo muele como un molino. Una maravillosa fuente de abundancia ante la adversidad de duro cultivar nórdico en todo caso. Hay que señalar que cuando Bergh menciona el Sampo en este poema, lo hace unos pocos años antes de la primera edición del Kalevala, lo que da cuenta de que, gracias al folclore vivo y las primeras publicaciones de canciones kalevalianas, su magia ya era un símbolo popular que el lector asociaba fácilmente con las antiguas y mágicas tradiciones.

Sibelius en unos pocos compases retrata el brillo metálico del Sampo con la triada fanfárrica (no en vano como el Leitmotiv del Oro de Rin en el drama musical homónimo de Wagner). El motivo luego pasa del coro a las trompas, a las trompetas y finalmente a las campanas, en su única intervención en la partitura, perfecta para resaltar la imagen musical. 

Sin solución de continuidad, la fanfarria del Sampo se transforma en otra triada que recogen las distintas voces corales, a la manera casi de un canon, mientras las cuerdas tocan en pizzicato una característica octava. El texto corresponde a los siguientes versos del poema:

   Allá un hombre hacía su tarea, y a Väinö recitaban los hombres,
   niños y osos entre las raíces de los árboles luchaban.

Pero en realidad el pizzicato dibuja el sonido del kántele, el instrumento nacional y mítico de Finlandia, que se apuntaba en el verso anterior. Sibelius ha preferido distribuir en dos imágenes musicales distintas sin perder oportunidad de resaltar ambos símbolos patrios:



Si afinamos un poco el detalle, veremos también que las trompas (con un oboe) tocaban una entonación también de fanfarria para acompañar la "lucha" con los temibles osos de los bosques. Sin embargo ese do - sol - la ya había parecido en la entonación coral del comienzo de la pieza (compases 9 y 10 del Ej. 1).

El pizzicato que inspiraba el instrumento folclórico se prolongará buena parte de la composición, adentrándose incluso en la siguiente sección (lo que asegura con facilidad la unidad). Dicha sección, uno de los momentos más sobresalientes de la pieza, musicará los siguientes versos (alterados por Sibelius para ofrecer el refrán poético-musical "hermoso de contemplar"):

   El fresco tiempo invernal,
   hermoso de contemplar;
   de las auroras boreales están los cielos repletos,
   hermosas de contemplar;
   los cielos invernales, 
   hermosos de contemplar,

El tempo se acelera hasta el Vivace, recuperándose además el tono de Fa (lidio/Mayor) para exponer un firme y rítmico recitado del coro (¡dividido en ocho voces!) que antifonalmente retrata este fervoroso canto de los cielos del norte:



La música tiene cierto toque de recitado, con fórmula repetida e insistente, que destaca un ritmo dactílico (larga - breve - breve) muy propio de la prosodia finesa, así como finales de frase con notas largas repetidas, también muy propias del finés en su adaptación musical típica. Su armonía es expansiva, para crear expectación si llegar a modular. La orquesta se mantiene discreta con prolongados acordes en el viento y el pizzicato  de la cuerda (en contratiempo), que prolonga como decíamos las sonoridades de kántele de la sección anterior. 

La impactante e insistente figura rítmica va acumular tensión hasta una verdadera explosión de luminosidad para dibujar la luz de la mañana:

   como del amanecer el alba incipiente.



Acompañado de los timbres de trompeta y redoble de timbal, el coro va exultante va a dibujar el amanecer con un amplio melisma de notas extendidas. Como contrapunto tiene en los bajos de la cuerda en pizzicato un diseño descendente con una nota pedal a contratiempo, logrando un efecto verdaderamente épico. Este pizzicato tiene lejanos ecos de la Quinta sinfonía(tanto en el tema del movimiento central como el famoso "tema de los cisnes del finale), un paralelo desde luego no casual, no solo en lo musical sino también en lo espiritual.

La secuencia se repite, con una aportación mayor de la orquesta, que canta diferentes figuras fantásticas, mientras el tema del pizzicato (Ej. anterior) se fragmenta y reparte desarrollado entre toda la cuerda y se superpone también al recitado rítmico (Ej. 6). La repetición de la explosión solar se acompaña también de una orquestación más poderosa, con toda la cuerda tocando aquel tema del pizzicato mientras las maderas lo doblan con notas repetidas.

Hasta una tercera vez escuchamos la secuencia, más breve pero más esplendorosa y de sonoridades totales, hasta que el coro extiende las notas del amanecer al infinito. 

De nuevo sin solución de continuidad la música prosigue con una textura más delgada: escuchamos como las últimas notas del coro enlazan con pedales de Fa en la cuerda, con unas sonoridades místicas, mientras el tempo de ralentiza, para ofrecer una de las más hermosas descripciones de la cantata:

   ¡Oh vosotras, noches de verano del Norte, cuando el brillo del sol se aletarga,
   y se refleja en las aguas tranquilas la bóveda del cielo!

De nuevo la imagen inspira a Sibelius para crear una música muy poderosa. El coro entona con mayor grado de polifonía un canto cromático (para llegar a Sol bemol Mayor), que ahora en lugar de melancolía parece reflejar el prodigioso espectáculo del sol de medianoche, de nuevo con un sentido casi místico y panteístico de la naturaleza. La cuerda dobla las voces, no literalmente por supuesto, sino ampliando sus sonoridades con divisi en la parte más aguda y asordinadas: 




Pronto el coro se vuelve más homofónico, mientras la orquesta (maderas y cuerdas) entona acordes estáticos en la parte más aguda (¿reflejando el aletargamiento de los cielos y las aguas tranquilas?). 

La siguiente frase redunda en la misma idea en lo poético:
    
   ¡Oh vosotras, noches de verano, noches del Norte, cuando el sol brilla
   y se refleja en las aguas tranquilas la bóveda del cielo!

Pero en lo musical se produce una variante modulante de la frase coral del comienzo (Ej. 2), acompañada por una cuerda que a veces dobla y otras veces subraya con ritmos sincopados la frase.

Esta frase se repite de nuevo con diseños ascendentes y modulantes, en lo que parece una evidente caracterización musical del brillo del sol que no se oculta tras el horizonte del verano: 



El dibujo es digno de un madrigalismo barroco, pero el músico nórdico además refuerza su carácter con la sucesión modulatoria, que regresa, como de la oscuridad a la luz, al diáfano Fa lidio inicial, reiterado finalmente con el canto con el comenzaba la cantata. 

La secuencia de pasaje en tono indeterminado seguido por largas pedales y notas repetidas en la tónica de Fa lidio se desarrolla repetida a continuación en otro tono. Sobre las largas notales finales se escuchan los versos que van a poner final a esta sección:

   ¡Oh vosotras, noches del Norte, cuando el brillo del sol se aletarga,
   y se refleja en las aguas tranquilas la bóveda del cielo!

Y con ellos se anuncia el tema de la sección final de la composición, entonado en las sopranos:


El anticipo se hace de manera sutil, y perfectamente consecuente con lo anterior, pero no podemos adivinar por el momento qué papel tendrá este diseño descendente. Aún no ha cobrado forma: toda la sección posterior estará en un compás distinto (3/2 frente al 2/4 actual), y además aquí se "frustra" con el bemol sobre el que descansa el final de la frase, a distancia de un tritono de la larga nota inicial (un motivo por tanto muy sibeliano en esta presentación). Como tantas veces el uso de tritono en Sibelius sirve para "disolver" el discurso musical, dejando una sensación muy física de desnudez y de luz apagada... las texturas se vuelven a reducir al mínimo, hasta el punto que - algo muy poco habitual en las obras sinfónico-corales del compositor y aun en esta misma cantata - hay unos pocos compases a capella del coro (estrictamente solo 7, más unos pocos más apoyados por pedales de fa en piano).

El pasaje deja cierta sensación de abandono ante la inmensidad de la noche, pero pronto se ve consolado por el calor humano del siguiente pasaje. Las pedales instrumentales cobran protagonismo para convertirse en un interludio instrumental más extenso (el más importante de la partitura), con el tema en 3 por 2 antes anunciado, y que ahora suena en su forma completa y definitiva, en diálogo entre las maderas (más y un violín solo dando un toque muy delicado):



El tema, de gran dulzura, está compuesto en realidad de la mezcla de distintos retazos motívicos repartidos entre voces, algo que sugiere el contrapunto imitativo, nunca estricto ni remotamente académico, sino una evocación libre de la magia del norte. Curiosamente la nueva sección no se corresponde con un cambio significativo de momento en el texto:

   ¡Oh vosotras, luminosas noches de verano, vosotras luminosas noches del Norte!


Quizá por ello  su tema se había anunciado antes, porque va a seguir siendo una bella evocación de la noches soleadas del norte. Su modo es mayor antes que lidio (e incluso mixolidio en ocasiones, un gesto muy sibeliano), lo que le da un carácter más sosegado y tierno. Este mayor diatonismo será constante también hasta el final de la cantata.

El coro toma el mismo tema sin grandes cambios, incluso sopranos y contraltos se dividen en dos para entonar esas mismas terceras que cantaban las maderas. La orquestación, a la que se suman las cuerdas pronto, es verdaderamente exquisita y refinada, llena de pequeños detalles que dan aún más brillo a la música. 

Toda esta sección musical se va a prolongar bastante en el tiempo, como una larga exposición sinfónica que trabaja un mismo y felizmente hallado tema. Bajo este maravilloso fondo musical, se escuchan nuevas palabras de Kallio:

   Si la Fortuna me alcanzase de nuevo,
   reconocería así todas las islas y todos los estrechos,

Las frases finales del resto del poema van a estar arropadas por el tema de las maderas, que se reinicia constantemente como en una fuga eterna que plasma todas las sensaciones y la nostalgia ante el país amado. A cambio, el coro se ve fundido en la trama de texturas infinitas, como el individuo en medio del pasaje omniabarcador, aunque el texto sea bien inteligible. Durante estos últimos versos las voces van entonar frases sencillas, acordes que parecen un simple recitativo, a veces rememorando el canto original de la obra. La música aquí se define como la conjunción de todas las partes, y el resultado global es sin duda emocionante y espléndido.

No va a conformarse Sibelius aún con la abstracción de este gran pasaje sinfónico-coral sin desaprovechar la oportunidad de estos versos:

   y también las estrellas en el cielo, y la luna.

Para este verso el autor finlandés va esbozar una pintura musical que va a describir el brillo del cielo estrellado gracias a tresillos en la cuerda:



Tras el cielo de estrellas y luna, surge la nostalgia del poeta evocando sus recuerdos:

  Allí está mi mente y allí están mis recuerdos más antiguos,
   allá mi amada permanece, allá mis amigos también.

El devenir musical fluye a una pequeña incursión en los modos menores y de nuevo retorna a la modulación, con una cuerda en ritmos palpitantes de nuevo (bajo una indicación muy acorde de vibrato assai). El tema de las maderas se escucha entonces en toda la orquesta para acompañar el discurso  coral, que se vuelve más solemne, con los dos últimos versos del poema:

   Que se preocupen otros de alabar la belleza de la región de los Alpes,
   más hermosa, más querida

El coro alarga las notas del canto inicial para dar soporte a la proclamación absoluta del amor a la belleza de la patria:



El coro entona pues variaciones de su tema inicial mientras la orquesta, en tutti hasta la doble barra, acompaña con acordes poderosos y cada vez más intensos la voz colectiva del pueblo finlandés, simbolizada por el coro homofónico. Y llegamos a las palabras finales del poema patriótico:

   me es la tierra donde nací.




La frase poética se corresponden también a los compases finales de la música, donde de nuevo se deja en evidencia que es la palabra cantada la que domina la música. La composición finaliza por supuesto con el tutti orquestal y una cadencia perfecta. Esta cadencia de dominante y tónica no es muy habitual en Sibelius, pero viene justificada porque la plagal preferida del autor no produciría el efecto correspondiente en el modo lidio, dejando pues claro el centro tonal de toda la pieza (aunque en la última sección hemos escuchado más bien el modo mayor antes que el lidio).

La sensación final es gloriosa, acumulando y liberando todas las sensaciones que ha dejado esta extensa cantata (entre 12 y 14 minutos en la interpretación), sin duda una partitura magistral del finlandés Jean Sibelius.
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Para ilustrar este análisis contamos con la versión de Paavo Järvi, que comentaremos en el próximo y final post, dedicado como habitualmente a la discografía de la pieza:



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Capítulo siguiente (y 4): Discografía

"Oma maa" ("Mi propia tierra") opus 92, cantata para coro mixto y orquesta (1918): (y 4). Discografía

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Finalizamos la serie dedicada a la cantata "Oma maa" opus 92 con un repaso por su breve discografía. Como ya vimos anteriormente, el idioma y la denominación de "obra patriótica" que se le ha supuesto a la partitura, han alejado sin duda un tanto injustamente a "Mi propia tierra" del mundo de la grabación. Pero sin duda el puñado de grabaciones demuestra que la composición debería ser mucho más interpretada, aun cuando haya que contar con un coro capaz de entonar el poema finés - incluyendo estonios, como veremos -. La muestra sin embargo de por sí es suficiente, y contiene algunos de los mejores registros de toda la discografía sibeliana.


Coro Jubilate
Orquesta Sinfónica de Lahti 
Osmo Vänskä 
- BIS (2001) - también en Sibelius Edition vol.III

Este registro es uno de los más lentos y solemnes, pero no por ello se pierde un ápice la emoción de la pieza sin deriva a místicas celibidchianas, sino una recreación del mensaje más profundo de su música, henchida de belleza por el recuerdo de la contemplación de los paisajes nórdicos.
Simplemente por la manera en la que dibuja el sencillo arpegio inicial de las cuerdas podemos presentir que esta grabación va a ser sublime. El maestro Vänskä perfila con absoluta delicadeza y a la vez precisión cada línea instrumental, que se funde sin confusión con el todo, como le es propio de su batuta. El coro recita pero con la entonación adecuada, y los solos instrumentales que en otras grabaciones pasan más desapercibidos aquí brillan  y se destacan siempre (como por ejemplo, los pocos compases del clarinetes en la primera estrofa). 
El coro protagoniza el arranque del drama, hasta que la orquesta dibuja los símbolos nacionales (sampo y kántele) de manera sublime y ciertamente muy pictórica. El Vivace llega de manera muy sinfónica, como un diálogo entre secciones del foso orquestal, pero el coro recibe su explosión con toda la fuerza, en el momento más sublime quizá de toda esta discografía. Los detalles orquestales enriquecen de tal manera el discurso que la impresión general llega a abrumar por su belleza sin fin.
De nuevo Vänskä maneja a la perfección la transición hacia el pasaje de las "noches del norte", lo que en otros directores apenas tiene importancia se convierte aquí en un fundido maravilloso de colores hacia los frescos de las luces celestes... Cuando el coro se abandona a la voz sola, el director lo subraya con un lirismo y una intimidad inéditas... por ello, al llegar el interludio instrumental el particular nirvana nórdico se hace presente e inunda nuestro corazón. 
La fluidez dramática es total, y como nadie el director finés sabe trasladar la atmósfera lírica para transformarla en la mística grandiosa del final imperceptiblemente, con lo que el oyente se habrá sentido atrapada por el sentimiento de la pieza de forma total. 
Sublime, imprescindible, no solo entre esta selección de grabaciones, sino en cualquier fonoteca de amantes de la música de Sibelius.

Interpretación: 9,5  • Estilo: 9  • Sonido: 8




Coro y Orquesta de la Ópera Nacional Finlandesa
Eri Klas
- ONDINE (1990)

De la cercanía y de la amistad de Finlandia con su compañera Estonia hemos hablado en este blog en más de una ocasión, y por ello no debería sorprendernos que muchos de los mejores directores sibelianos sean también estonios. Además de la dinastía Järvi, el director que nos ocupa, Eri Klas fue una notable figura de la dirección de la república báltica que nos ha dejado unas pocas pero excelentes grabaciones en Finlandia (donde recibió una condecoración tal como la de la Orden del León), firmando uno de los mejores discos dedicados a las cantatas corales del compositor, con aliento musical que denota gran amor hacia estas partituras.
El pulso inicial es algo más animado que en otras versiones, recreándose Klas en las sonoridades etéreas del arranque de la partitura, con una musicalidad muy abstracta y bella. El coro operístico se muestra a la vez muy expresivo y poético, dramático incluso, recalcando cada palabra del poema de Kallio. 
Ciertamente también las descripciones más pictóricas adaptan el tono dramático, y el Vivace se impone por su rítmica y de nuevo por su ánimo narrativo. Aunque la orquesta no se mantiene en exceso discreta con respecto al coro, uno de los grandes aciertos de Klas es dejar que los cantantes lleven el peso de la obra.
La descripción de la noches del norte se arropa de sonoridades ascéticas, que aproximan la música de esta cantata a los compases de obras más tardías como Tapiola opus 112
La sección en 3/2 es adecuadamente serena, sosegada, de abrazo universal... el pulso narrativo se impone de nuevo, dando el director estonio un progresivo crescendo no solo dinámico, sino puramente también emocional hasta la glorificación de la "la tierra donde nací", entonado con verdadero sentimiento. Una muy buena versión, entre muchas de las joyas de este disco que aconsejamos al completo para formar parte la discoteca sibeliana.

Interpretación: 8  • Estilo: 8,5  • Sonido: 7,5



Sociedad Coral de la Academia
Orquesta Filarmónica de Helsinki 
Paavo Berglund
- EMI (1985)

La primera grabación que llegó a la discografía internacional fue de la mano del añorado maestro Berglund, que con su visión sobria y un toque dramático, muy dinámico en esta cantata.
El coro adopta un recitado muy conversacional, casi íntimo incluso, mientras Berglund mantiene a la orquesta en su justo plano, dando relieve especial a las instrumentaciones más singulares (campanas y metal para el Sampo, el pizzicato para el kántele). La animada parte central es algo contenida, meditada y hasta nostálgica antes que exaltada, en la que además el director finlandés adopta un toque más sinfónico. 
Con la descripción de las auroras boreales Berglund sabe crea una imagen estática de gran belleza, eléctrica y vibrante sin perder cierto espíritu ascético, en verdad muy nórdico también. 
El interludio instrumental del tema 3/2 adopta una textura camerística, de nuevo intimista y delicada, con el coro respondiendo en el mismo tono de confesión y de devoción, aunque sean los detalles orquestales, como el de las estrellas ofreciendo la belleza de las constelaciones circumpolares y eternas, lo que más destaca.
El gran sinfonismo vuelve para el final de la cantata, que ciertamente es majestuoso pero por sí solo, sin grandilocuencias orquestales. Llama la atención cómo en el último acorde el maestro Berglund recalca la sonoridad del pizzicato de las cuerdas, como un último guiño al mundo del kántele. Buena y emotiva versión, 100% finlandesa en su espíritu.

Interpretación: 7  • Estilo: 8,5  • Sonido: 6,5



Coro Femenino Ellerhein
Coro Masculino y Orquesta Sinfónica Nacionales de Estonia
Paavo Järvi 
- VIRGIN (2002)

De nuevo un director estonio se pone al frente de la obra finlandesa. El vástago más sobresaliente de Neeme Järvi (¡sus hermanos también son brillantes!), director muchos años en Suecia y en EE.UU., firmó en su país natal y con músicos estonios un disco dedicado como el de Klas en exclusiva a las cantatas (coincidiendo en todas menos en una partitura que Järvi no graba y viceversa). Aunque las interpretaciones en general son de nivel, el logro quizá es inferior al de su compatriota (aunque si buscan el disco, este les será más fácil de encontrar, y en series económicas). 
El "Oma maa"de Paavo Järvi tiene un toque más contemporáneo, como corresponde al director, de sonoridades delineadas y elegantes, menos atento en cambio a la expresividad. El coro por su proximidad idiomática entona muy bien los versos fineses (me comentan que apenas se percibe el acento), aunque quizá falle aquí el director en ofrecer una cohesión mayor. La orquesta está algo discreta, incluso apenas de dejan oír algunos de los hallazgos sibelianos (como las campanas), no por la toma de sonido en sí, que es adecuada. El pulso dramático y los cambios de tempo en cambio dan una gran fluidez y espíritu inflamado a la obra, quizá lo más destacable de la grabación, en especial en un Vivace que hace honor a su indicación.
Las noches nórdicas suenan frías, al dar Järvi un color lejano y etéreo al pasaje. "Frío" dicho de sea de paso no en un sentido negativo, ya que logra trasmitir esa atmósfera limpia y de colores puros e infinitos, aunque no tanto la emoción subjetiva que conllevaría.
La sección en 3/2 adopta un tono lírico y suave, profundo y de gran altura por momentos, aunque parece que en ocasiones el coro femenino se abandona demasiado a la recitación o al simple descuido. El final también tiene algunos desajustes entre secciones, pero transmite grandiosidad y solemnidad. Un versión suficiente, pero desde luego la más floja de todas las comentadas. 

Interpretación: 6  • Estilo: 7  • Sonido: 7,5

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No descartando que aparezcan nuevas grabaciones, damos por concluida este serie muy cercanos al centenario del nacimiento mismo de "Oma maa".


Kanteletar, la lírica popular recogida por Lönnrot

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Hoy, día 28 de febrero, se celebra en Finlandia el "día del Kalevala", día de las letras finesas, pero ante todo día del folclore, de las tradiciones ancestrales y de la cultura popular. La fecha conmemora la publicación del "Kalevala" original en 1835, arranque de toda la cultura puesta de relieve en esta efeméride. Aprovecharemos esta fecha para hablar de la otra gran obra recogida/editada por el padre del "Kalevala", su hermana pequeña, llamada "Kanteletar".

El "Kanteletar" es una colección de poesía lírica - en su sentido estricto, canciones -, compilada y editada por el médico y filólogo Elias Lönnrot, y publicada en tres partes entre 1840 y 1841, a medio camino entre las versiones original y final de su opus magnum, el "Kalevala".  Al contrario que esta última obra, el "Kanteletar" no sigue ninguna estructura narrativa: son canciones individuales agrupadas editorialmente por contextos o temas. Una verdadera colección, tal como la hemos venido definiendo.

Plantea muchas similitudes con el "Kalevala", sin embargo: estos poemas fueron recogidos en su mayor parte por el propio Lönnrot en sus viajes. Sus expediciones en 1828 a las regiones surfinlandesas de Savo y Häme, y a la Karelia finlandesa, le proporcionaron el material para publicar entre 1828 y 1831, en cinco partes, "Kantele", una colección que toma su nombre el instrumento tradicional con el que se acompañaban con frecuencia estas canciones. Justo en 1831 se funda la Sociedad de Literatura Finesa (institución activa hasta nuestros días), que entusiasmada con el trabajo de Lönnrot financia un viaje de recogida de cantos a la Karelia rusa (recordemos que en ese momento históricos toda Karelia estaba unificada como parte del Imperio Ruso, al que pertenecía la región a ambos lados de la futura y actual frontera). Los viajes se extienden hasta 1835, y los poemas recogidos en la región, donde en teoría se conservaban las tradiciones más antiguas del pueblo finlandés, serán la base principal del "Kalevala", pero también suministrarán muchos de los versos para el "Kanteletar". Ese mismo año final de 1835 es la fecha de la publicación, como decíamos, de la primera versión del "Kalevala"


"Kreeta Haapasalo tocando el kántele en una cabaña campesina", óleo del artista finlandés Karl Ekman (1869). Haapasalo (1813-1893) es una de las kanteletistas más célebres de la historia. Artista itinerante, tocó ante audiencias humildes como también ante la nobleza. Su apellido (en un momento en el que no todos los finlandeses tenían uno, salvo el patronímico) fue sugerencia del poeta Topelius. El cuadro de Ekman refleja un momento de juventud, como puede comprobarse gracias a los carteles que adornan la pared detrás de la instrumentista.

Antes de revisitar el extenso poema mitológico, Lönnrot decide revisar y ampliar su "Kantele" para transformarlo en el "Kanteletar" que actualmente conocemos, y que publicará en tres partes entre 1840 y 1841, con el subtítulo de "Suomen kansan vanhoja lauluja ja virsiä" ("Viejas canciones y baladas finlandesas"). Sobre el título mismo hemos de hacer una aclaración: el sufijo -tar se ha añadido al nombre del instrumento, lo que cambia ligeramente su significado, traducible como "la kanteletista", o "la doncella del kántele". Dicho sufijo hace femenino (o más exactamente, denota "mujer joven" o "virgen") los sustantivos, y es la forma femenina, por ejemplo, de algunas profesiones. O más bien era, porque su uso en finés ha quedado obsoleto. Dicho sea de paso, -tar no denota necesariamente, como se ha dicho, una diosa o criatura divina, si bien es cierto que este sufijo arcaico le encontramos en muchas diosas de la mitología kalevaliana, como Kuutar ("la doncella de la luna"), Päivätar ("la doncella del sol"), Ilmatar ("la doncella del aire"), etc. En todo caso, la personificación tras este título explica bien por qué a esta obra se la ha llamado innumerables veces "la hermana pequeña del Kalevala".

La colección comprende 652 poemas con un total de 22.201 versos. En el prefacio Lönnrot hace una proclama entusiasta de las fuentes populares, en la que claramente se alinea con la tesis romántica del Herder del "Volksgeist". Pero al mismo tiempo se muestra muy moderno al señalar cómo estos poemas pueden servir como un estudio de la vida real del pueblo, de sus tradiciones, de su mentalidad, y - como en los versos finales del Kalevala - no deben ser una muestra fosilizada del pasado o del presente eterno, sino que pueden servir de fundamento a la nueva poesía en finés. Recordemos que en esta época el finés apenas tenía una producción significativa - y mucho menos un reconocimiento - en la literatura culta del país, todavía dominada con rotundidad por el sueco de la élite intelectual y económica. El anhelo esperanzado de Lönnrot se convirtió en verdadera profecía, aunque desde luego una profecía que él mismo hizo cumplir con su propio trabajo, y la poesía de estas obras sirvieron como punto de inicio a la nueva literatura en finés (recordemos en caso de Kallio, recientemente visto aquí).

Tras el prefacio del autor, se insertan los primeros 24 poemas, como muestra general. Tras ellos llegan los tres libros, que no solo se dividieron así por razones editoriales, sino que también contienen una división en tres partes diferenciadas. Al no existir un hilo narrativo como en el Kalevala, la colección se estructura siguiendo una serie de categorías. Así, en el primer libro encontramos las 28 "Yhteisiä Lauluja" ("Canciones generales"), a su vez divididas en cuatro secciones: el comienzo son temas comunes poemas de hombres y mujeres, la mayor parte con un carácter introspectivo, que muestra las dificultades y dura vida en los bosques y páramos finlandeses. 

La segunda sección son canciones de bodas, reflejando los extensos rituales de estas ceremonias populares, en las que los antropólogos han visto complejos y profundos conceptos culturales. Las siguientes secciones se destinan a canciones de pastores e infantiles, respectivamente, en las que el tono melancólico de la primera sección se combina con toques del humor típicamente finlandés.

El segundo libro, con 354 poemas, contiene las llamadas "Erityisiä Lauluja" ("Canciones especiales"), también divididas en cuatro categorías. La primera son versos para muchachas (búsqueda de marido), para mujeres, para chicos, y para hombres (caza, guerra, etc.). Como en el primer libro predomina el tono pesimista y melancólico ante las fuerzas que el individuo no puede controlar, un tono que a veces llega a aproximarse a un sentimiento fúnebre.

La mayor parte de las canciones del tercero, de 60 poemas provienen específicamente de la Karelia rusa, y contienen las Virsi-Lauluja ("Canciones rituales"). El tomo se divide a su vez en tres categorías, aunque agrupando en ocasiones a canciones muy diferentes entre sí. La primera categoría corresponde a antiguos temas religiosos (muchos propios de la Iglesia Ortodoxa antes que de la Luterana o del paganismo), la segunda a temas históricos o épicos, y la tercera a cuentos, en la que se entremezclan leyendas, relatos sobrenaturales, baladas con supuesto tema histórico, etc. 

Tres años después de la muerte de Lönnrot, en 1887, se realizó una nueva edición de la obra que incluía 137 nuevos poemas añadidos. Ediciones subsiguientes han suprimido esta ampliación espuria, excepto por una decena de canciones que se han consideran dignos de formar parte de la misma idea del autor. 


El filólogo, folclorista, médico y botánico Elias Lönnrot (1802-1884). 
Retrato (1872) de Bernhard Reinhold (1824-1892), perteneciente a la Universidad de Helsinki

El trabajo de Lönnrot en esta obra no fue el de mero recopilador y comentador. Los poemas sufren cierto grado de adaptación, aunque bastante menor que en el Kalevala. El labor de edición se limitó a dar versiones más prístinas según el criterio del folclorista (que no coincidiría en grado sumo con los criterios actuales), sintetizando las variantes y depurando algunas formas dialectales que creía incorrectas.

No es lo único que la emparenta con el largo poema épico: los canciones del Kanteletar siguen la misma métrica poética (y por ende musical), la de la llamada precisamente "canción kalevaliana": un esquema prototípico de versos octosílabos con ritmo de sílaba acentuada - átona - acentuada - átona - acentuada - átona - acentuada - átona, y diversas variantes a partir de dicho esquema, de acuerdo a la especial acentuación de idioma finés y su distribución de vocales largas y breves (que hace que en muchas ocasiones no se correspondan con octosílabos):

        Paista päivä, armas päivä

En todo caso los versos se adecúan siempre a un ritmo musical transcribible en nuestra notación como 5/4, con tres grupos de dobles breves terminadas por una característica dupla de largas, que musicalmente eran siempre una misma nota reiterada:


˘ ˘ ˘ ˘  ˘ ˘  ¯  ¯ 
Por supuesto, ese metro original no implica que toda musicalización deba hacerse en compás quinario, aunque es cierto que las versiones musicales lo han utilizado con frecuencia.

Además de la métrica, la canción kalevaliana siempre busca otros recursos poéticos muy musicales, como la continua aliteración, los paralelos, sinónimos y juegos de palabras sobre fonemas similares...

Muchas canciones recogen una alternancia antifonal entre partes: diálogos, solos, mujeres y hombres, etc., que provienen directamente de su práctica musical, y que a su vez se vierte con frecuencia y facilidad en las versiones corales modernas.


El Kanteletar en el arte y la música

Aunque no ha tenido el mismo impacto cultural que su "hermana mayor", el Kanteletar ha sido una inspiración incansable entre las letras y las artes finlandesas. Muchos de los poetas que se atrevían a escribir en la lengua finesa en la segunda mitad del siglo XIX y el comienzo del XX, lo hacían siguiendo el tono, las formas o los temas que se encontraban en esta colección. Eso explica en gran parte el por qué la poesía finesa tenía ese carácter "popular", frente al tono más culto y elevado que definía a la poesía suecoparlante de la época.

En las artes plásticas también se puede percibir el impulso. Además de sus temas, podemos encontrar algún ejemplo inspirado en versos concretos, como este conocido cuadro de Akseli Gallén-Kallela:


"Velisurmaaja" ("El fraticidio",1897), inspirado en el dialogado cuarto poema del prefacio. Pueden escuchar una histórica recitación de estos versos en este enlace, con la voz de Olga Poppius.

Pero ha sido la música donde se puede percibir con rotundidad el peso del Kanteletar, habiendo servido de base a decenas y decenas de composiciones en multitud de estilos. 

Además de las partituras de Sibelius de las que hablaremos a continuación, otros compositores del entorno de la época nacionalista han compuesto obras vocales, fundamentalmente coros, con los versos del Kanteletar: Palmgren, Kuula, Madetoja... Quizá el caso más destacable sea el del compositor Yrjö Kilpinen (1892-1959), que haciendo honor a su sobrenombre de "el Hugo Wolf finlandés" dedicó un extensísimo ciclo, su "Kanteletar-Lauluja" opus 100, escrito entre 1948 y 1950, a musicar 64 de los poemas de la colección para voz y piano, cuya integral abarcaría unas tres horas de música (existe alguna grabación parcial, como la protagonizada por los cantantes Camila Nylund y Hans Lydman, con el pianista Peter Stamm, en el sello CPO, grabada el año 2000).

Entre las versiones musicales más interpretadas están las del compositor Aksel Törnudd (1874-1923), que por su interés por la pedagogía y lo popular se acercó a los textos recogidos por Lönnrot para más de una veintena de coros (un ejemplo de estos coros puede escucharse en una antiquísima grabación de 1929, en este enlace). 

Dentro de la llamada música "folk" finlandesa, la colección ha sido fuente para composiciones e incluso de figuraciones en grupos como las célebres Värttina. Grupos de "rock metal progresivo" como Amorphis (que nutre buena parte de su repertorio también del Kalevala y de la mitología y folclore finés), han grabado numerosos temas sacados del libro de Lönnrot, dedicando incluso un disco en exclusiva ("Elegy", 1996) a canciones inspiradas en sus versos.


El Kanteletar y Jean Sibelius

Entre las composiciones más conocidas y celebradas con versos del Kanteletar están los cuatro coros que Sibelius escribiera con los versos de la antología de Lönnrot. Como expresión de ese ánimo popular y colectivo, el conjunto coral le fue un vehículo incomparable para poner en música estas canciones. Todos ellos fueron escritos en la década de 1890, justamente alrededor del "periodo kalevaliano o karelianista" del autor, en obras que reflejan el mayor peso de la música y el espíritu folclórico de toda su carrera. 

- "Sortunut ääni" ("La voz rota", ¿1898?) y "Saarella palaa" ("Fuego en la isla", 1895) pertenecen al opus 18 (números 1 y 4 respectivamente), y fueron escritos para coro masculino a capella originalmente, aunque años después el propio autor las dispuso también para coro mixto. La primera canción contiene unos pesimistas versos entonados en primera persona pero que, como muchos poemas del libro, pueden asumirse también colectivamente (y así fue probablemente la intención de Sibelius). Es sin duda la que menos huella de la música popular muestra, aunque la huella sea intensa, sin embargo. El segundo coro en cambio es puro folclore, en el que se entremezclan referencias nupciales con juegos de palabras en una secuencia de preguntas-respuestas, que el músico sintetiza muy bien. Ambos poemas se encuentran en el primer libro de Lönnrot, números 57 y 186 del original. 

- "Min rastas raataa" ("Ocupado como un tordo") JS.129 es una deliciosa y dinámica miniatura, llena de contrastes, escrita originalmente para coro mixto en 1898. Pone música a la canción 219 también del primer libro.

- "Rakastava" ("El amante") JS.160, es la composición más extensa de Sibelius basada en la colección, y reproduce hasta tres canciones del primer libro, las 173, 174 y 122. La versión original de la pieza se remonta a 1894, y fue redactada para coro masculino a capella con un solista. Pero encontramos hasta cuatro versiones (!) más de este título en el catálogo sibeliano: una partitura con acompañamiento añadido de orquesta de cuerda que pidió el coro peticionario para superar sus dificultades, un arreglo para coro mixto a capella de nuevo en 1898 (con dos solistas que se reparten el solo original), y una recomposición para orquesta de cuerda de entre 1911 y 1912, de la que contamos además con una redacción original que fue expandida en la final (y que lleva el número definitivo de opus 14). A este título y a sus diferentes versiones dedicaremos nuestra siguiente serie en el blog.

- "Soitapas sorea neito" ("Toca, hermosa doncella") JS.176 fue escrita en algún momento entre 1893 y 1894, para coro mixto a capella con un tenor solista. Plantea muchas semejanzas con "Rakastava", y es posible que obedezcan al mismo impulso. A pesar de su brevedad, su bellísima vocalise es uno de los momentos más hermosos de la música coral sibeliana. Su texto pertenece no al primero, sino al segundo tomo del Kanteletar, a su poema nº238.

- Además de esos cuatro coros, el autor de este blog puede añadir un quinto título con "Tule, tule kultani" ("Ven, ven, mi amada") JS.211, cuya melodía fue una de las seis tonadas folclóricas que el propio autor recogió en su viaje a la propia Karelia, en 1892. Para esta melodía Sibelius escribió un acompañamiento pianístico, con el cual puede interpretarse como canción de concierto para voz y piano. En la bibliografía sibeliana encontrarán el texto de esta pieza referenciado como de autor anónimo o "folclórico", pero hemos podido constatar que se corresponde con exactitud al octavo poema del primer libro del Kanteletar ("Kultaansa ikävöivä", estrofas 1, 4 y 8). La razón de esta coincidencia es que lisa y llanamente Sibelius pudo recoger un tema popular que seguía vivo décadas después del viaje del propio Lönnrot, aunque Sibelius estuvo más atento a la música que al texto. Tampoco se podría rechazar una hipótesis inversa: algún autor ciertamente anónimo compuso o adaptó una melodía al texto del Kanteletar, y después tal canción fluyó con toda naturalidad al folclore en el medio siglo hasta la transcripción sibeliana. En todo caso podemos unir estos versos al puñado de obras sibelianas basadas en el Kanteletar, aunque sea como transcriptor y arreglista antes que como compositor.


Bibliografía

Gran parte de la información de este post está condensada del artículo "Finnish oral poetry, Kalevala and Kanteletar" de Michel Brand, dentro de la obra colectiva "A History of Finland's Literature", editada por George C. Schoolfield (1998, University of Nebraska Press).

No existe por desgracia ninguna traducción del Kanteletar al español, ni a ninguna lengua romance hasta donde hemos podido averiguar. Lo cierto es que fuera del finés o del ámbito cercano (el estonio, incluso el húngaro), la obra no ha tenido una gran difusión. Los más interesados pueden acudir a la versión en inglés de Keith Bosley (Oxford University Press, 1992), difícil de encontrar, por otra parte. También se ha publicado alguna traducción original al alemán. Quizá sea justamente en los folletos que acompañan a las versiones musicales donde les puede ser más fácil encontrar traducciones.

Como curiosidad, esta mención se encuentra en las famosas "Cartas finlandesas" (1896-98) de Ángel Ganivet: “canciones  cortas  sobre toda clase de asuntos, propias para ser cantadas con acompañamiento  del   kantele,  instrumento de  cuerda,  de  forma  original,  inventado  por  el sabio  héroe  Waeinaemoeinen.

Si tienen interés en el texto original en finés, aquí sí que es posible recurrir a múltiples y maravillosas visiones del texto. En la propia red, podemos encontrar estos tesoros:

- Una transcripción libre del texto finés original, en varios formatos digitales, en el Proyecto Gutenberg.

- Toda una delicia histórica. El manuscrito original del propio Lönnrot se encuentra escaneado en los siguientes enlaces: la primera parte, la segunda, y la tercera. Como curiosidad, podemos comprobar como en la ortografía del autor se prefiere la "v" a la germánica "w", con el que se representaba el mismo sonido en la época (décadas más tarde se haría normativa la "v").

- De la edición impresa original de 1840-41, podemos disfrutar de la primera parte, y de la tercera.


El folclore finlandés en la obra de Jean Sibelius (I): el uso de melodías populares

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Una de las etiquetas con las que más frecuentemente se relaciona a Jean Sibelius es la denominación de músico "nacionalista". Como muchas categorizaciones, este es un término amplio que pretende reunir a toda una colección de diferentes aspectos bajo un concepto común. La existencia de matices implica que no necesariamente todos los compositores considerados "nacionalistas" se ajusten nítidamente al término.

En general, se ha definido como nacionalista al compositor de fuera del ámbito central de la música europea (Alemania/Austria, Francia e Italia); que se inspira en la historia, el folclore o la mitología de su país; que crea trabajos con un sentido patriótico, muchas veces reivindicativo; y que utiliza la música popular de su patria o región como punto de partida de sus propias composiciones. Además el nacionalismo musical está localizado temporalmente como una época entre el siglo XIX y principios del XX, o quizá más exactamente entre Glinka y Bartók (aunque haya casos posteriores y anteriores).

Aceptando esos parámetros, en seguida acudirán a nuestra mente figuras como Mussorgsky o Rimsy-Korsakov en Rusia, Dvořák en Chequia, Vaughan-Williams en Inglaterra, Albéniz en España, o de manera más cercana a Sibelius el noruego Edvard Grieg. Todos ellos se sitúan fuera de las "grandes potencias" musicales, se inspiran en temas nacionales, con sentido patriótico, y utilizan la música popular, ya sea tomando tonadas y danzas del folclore, o usando sus escalas, ritmos y giros melódicos en composiciones originales. 

Pero desde luego hay otros compositores que pueden aproximarse a ese concepto, aunque habitualmente se les saca de esa categoría. Por ejemplo, Wagner se inspiró en la mitología germánica y con un sentido ciertamente patriótico, como también Verdi, cuyo propio nombre llegó a ser símbolo de la Unificación Italiana. D'Indy o Chopin utilizaron temas populares, y mucha de su música original está impregnada de ese peso del folclore. O incluso Chaikovsky, que cumple a la percepción todos los aspectos, en ocasiones es alejado del concepto "nacionalista" (frente a los autores del "Grupo de los Cinco") porque su música persiguió también un propósito más general y europeísta, y al tiempo más subjetiva. 

¿Y qué ocurre con Sibelius? ¿Pertenece Sibelius al club de los músicos nacionalistas? Indudablemente su música es foránea al centro de Europa, se inspiró y frecuentemente en temas mitológicos e históricos finlandeses (la multitud de obras en torno al Kalevala, o los "cuadros históricos" de 1899), tiene multitud de obras patrióticas y directamente reivindicativas (simplemente recordar Finlandia [se levanta] opus 26)... pero al llegar al punto final, la utilización de música folclórica, es donde quizá nuestro autor no se corresponda tan plenamente con el prototípico nacionalista musical. 

El hecho es el siguiente: son escasísimos, casi anecdóticos, los casos en los que Sibelius utilizó directamente melodías o danzas provenientes del folclore, y en su casi totalidad circunscritos a un exploración temprana de su propio estilo, antes de alcanzar la madurez musical. Nunca compuso una Rapsodia finlandesa, un reikilaulu ("canción de trineo", uno de los géneros más populares, valga el doble sentido, del folclore finlandés), o una pirun polska ("polonesa del diablo", aunque importada, la polska es una de las danzas tradicionales más características de Finlandia), como sí que hicieron compositores compatriotas suyos, los inmediatamente anteriores, como Kajanus, o los posteriores, como sus discípulos por un tiempo Kuula y Madetoja.

El propio genio nórdico, como veremos en el siguiente post, no quiso usar conscientemente el folclore auténtico en cuando a su plasmación real, pero en cambio sí que intentó impregnarse de su "espíritu". Más que un uso directo del folclore finlandés, en la música de Sibelius se percibe un indudable "color" y "sentimiento" finlandeses. Y eso es porque el propio autor procuró, voluntariamente en gran parte, incorporar a su estilo, cuando este se estaba formando, ese espíritu, abstrayendo los usos del folclore, de modo que su música no sonara nunca tópicamente "finlandesa". Pero los finlandeses sí pueden reconocerse en ella. Sibelius toma algunos giros del folclore, aunque los estiliza, los asume, los hace tan suyos que se funde completamente con ellos, los convierte en su propia voz. Al llamar a Sibelius "la voz de Finlandia" no solo se está apelando al hecho de ser el portavoz musical del país ante todo el mundo, sino también al hecho de que está cantando con un acento indiscutiblemente finlandés. 


"El viejo kanteletista con su nieta", obra de Albert Gebhard (1869-1937)

Antes de adentrarnos en ese aspecto, detengámonos en el pequeño grupo de obras en el genio nórdico utilizó de hecho melodías tomadas directamente de repertorio finlandés. Como adelantábamos, la mayor parte pertenece al periodo de "búsqueda de una voz propia", una corta fase intermedia que coincide con el fin de sus estudios formales y en la que el compositor experimenta con sus composiciones con el fin de encontrar su propio y original camino. Dentro de esta experimentación se puso las vestimentas de un compositor nacionalista más - que luego iría abandonando - y acudió al material folclórico, pero en términos generales, ya desde estos mismos comienzos, más al folclore ideal que al real. En todo caso, sí llegó emplear algunos pocos ejemplos tomados de tonadas populares.

• Allegro para septeto de metal y triángulo JS.25(otoño de 1889). Escrito para una plantilla también muy tradicional en la música de la Finlandia del siglo XIX, el torviseitsikko (dos cornetas soprano en Mib, otras dos en Sib, trompa contralto en Mib, tenor en Sib, bombardino en Sib, tuba en Sib, más percusión), la pieza se prestaba al uso de melodías folclóricas por su propósito: un concurso organizado por la Sociedad Finlandesa de Educación Popular. La pieza es una breve fantasía, casi un popurrí, sobre diferentes temas, dos de los cuales son conocidas melodías folclóricas, "Hevonen kuin koirasteeri"y "Tuomi on virran reunalla"La primera ("El caballo como el gallo-lira") tiene un característico juego de ritmos dactílicos:



La segunda de ellas ("El cerezo se alza en el río"), sigue siendo bastante conocida e interpretada aun hoy en día, apareciendo en multitud de cancioneros:


(nota: ambos ejemplos están trancritos de cancioneros, no de la partitura de Sibelius)

Pero ambas tonadas tendrán una trascendencia algo mayor ya que, más allá del uso de esta obra, ya que aparecen relacionadas con la génesis nada menos que de "Kullervo" opus 7, la piedra angular de la carrera de Sibelius: "Hevonen kuin koirasteeri" aparece mencionada en febrero de 1892 en una carta de Aino, en la que informa a su futura mujer de sus planes para escribir una sinfonía en la que usaría dicho tema. Ese proyecto devendrá de hecho en "Kullervo", cuyo tema inicial parece estar inspirado en su dibujo en este "Tuomi on virran reunalla". La sinfonía-poema sinfónico es una de las obras de su carrera con un tono más marcadamente - e incluso salvajemente - folclórico. Resulta curioso pues contemplar esta pequeña pieza como un antecedente del gigante sibeliano, con esos temas tradicionales como punto de conexión y base. Una pieza en todo caso que ciertamente no desentonaría entre ejemplos similares de tantos y tantos compositores nacionalistas. 


"Tule, tule kultani" ("Ven, ven, mi amada") JS.211, ya mencionada a la hora de hablar de "Kanteletar", es el fruto de la mínima experiencia que tuvo Sibelius como folclorista de campo. En el verano de 1892, combinando su luna de miel con Aino, y una beca de la Universidad de Helsinki para estudiar la canción rúnica y el tañer del kántele en la legendaria región de Karelia, cuna del "Kalevala" y considerada la guardiana de las esencias ancestrales finlandesas. Anotó personalmente entre 15 y 20 melodías populares en la zona de Lieksa, además de escuchar cantos rúnicos de los artistas que continuaban la tradición con todo el vigor. De entre las melodías de Lieksa, esta en concreto debió suscitar su atención muy en particular, ya que se apresuró a componer un acompañamiento pianístico en el mismo manuscrito.


• Uno de esos cantos rúnicos recogidos, que servían de entonación a los fragmentos de "Kalevala" que aún podían escucharse en la región, Sibelius lo utilizaría para su "Música escénica para un festival y una lotería en ayuda de la Educación en la Provincia de Viipuri" JS.115 obra más conocida como "Karelia"(sobre todo por la Suite opus 11, formada por otros tres movimientos extraídos de esta obra). Estos cuadros históricos retrataban diferentes episodios de la región, y el primero de todos, que reflejaba la época pagana - y la posterior llegada de los conquistadores, suecos y cristianos - introducía una pareja de cantores entonando estrofas del poema de Lönnrot a la manera tradicional (y de hecho fueron cantadas por artistas folclóricos en el estreno). Este canto, que en el original es solo parte de una obra orquestal más amplia, emplea el canto antifonal muy frecuente en la canción kalevaliana, aunque no a capella o acompañado por el kántele, sino por la orquesta:



Dentro de la misma obra hay una cita a una melodía ya bien conocida por el público finlandés de 1893, "Vårt land" ("Nuestra tierra"), un canto patriótico con texto de Runeberg y música de Pacius, que a la sazón se convertiría en el himno nacional de la Finlandia independiente hasta nuestros días. A pesar de su popularidad, no entraría en la categoría de "música folclórica" propiamente dicha, aunque lo mencionamos a modo de curiosidad, y porque también es una de las escasísimas citas a melodías ajenas.



• En 1895 se publicó una nueva y también igualmente pequeña contribución de Sibelius como folclorista, una colección de arreglos de canciones rúnicas por parte del experto de la Universidad de Helsinki Axel August Borenius, como parte de una edición del "Kalevala" de manos de la Sociedad de Literatura Finlandesa. Nuestro músico colaboró con Borenius, aunque quien les escribe no tiene datos más precisos sobre la naturaleza exacta y el alcance de su papel en la edición.


Doble página de los "Suomalaisten laulujen ja runojen nuotteja" ("Cantos y runos fineses anotados [musicalmente]"), que publicó Elias Lönnrot en 1840, con fórmulas típicas de la canción kalevaliana

Sí al menos podemos pensar que la labor de Sibelius habría sido la de realizar o completar acompañamientos para piano de las melodías y textos recogidos por Borenius (como es el caso de otras antologías de Borenius, como esta de 1880 que contó con la colaboración del músico Gabriel Linsén).


 Valssit / Kehtolaulu [Vals / Canción de cuna], para violín y kántele, JS.222. El 11 de septiembre de 1899, nuestro músico visitó a su amigo, el pintor Pekka Halonen, en su casa del Lago Tuusula (unos años antes de ser vecinos en la comunidad). Halonen tocaba como aficionado el kántele, y Sibelius decidió crear una melodía con el objetivo de acompañar una pieza popular para la cítara finlandesa. 


La pieza, tal y como fue publicada en el periódico Väisänen, en 1935

Esto es, la parte de kántele corresponde a la melodía tradicional, mientras que la violinística (una contramelodía muy sencilla) se debe al compositor. Una pieza doméstica, pero por haber sido anotada y más tarde publicada, se ha podido añadir a la lista de obras de Sibelius.


 Seis canciones populares finlandesas JS.81, para piano. Esta es sin duda la obra sibeliana que más se ajusta en principio a un trabajo típicamente nacionalista, aunque encontraremos algunos matices muy personales en el concepto de la obra. La colección fue resultado de una sugerencia de su amigo Carpelan, que en mayo de 1902 le invita a la composición de una serie de piezas para orquesta de cuerda basadas en canciones finlandesas, con carácter fácil, "bises" que contribuyesen a la popularidad del propio autor. Posiblemente pensaba el aristócrata finlandés en trabajos del estilo de Grieg (sus Dos melodías elegiacas opus 34 o las Dos melodías nórdicas opus 63). 

En todo caso el compositor aceptó el reto, pero con el tiempo la idea tomó un cariz más propio. En lugar de piezas para cuerda, Sibelius decidió trasladar en 1903 las melodías escogidas al ámbito más íntimo del piano. Y en lugar de darle ese carácter de concierto popular, el autor rodeó los temas folclóricos, casi minimalistas, de unas texturas muy atmosféricas y expresivas, complejas incluso, lo que ha hecho a algunos autores a comparar el cuaderno con la música del Mikrokosmos de Bartók. Los títulos de las piezas, que simplemente trasladan la denominación de cada melodía popular, son los siguientes:

   1. Minun kultani kaunis on, sen suu kuin auran kukka (Mi amada es hermosa, su boca es como una clavellina)
   2. Sydämestäni rakastan (Te amo con todo mi corazón)
   3. Ilta tulee, ehtoo joutuu (Llega la tarde, se ve el crepúsculo) 
   4. Tuopa tyttö, kaunis tyttö kanteletta soitta (Así toca la muchacha, la hermosa muchacha, el kántele) 
   5. Velisurmaaja (El fratricida) 
   6. Häämuistelma (Recuerdo de boda) 

Existe una séptima pieza, al parecer una partitura desechada del cuaderno por no ajustarse - más ligera - al estilo musical de las demás:  Minun kultani kaunis on, vaikk’ on kaitaluinen (Mi amada es hermosa, aunque sea delgada). El manuscrito lleva la signatura HUL 0822/1

Como ejemplo, tenemos el tema de la quinta pieza, "El fratricida" que corresponde a una melodía con uno de los textos más célebres del Kanteletar:




La música de Sibelius rodea el tema folclórico con enorme expresividad, de toques ciertamente tétricos (con esa séptima sensible que traiciona la modalidad de la melodía), puesto que crea el carácter enfermizo del texto, en el que una madre interroga a su hijo sobre el asesinato de su propio hermano. La partitura incluso reproduce el diálogo del poema, resituando cada doble verso en un registro distintivo según la frase de cada personaje: el agudo para la madre, el grave para el hijo fratricida.

Podemos escuchar tres números de la colección (exactamente las canciones segunda, tercera y quinta) en los siguientes videos de youtube, por el pianista Håvard Gimse, una grabación de hace unos años para el sello Naxos:



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Como ya anunciamos, dedicaremos un segundo post a analizar más en concreto el influjo del idioma y el folclore finés sobre la melodía de Sibelius, en sus obras originales y en su estilo melódico en general.
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Siguiente capítulo (y II): la influencia del idioma y la canción popular en la melodía sibeliana


El folclore finlandés en la obra de Jean Sibelius: (y II) la influencia del idioma y la canción popular en la melodía sibeliana

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Capítulo anterior: el uso de melodías populares
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La melodía típicamente sibeliana nace de la prosodia del finés

Llegados a este punto si, tal y como hemos visto en el post anterior, el uso de material folclórico directo es prácticamente una anécdota en la obra de Sibelius, ¿por qué en la música típicamente sibeliana podemos reconocer giros nítidamente finlandeses? ¿Por qué de hecho la música de Sibelius suena tan profundamente finlandesa?


Desde los años 60 varios estudiosos han dado con la solución: en la raíz de su propio estilo musical está la prosodia, los ritmos y la entonación del idioma finés. La melodía sibeliana nace de la pronunciación del finés, directamente o a través del filtro de su traslación a la música popular. Lo explica a la perfección el gran biógrafo del compositor, Erik Tawaststjerna:


   Sibelius, pareciera, asocia el idioma finés y la música popular, y su propio estilo melódico tiene algunas afinidades con los ritmos hablados y la entonación del idioma. Entre ellos está la ausencia de un tiempo débil, la aparición, generalmente frecuente, de ritmos espondeos [larga - larga] y dactílicos [larga - breve - breve], las quintas descendentes que tienen lugar al final de una frase y el hábito de empezar una idea con una nota largamente sostenida y terminar con un sufijo descendente. Los paralelos son obvios: en el finés el acento cae en la primera sílaba de una palabra, la entonación tiende a caer, y en una frase de extensión normal primero se eleva para caer siempre al final. El modo en el que se construyen las palabras, también, ofrece una analogía: una única sílaba larga es la palabra básica a la que se añaden una variedad de sílabas (terminaciones de casos y sufijos) que la modifican.(Sibelius. Volumen I: 1865-1905, pág. 76)



Poema introductorio del "Abckiria", texto de Mikael Agricola (1543) con el que el reformador y pionero del finés combinaba la enseñanza del idioma escrito con el catecismo luterano. El texto completo puede verse en este enlace.

Nada más se puede añadir a lo dicho por el experto en el músico. Pero hemos de explicar a los no familiarizados con el idioma cada punto, poniéndolos en relación con ejemplos concretos de la música de Sibelius:

- El acento en finés cae, invariablemente en la primera sílaba. Existen sílabas largas y cortas (diferencia de vital importancia, hay palabras que cambian de significado si la vocal es corta o larga). Eso genera determinados ritmos en la palabra hablada. Cojamos los dos primeros versos del Kalevala:

   Mie-le-ni  mi-nun  te-ke-vi,  ai-vo-ni  a-jat-te-le-vi

    ˃       -   -     ˃      -      ˃    -   -      ˃    -    -   ˃    -   -    -   -

Trasladado a música, como observaba Tawaststjerna, tenemos un acento inicial y una alternancia muy marcada entre largas y breves (blancas y negras, negras y corcheas, etc.). En un ejemplo tan tardío como el del último poema sinfónico de Sibelius, Tapiola:


Fragmento temático (podría considerarse la primera variación) de Tapiola opus 112 (1926)


- En el mismo canto del Kalevala leemos esta frase, en la que observamos la diferencia entre largas y breves:
      uu - en   aa - mun   al - ke - hek - si
       ¯      ˘     ¯        ˘      ˘     ˘       ˘      ˘
En música, nos serviría el mismo ejemplo anterior, aunque hay decenas y decenas de ritmos dactílicos, como también espondeos (sobre todo al final de frase), y miles de variaciones de ese esquema. A veces esta rítmica es estricta (recordemos sin ir más lejos los esquemas rítmicos de La hija de Pohjola opus 49, ejemplo 6 de dicho análisis), o más variados, con en la siguiente melodía dórica, de gran belleza, que distribuye estos ritmos de manera hipnótica:


El gran tema modal de la segunda parte de Lemminkäinen en Tuonela opus 22 nº3

- La entonación del finés es en efecto siempre descendente, siendo el final de la frase una caída pronunciada. Esto ocurre incluso en frases interrogativas, exclamativas, etc., ya que tales matices se incorporan a la frase gramaticalmente, en forma de sufijos (p. ej. "sinä puhut espanjaa" / "puhutko sinä espanjaa?": "hablas español" / "¿hablas español?"), por lo que no es necesario una entonación distinta. En esta gráfica, con la frase aliterativa "Laina lainaa Lainalla lainen" ("Laina hace un préstamo a Laina"), lo podemos ver claramente:
Ejemplo tomado de Daniel Hirst: "The analysis by synthesis of speech melody: from data to models" (2011, Journal of Speech Sciences 1(1):55-83)

Trasladada a la música de Sibelius, esta entonación genera diseños melódicos descendentes, normalmente por grados conjuntos y suaves. La cadencia típica es la de iii - ii - i (fa - mi - re, por ejemplo, en modo dórico o eólico), del cual tenemos también numerosísimos ejemplos. Además de la cita anterior deTapiola, tenemos una forma pura de esta cadencia en el extremo contrario de la carrera de Sibelius, en su primer poema sinfónico puramente orquestal (con doble nota repetida al final, además): 


Final del primer gran tema de Una saga opus 9 (1893, rev. 1902)

La caída pronunciada al final de la entonación finesa también se recoge en la melodía sibeliana con mucha frecuencia, en forma de intervalo de cuarta o más frecuentemente una quinta descendente. Es necesario precisar que este salto final también es harto habitual en la melodía popular, en especial en la canción kalevaliana (como vemos más adelante), pero en todo caso ambas influencias convergen para otorgar un "signo de estilo" típicamente sibeliano: 


Primer tema del Allegro energico de la Primera sinfonía opus 39 (1899, rev. 1900)

Muchos de los temas o motivos que estamos escogiendo reúnen en general no una, sino varias o todas las características derivadas de la prosodia finesa. No es de extrañar también que uno de los motivos más paradigmáticos de la música sibeliana acumule muchas de estas influencias en un espacio inferior al de un compás: 





Motivo inicial del solo de corno inglés en el Cisne de Tuonela opus 22 nº2 (1896, rev. 1897 y 1900)

- El finés es una lengua aglutinante. Esto quiere decir que la construcción de significados no solo se produce sumando palabras, sino también sumando sufijos a una palabra. Y es una lengua flexiva, esto es, la terminación de algunas palabras (fundamentalmente sustantivos), varía de acuerdo a su función gramatical, dando lugar a diferentes "casos". En el ejemplo prototípico que ya hemos mencionado alguna vez:
   Talo = "casa"
   Talossa = "en casa" [caso locativo, inesivo]
   Talossani = "en mi casa"
   Talossani = "en mi casa también"

El factor aglutinante y flexivo tiene una traslación en la melodía sibeliana, como apuntaba Tawaststjerna, en forma de una nota larga a la que se añade un grupo de notas como un "apéndice" (este clarísimo ejemplo además añade la quinta descendente a su diseño):


Tema del tercer periodo de la exposición del primer tiempo de la Segunda sinfonía opus 43 (1901-02)

Y recalquemos que la melodía típicamente sibeliana no hace uso accidentalmente de estas características de manera aislada, sino que suele presentar dos o más de ellas a la vez, denotando ese toque genuinamente finés. Su música es una continua recitación finesa, en suma. 

La entonación prototípica del finés, sumada a sus ritmos acentuales, y de sílabas largas y breves crea lo que se ha llamado una "monotonía musical" en la percepción del oyente, una especie de frase melódica que parece la misma, pero se ve alterada por pequeñas diferencias que evitan la reiteración excesiva, creando ese tono hipnótico, casi mágico, que tiene la palabra hablada en finés, máxime en la poesía, que tiene por tanto una cualidad doblemente musical. Cuando el propio Sibelius se refería al Kalevala un "tema con variaciones", no solo apelaba a sus aliteraciones, paralelismos masivos, etc., sino también a la propia recitación de las palabras, a esta entonación tan característica.

Esa musicalidad se traslada a la perfección a la propia música popular, que tiene esos ritmos dactílicos o espondeos, 
su línea descendiente, y su caída final en quinta o cuarta. Recordemos el prototípico de los runot kalevalianos: 

˘ ˘  ˘ ˘  ˘ ˘  ¯  ¯ 

Sibelius parece beber del idioma finés tanto directamente como a través del paso intermedio del folclore. En todo caso la melodía sibeliana habla rotundamente finés. 

El músico y el idioma

Quizá el lector más conocedor se estará cuestionando este punto, porque recordará que la lengua materna de nuestro compositor no fue el finés - lengua de la mayoría del país -, sino el sueco, la segunda lengua. El idioma escandinavo, aunque el dominante en la alta cultura, la economía, la administración, etc., era el minoritario en cuanto a número de hablantes. 

Pero hay que decir que el sueco hablado en Finlandia no equivale totalmente al sueco de Suecia. Resumiendo el asunto de forma sencilla, los sueco-fineses hablan sueco... con acento finlandés. Aunque a nivel literario siempre ha existido unidad lingüística entre ambos lados del Golfo de Botnia, el habla cotidiana y los dialectos de los finlandeses de origen sueco tiene una clarísima influencia del finés (tanto en "acento" como en algo de léxico), hasta el punto que puede confundirse a un sueco-finés, cuya lengua madre es el sueco, con un finlandés que sea buen hablante de sueco (lengua que se estudia habitualmente). Como buen representante de esta comunidad, Sibelius tenía como lengua materna el sueco, pero su "acento" era el finés. Además se da la circunstancia, casi providencial, de que haber estudiado en una de las escuelas pioneras del gran ducado en impartir enseñanza en finés, en su Hämeenlinna natal. 

Lo cierto es que, aunque nunca en su vida llegó a dominar el finés completamente, lo habló con fluidez, y siempre mantuvo el afán por mejorar y emplearlo cuando sus interlocutores manejaban esa lengua. En su casa se expresaba en sueco, pero en las cartas a Aino, por ejemplo, procuraba utilizar en finés (lengua que ella sí dominaba y amaba intensamente), con el propósito consciente de mejorar su conocimiento. Su esfuerzo por el finés le llevó a profundizar en el Kalevala en la lejanía de sus estudios en Viena, muy por delante de las obligadas lecturas escolares, y acudir constantemente a él el resto de su carrera.

El nacimiento de la melodía estilísticamente "sibeliana" 

No por pura coincidencia, en esta época (alrededor de los años 1889-1893), al tiempo que profundiza en el idioma y en el Kalevala, nuestro músico vive una plena búsqueda de su estilo compositivo personal. Además de otras influencias melódicas, armónicas y rítmicas, se deja impregnar por las melodías populares que encuentra en la canción kalevaliana y en otras expresiones de la música tradicional. Ansía entonces, de forma consciente, impregnarse de esos ritmos, contornos melódicos, inflexiones y escalas modales, del verso y la canción popular. Pero esta "vestimenta" no puede contemplarse como algo artificial. Más que coger la paleta de colores de la música folclórica, Sibelius acude a los ingredientes de los colores, elige las combinaciones con las que más cómodo se siente, y con el desarrollo de sus obras finalmente elabora su propia paleta de colores.

Esta búsqueda de la propia personalidad artística vino motivada en gran parte por su profesor Martin Wegelius. Había completado los estudios que Helsinki le podía ofrecer en aquel momento. Dominaba la técnica compositiva, es más, ya había escrito obras de altura profesional y sin duda muestra de que algo grande en ciernes se asomaba en sus compases. Pero aún no poseía, más que en pequeños chispazos aquí y allá, un estilo propio que le distanciara de sus compañeros de academia y le diera un nombre distintivo entre la naciente y prometedora generación de compositores finlandeses. En el último de aquellos veranos de esplendor musical reservados a su círculo íntimo de familia y amigos, el de 1889, Sibelius piensa en una Sonata para violín, en parte herencia de sus últimos obras con su influencia de Grieg, Schubert, Beethoven, Mendelssohn,... como de su inspiración programática, que había surcado ya algunas de sus más personales ensayos compositivos, preludiando al futuro autor de poemas sinfónicos. En esta Sonata para violín en Fa Mayor JS.178“el segundo movimiento es, la menor, es finlandés y melancólico; es una auténtica muchacha finlandesa que canta en la cuerda de la, entonces algunos muchachos campesinos interpretan una danza finlandesa e intentan hacerla sonreír, pero no funciona; ella sólo canta con mayor tristeza y melancolía que antes”. La escena campestre, que podría ser una simple sugerencia poética alla Schumann, se vuelve en verdad auténtica cuando la melodía del violín entona una monótona canción en modo dórico, de ritmos dactílicos, incluso la doble nota final... todo ello acompañado por unos acordes de un kántele estilizado. En esta primerísima inspiración folclórica de Sibelius el autor ha volcado de manera plena su propia sensibilidad. Y todo sea dicho: lejos de antojarse ajeno, por representar un "folclorismo" impropio del Sibelius maduro, esta "muchacha finlandesa que canta en la cuerda de la" representa también uno de los primerísimos ejemplos del estilo sibeliano.

Quizá la influencia más palpable de la música folclórica en Sibelius es la canción kalevaliana, porque no solo es en justicia la más atávica y característica de las músicas finesas, sino porque justamente para el pensamiento nacionalista en ella residía la esencia misma del alma musical finlandesa. Escuchemos unos ejemplos:


Una nuestra de la canción kalevaliana sin acompañamiento, en una grabación no tan antigua como de los años 60 del pasado siglo.  El texto es concreto el enfrentamiento de los hechizos cantados entre Väinämöinen y Joukahainen, aunque es una variante del texto del Kalevala publicado. El disco completo está en Spotify.


Una melodía kalevaliana alternativa, aquí tocada al kántele con pequeños apoyos armónicos

La fascinación y el experimentar con este tipo de melodía en 5/4, su ámbito de quinta y su final en la una doble larga con la misma nota, le lleva a incluirla en un contexto inédito: en enero de 1891, durante su año de estudios en Viena, acude al poeta finlandés por excelencia, Runeberg, para poner en música uno de sus breves líricas melancólicas. Pero lejos del texto romántico, del espíritu suecoparlante del poeta y del medio, la sång, Sibelius imprime a los versos en sueco el diseño de una melodía kalevaliana. No es estricto, porque el 5/4 se adapta al metro más normativo del 3/4, pero "Drömmen" ("El sueño"), reproduce extrañamente el aliento de la ancestral melodía finesa:



Tema vocal de Drömmen opus 13 nº5 (1891)

“Pero es nuevo y también finlandés. Creo en el futuro de la música nacional finlandesa, sin embargo los sabelotodo pueden arrugar la nariz. La profunda melancolía e insistencia en un ánimo o frase que está en el corazón de tantas canciones populares finlandesas, aunque pudiera ser un defecto, no es sino una característica”, escribe a Aino sobre esta peculiar elección estilística.

Es en Viena, como recordábamos antes, afectado por la melancolía del exiliado, donde el conjuro de Väinämöinen comienza a ejercer todo su poder: se apasiona por el Kalevala, recuerda la música folclórica... entonces piensa en una obra monumental (hasta el punto de ser ciertamente la más monumental de su producción, un maravilloso exceso de juventud y de músico primerizo), una gran sinfonía coral que será su "Kullervo" opus 7. Ya a la vuelta a Finlandia, y durante el proceso de composición, tiene el aliciente añadido de escuchar melodías kalevalianas a posiblemente la mayor memoria viviente del canto del momento, la cantante Larin Paraske, cuyas inflexiones están sin duda en la sensacional sinfonía vocal. "Kullervo", que constituirá su presentación triunfal ante el público de su país, es una partitura repleta del lenguaje musical folclórico (incluyendo temas kalevalianos en 5/4, algunas expresiones vocales muy propias del canto tradicional, temas de modalidad folclórica absoluta, etc.). A todas luces es una partitura "nacionalista" en el sentido que habitualmente se da a una obra musical de estos componentes. 


Monumento a Larin Paraske, en Helsinki (Parque Hakasalmi), obra del escultor Alpo Sailo (1936)

Al año siguiente, como ya hemos tenido ocasión de recordar, Sibelius se enfrenta a un viaje, intencionalmente iniciático, a la mítica Karelia, donde puede escuchar y anotar cantos folclóricos directamente, emulando el legado del propio Lönnrot décadas antes. El influjo de estos cantos, del toque del kántele y de las danzas populares, se deja oír en las músicas de los años inmediatamente posteriores (no en vano el periodo que hemos llamado "kalevaliano" o "karelianista"), donde la influencia de la música popular, ya sea de manera más o menos directa o en general muy estilizada, se refleja más intensamente que en el Sibelius más maduro. 

Este peso no solo se siente en las obras que podríamos entender como más vinculadas a la mítica karelianista (Una saga opus 9, los coros de inspiración kalevaliana, Lemminkäinen opus 22, etc.), sino que en su entusiasmo llega a inundar a partituras en principio poco vinculables, como el movimiento central de la Sonata para piano opus 12, o los Impromptus para piano opus 5. En este variado cuaderno, cuyos números 1, 5 y 6 reciclan composiciones anteriores, las piezas centrales muestran un colorido inequívocamente kareliano, no solo con sus cantos monótonos y melancólicos, sino incluso con toques de danza, como en esta, donde Tawaststjerna ve un "trepak karelio":


Tema de danza del Impromptu para piano opus 5 nº2 (1893)

Lo cierto es que solo ocasionalmente, y también muy al comienzo de su carrera, Sibelius recurrió a otros elementos del folclore aparte de la derivadas de la prosodia finlandesa. No existen, como ya decíamos y salvo estos raros ejemplos, toques de danzas finlandesas en su música, si acaso de manera muy abstracta podemos descubrir algunos ritmos muy desperdigados, y de manera muy estilizada.

Y es que con el tiempo, a lo largo de esa década de 1890, Sibelius parece alejarse de este "nacionalismo musical" de los Cinco, Svenden, Smetana o Falla, y no ahonda en ese camino manifestado en este puñado de obras de torno a 1892/1893. De haber continuado por esa senda, nuestro compositor se habría convertido en un "nacionalista" al uso. Pero no fue así. Al tiempo que también parece aspirar a una abstracción respecto a la música programática y emprender ese camino solitario hasta convertirse en la aislada "aparición en los bosques" (según la frase del autor que popularizó Alex Ross en "El ruido eterno"), el folclorismo de Sibelius se diluye en su propio estilo, se abstrae al máximo, y en último término se hace indistinguible de su propio canto.

Pero el recorrido que hay del movimiento lento de la juvenil Sonata para piano (1889) a  Tapiola (1926) muestra que en ese viaje le acompañará siempre la melodía inspirada en el idioma y el folclore de Finlandia.

En sus propias palabras

No es Sibelius un autor intelectual. Sus elecciones estilísticas nunca obedecen a propósitos premeditados, sino que es fruto de su experiencia. Como hemos visto en multitud de obras en este blog, en tantas y tantas ocasiones músicas y obras enteras sibelianas nacieron con un sentido distinto, muy distinto incluso del cual partieron. Sibelius es un artista impulsivo, primario, que piensa en términos poéticos, imaginativos, y que se deja dominar por su propia composición, a la que debe domeñar después de nacer - aunque sin perder nunca su raíz salvaje - para que pueda tener una forma idealizada. 

Cuando habla de sus propias composiciones, el genio nórdico no presenta un gran desarrollo teórico. Más bien representa sus emociones. Al tiempo sus palabras se muestran muy conscientes, de quien muestra bien, aun con timidez, su propio ser. Quizá su sentido crítico hacia sus trabajos sea tantas veces excesivo, pero en ningún caso falaz, ni pretende recrear o justificar una ideología musical detrás de su música.

Adelantamos todo esto porque la relación entre su estilo musical y el folclore finés se verá expresado con tal exactitud en las veces - escasas, eso sí - en que el compositor habla explícitamente de ello, que al desconocedor pudiera parecer que es su "teoría" musical, su presupuesto que ha adoptado fielmente. Nada más lejos de la realidad. Una vez superado ese periodo inicial de exploración, el compositor no siente necesidad de reflejar "lo finés" es su música. Su música ya es finesa. No necesita recurrir a melodías o danzas populares. Su melodía y sus ritmos ya son finlandeses.


Jean Sibelius en una fotografía de 1940

En otoño de 1896, el profesor universitario y crítico Richard Faltin se jubila de su puesto en la Universidad de Helsinki. Aunque muy poco interesado en la docencia e investigación musical, Sibelius encontró que el puesto le podía proporcionar no solo un sueldo fijo, sino una posición y un prestigio que le aseguraría su futuro profesional. Para el puesto presentaron solicitudes Kajanus, el folclorista Ilmari Krohn y nuestro compositor, que tuvieron que complementar con una lectura ante el tribunal. Sibelius escogió como tema precisamente la influencia de la música folclórica sobre la música culta. 

El texto (conservado parcialmente solo a través de algunos apuntes, algunos ilegibles), como en tantas expresiones escritas del autor, habla más de sus consideraciones personales que sobre el tema objetivo, lo que quizá al tribunal le disuadió de otorgarle la silla docente (que pasaría a Kajanus). Pero en todo caso a nosotros nos supone un importantísimo documento para analizar la estética y el pensamiento musical sibeliano de su mano. De hecho, resulta casi una proclama de parte de su propio credo musical: “hablamos de la personal individual del artista y además de la personalidad nacional. El estilo individual es - para expresarlo brevemente por mí mismo - ese sello que impone un artista sobre su propio trabajo: el estilo nacional es, en consecuencia, el sello que un pueblo imprime sobre el compositor. La historia de la música ilustra el importante papel jugado por la música popular en este respecto de una manera notable. Vemos qué fructífera es una influencia de la música popular sobre la formación de un compositor. [...] Un artista que se impregna profundamente de la música popular de su país tiene que tener, naturalmente, una visión diferente de las cosas, hacer hincapié en ciertos puntos, y encontrar su realización de una forma totalmente diferente a los demás. Y en esto reside mucho de su originalidad. En su trabajo, sin embargo, debe liberarse de forma particular, en tanto afecte a sus medios expresivos, de cualquier sugerencia provinciana. Debe lograrlo en proporción a la altura de su personalidad.”

En estas líneas vislumbramos cómo justamente Sibelius se siente vinculado espiritualmente, inspiracionalmente, a la música folclórica, y es esta la que imprime su sello personal en la misma personalidad del músico, asentada en el suelo natal. Sin embargo, un músico, para el genio nórdico, no debe encontrar al partir de ese punto de partida su camino particular, no imitar o seguir, sino crecer a partir de la semilla plantada en el folclore. De esta manera perifrástica, Sibelius está definiendo su propia relación con el folclore y la melodía finesa.

Más en concreto - aunque de nuevo de manera muy vaga -, nuestro compositor habla de los modos antiguos y/o folclóricos como ese punto de partida, a partir de lo que construir una "nueva tonalidad". Es decir, un camino que no siga la inercia del diatonismo o cromatismo de la música romántica, pero que tampoco siga la de los modos del pasado, sino una tercera vía intermedia, que parta de aquellos para construir algo nuevo. Y justamente Sibelius, en su música, utiliza las armonías clásicas y románticas como génesis de su propia armonía, y utiliza los modos folclóricos finlandeses (el dórico, el eólico, y en menor medida el lidio y el mixolidio) como origen de sus propios sellos modales.

Mucho más explícitas son las palabras que concedió años más tarde al periodista italiano Alberto Gasco, en una visita a Roma en 1923“quiero dejar una cosa clara: que mi música no es folclórica. En ninguna ocasión he hecho uso de melodías populares finlandesas [como hemos visto, esto no es del todo cierto]. Tengo que reconocer que he compuesto melodías en un estilo folclorista, pero las notas mismas me han venido siempre de mi propia imaginación, o más bien de corazón, en tanto soy un devoto finlandés. [...] Estoy completamente impregnado de la mitología de Finlandia y he puesto mucho de la primera y encontrado inspiración de la última, en particular del Kalevala, una fuente inagotable de inspiración para cada artista finlandés que se vea infectado por la manía del exotismo”.

De esta forma "la voz de Finlandia" explicaba por qué su música tiene un tono inequívocamente finés: porque proviene de su sentimiento más profundo, que tiene acentos en la ancestral lengua de Suomi.

"Rakastava" ("El amante") JS.160, coro sobre textos del Kanteletar (1894): 1. Historia de la obra

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"Rakastava" es una de las obras maestras en el terreno de la música coral a capella de Jean Sibelius. Dividida en varias secciones (en la que la final rememora la primera), esta partitura canta textos diversos del Kanteletar, unidos por la temática amorosa y el tono popular, donde los ritmos y melodías del folclore se ven sobrepasados por su musicalidad anhelante y melancólica, casi desesperada y de una intensidad subrayada por sus bellas disonancias y cromatismos. 


"Suru" ("Pena"), obra de 1894 del pintor finlandés Albert Edelfeldt, expuesta en la Galería Nacional de Finlandia


Bajo el título "Rakastava" encontramos hasta un total de cinco partituras en el catálogo de obras de Jean Sibelius, todas ellas relacionadas directamente. Específicamente encontramos una composición coral en tres versiones, a la que Fabian Dahlström dio el número de catálogo colectivo JS.160, por otra lado una pieza para orquesta de cuerda que fue publicada con el número de opus 14, y que conoció una versión original, desechada al revisarse y sustituirse por la más conocida. La relación entre las versiones corales y la partitura instrumental - en sus dos versiones - es que esta última es una reelaboración y ampliación del material musical de la partitura vocal, no un simple arreglo sino una composición nueva que parte de los mismos temas musicales. Para aclarar este enredo entre las distintas obras denominadas "Rakastava", presentamos el siguiente listado, que dará los detalles precisos sobre cada uno de los títulos:

• "Rakastava" JS.160a, para coro masculino a capella, con tenor solista, sobre textos del Kanteletar, en sol menor, escrita en los primeros meses de 1894 (esbozada antes).
"Rakastava" JS.160b, para coro masculino, con tenor solista, y orquesta de cuerda, en sol menor, escrita en abril de 1894. El acompañamiento de cuerda se añade a la partitura JS.160a, sin ningún cambio en parte vocal.
"Rakastava" JS.160c, para coro mixto a capellacon mezzosoprano y tenor solistas, en do# menor, transcrita en algún momento de 1898. Es un arreglo de JS.160a, con pequeños cambios rítmicos en la segunda parte y armónicos en la final.
Rakastava [opus 14],"versión de París", para orquesta de cuerda (con solos de violín y cello), timbales y triángulo, escrita entre octubre y diciembre de 1911, partiendo de la temática musical de los coros JS.160
Rakastava opus 14, para orquesta de cuerda (con solos de violín y cello), timbales y triángulo, en re menor. Revisión, efectuada en enero 1912, de la versión original de semanas antes. Versión publicada.

Las diferencias entre los dos grupos de obras (la forma vocal y la instrumental) son substanciales a pesar de las melodías y armonías en común, así que las trataremos como obras diferentes. Dedicaremos un pequeña serie a la partitura coral, y a continuación otro conjunto de posts a de la partitura orquestal.

Una última aclaración sobre la obra y sus versiones. Nuestro músico puso inicialmente un número de opus a "Rakastava", situándolo como número 1 de sus coros masculinos opus 18 en la lista de 1905, opus 21 nº1 en una lista de entre 1909 y 1911, hasta la lista de verano de 1911. Sin embargo, cuando compuso la versión orquestal, adjudicó a esta el número de opus 14 (señalando el original temprano de los materiales más que los de la pieza en sí), y retiró de la lista oficial la forma coral de la obra, aunque no la obra misma, que siguió gozando de gran popularidad entre los coros finlandeses. Podemos encontrar la denominación de "Rakastava" opus 14 "Rakastava" opus 18 nº1 en alguna ocasión referida al coro (se puede ver en algún disco), pero la palabra última del compositor fue no otorgarle ningún número de obra, por lo que la manera correcta de hablar de la pieza es a través del catálogo de Dahlström, JS.160 (dividido entre sus tres concepciones 160a, 160b y 160c).
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Al igual que varios de sus trabajos de la década de 1890, "Rakastava" JS.160 nace como obra destinada a un concurso de composición. Pero lejos de ser esto para Sibelius una concesión a la posible liviandad de sus partituras, en más de un caso, como el presente, le supone un reto con respecto a la calidad de la obra, escribiendo un coro de gran profundidad compositiva, experimental incluso, al menos en la Finlandia de la época. 

Se desconoce la fecha exacta de la composición, pero según recoge el director coral y especialista Sakari Ylivuori (en una tesis sobre las obras para coro mixto del autor para la Sibelius Akatemia, 2014, que recomendamos encarecidamente) el músico trabajaba ya en la obra antes del concurso, a finales de 1893, por lo que habría sido concebida con independencia a este. Ylivuori relata además que su origen se entremezcla con el de otras muchas grandes obras sibelianas, ya que sus esbozos aparecen relacionados con su proyecto de drama musical "La construcción del barco" (cuyos materiales se recogerían en Lemminkäinen opus 22), un tema coral que acabaría en el segundo tiempo de la Sonata para piano opus 12, y en especial un primer intento de composición del texto de "Tulen synty" (sin relación musical con la obra concluida en 1902, su opus 32), en cuyos esbozos (HUL 0980), se adivinan algunos diseños utilizados en "Rakastava". Otros de los esbozos relacionados (HUL 1293 y HUL 1041, el último etiquetado como "Rakastava") parecen estar pensados antes para un conjunto instrumental (orquesta, o un conjunto de cámara) que para voces, dándose pues la ironía de que la partitura de 1911/1912 se profetizara de alguna forma casi dos décadas antes.

En todo caso, es de sospechar que el concurso le diera al genio nórdico la oportunidad de poner en claro esas ideas musicales que continuamente revoloteaban a su alrededor, y se dispuso a escribir la pieza en forma de coro masculino a capella. El certamen fue convocado por el Coro de la Universidad de Helsinki, conocido por sus siglas YL (Ylioppilaskunnan Laulajat), desde su fundación en 1883 hasta la actualidad la más prestigiosa institución coral del país, y que dio a estreno (y encargó) muchas de las obras vocales del compositor. 


El YL en su décimo aniversario, ocasión en la que estrenó el coro "Venematka" opus 18 nº3 de Sibelius

Muy posiblemente la calidad del trabajo de Sibelius y su desafiante nueva música fueron dos extremos que el jurado del concurso puso en la balanza, y decidió conceder a nuestro autor el segundo puesto. El primer premio fue para la obra "Hakkapeliitta" de Emil Genetz (1852-1930), quien fuera maestro del propio Sibelius en su Hämeenlinna natal, y compositor de varias obras patrióticas que fueron muy célebres en su momento - no tanto hoy en día -, como la pieza ganadora del concurso, referida al célebre batallón finlandés de la Guerra de los Treinta Años, o "Herää, Suomi!", coro del que el tema hímnico de Finlandia opus 26 posiblemente sea cita.

El 28 de abril de aquel 1894 se debían interpretar los coros premiados del concurso. Consciente de la dificultad técnica de la partitura, cuyos registros extremos - especialmente los agudos de los tenores - hacían difícil la ejecución (quizá el director del coro le expresara algo al respecto), y dado que la obra de Genetz contaba con un acompañamiento de cuerda, Sibelius decidió escribir también una parte de arcos que pudiera ayudar a la entonación por parte de los cantantes. El discreto acompañamiento se superponía a la partitura original, inalterada en su parte vocal: simplemente complementaba, creaba atmósfera, preludios y transiciones que permitieran a los cantantes no perder el tono. 

Sin embargo, el director del YL, Jalmari Hahl, decidió que tal acompañamiento no era necesario, o simplemente no solucionaba los problemas de entonación, y decidió acometer directamente la versión original (JS.160a), que sería estrenada en el día indicado. La versión con partes de cuerda (JS.160b) permaneció en manuscrito, y no sería estrenada en vida del autor. De hecho, solo en tiempos recientes (ver discografía) ha salido a la luz aunque, dicho sea de paso, su valor es más es de la curiosidad que intrínsecamente estético.


El arquitecto Yrjö Blomstedt con el profesor Jalmari Hahl (1869-1929), escritor, director teatral y entre 1892 y 1897 director del YL. Fotografía de 1894, del Museo de Historia de Finlandia.

Los críticos aclamaron la pieza de Sibelius antes que la de Genetz, aunque desde el comienzo observaron las dificultades técnicas de la obra. No obstante la fama persiguió al coro, que sería publicado al año siguiente por parte del propio Jalmari Hahl en "Ylioppilaslauluja" ("Cantos de la universidad") nº6, junto con dos coros del opus 18, los números 3 y 4.

Hemos de recordar también que en aquel tiempo los coros masculinos (tanto profesionales como amateur) eran muy frecuentes, y en los países nórdicos uno de los conjuntos musicales predilectos. No es de extrañar que para esta formación Sibelius - como sus compatriotas Kuula, Madetoja, o el noruego Grieg, etc. - compusiera numerosas obras numéricamente algo superiores a las de coro mixto, aunque con frecuencia un mismo coro presenta ambas versiones. Con el paso del tiempo (precisamente Sibelius vio el discurrir del fenómeno), las agrupaciones mixtas fueron ganándole terreno al conjunto de hombres.

En 1898 la editorial K. E. Holm de Helsinki publicó dentro de la colección "Sävelistö" (en su número 4) una serie de partituras para coro mixto de nuestro autor. Sibelius suministró algunas obras originales como también arreglos de anteriores coros masculinos. Tanto unos como otros muy posiblemente preparados ex proceso para esta edición. 

Entre las nuevas versiones para coro mixto de obras previas se encuentra precisamente la tercera versión de la pieza que nos ocupa, "Rakastava" JS.160c. Además de la nueva distribución de voces (de dos tenores y dos bajos a la habitual formación de soprano, contralto, tenor y bajo) y el lógico cambio de tonalidad a una más cómoda al conjunto, el compositor realizó otra serie de pequeños cambios, la mayor parte muy sutiles. En primer lugar divide la parte solista final de un tenor en un diálogo entre soprano y barítono solistas, lo que se adecúa a la perfección al intercambio amoroso del poema. 

Según detalla Ylivuori (ver más arriba), existen además algunos ajustes en la rítmica de la entrada de las voces en el segundo tiempo de la pieza, añade un compás de transición antes del último tiempo, pero principalmente hace algunas a la armonía de ese cuarto movimiento, que suena ligeramente menos "dura" con el cambio. En sumo, la versión puede considerarse más cómoda y elegante que el original.

En todo caso, a pesar de los cambios, esta redacción para coro de hombres y mujeres no puede considerarse la "definitiva". Ambas versiones conviven asentadas ya en el repertorio finés, sobre todo la original - por las razones de plantilla señaladas -. Aunque sería solo tras las ediciones póstumas cuando "Rakastava" consiguió la popularidad y reconocimiento del que goza ahora, siendo una de las partituras corales más celebradas e interpretadas del compositor.

El propio Sibelius sintió especial aprecio hacia la obra, y justamente ese aprecio hacia sus pentagramas fue el que le llevó a concebir una forma ulterior que expandiera sus melodías y sus melancólicas armonías en una forma quizá más afín a su madurez musical, más abstracta. Fue en 1911, en un periodo en el que con frecuencia volvió a obras del pasado para revisarlas y publicarlas de una manera más acabada y refinada. Con "Rakastava" dio un paso más adelante, plateándose una revisión más profunda hacia la una pieza para orquesta de cuerda con la que poder expandir todas aquellas intuiciones de juventud, hasta llegar a la partitura de Rakastava opus 14, que trataremos en su momento. De momento nos detendremos en el coro JS.160, a la que dedicaremos nuestras próximas entregas en el blog.
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Próximos capítulos (plan previsto):
2. Los textos del Kanteletar
3. Análisis
4. Discografía

Próxima serie:Rakastava opus 14, para orquesta de cuerda



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